Según Juanpe, la noche del jueves, 1 de agosto del 2019, en el Jardín Botánico de Málaga fue una “noche loca”, puesto que nos pasó de todo, pero realmente para mí, y como dice el nombre del espectáculo, las visitas teatralizadas de esta semana fueron mágicas, puesto que había momentos que parecía que estábamos actuando en Disney porque realmente estábamos creando magia, ya que había un ambiente de conexión precioso, y otros momentos que parecía que actuábamos en un Halloween adelantado, pues el lugar era el más siniestro y tétrico del mundo y todo esto ¿ Por qué? Pues si leéis la entrada podréis saberlo, así que a leer.
Hicimos cuatro pases y debo deciros que me hice con el personaje. Ya es mío, ya lo controlo, puedo manejarlo, disfrutarlo y gozar con él. Me lo pasé de lujo y eso que yo soy más de la visita histórica que de la mágica, pero este año me lo estoy pasando genial con el duende.
Estas fueron las crónicas post-pase:
1.- Llegó la magia y mi atracción a los más peques:
“Primer pase listo. Ha estado plagado de niños, bueno especialmente de niñas, pues de la docena de pequeños, dos eran niños y el resto niñas.
Creo que una vez más, he echado mano de mi experiencia y mi oficio, porque el grupo era enorme, y parte del mismo ha llegado al museo, donde yo empiezo mi actuación, muy rápido y eso ha hecho que tenga que salir de mi escondite cuando aun había muy poco público y como no podía empezar a hablar sin el resto, tuve que improvisar, alargar y atrasar mis movimientos hasta que llegaran todos.
Las niñas eran muy activas, porque no llevaba ni tres frases cuando han empezado a hablarme, a comentarme, a hacerme preguntas y una, hasta tirarme de la barba, menos mal que eran unas personas muy educadas y la mamá rápidamente la quitó de mi lado y le llamó la atención.
Desde el museo hice mi primer monologo donde me noté un poco distante y frio, sobre todo, porque notaba que las pequeñas querían más. Eso sí, aunque estaban lejos, los miraba mucho a los ojos. Hacía cada trozo del texto mirando a una parte del público y gesticulando mucho con las manos y eso despertaba la atención de todos. Sentían que les hablaba a ellos y los hacía parte de la historia. Al bajar la escalera, todo fue genial, pues el contacto entre las niñas y el duende fue total, las miraba a los ojos, las tocaba y le dedicaba cada parte del texto a una de ellas.
Ha sido un pase muy interactivo, ya que había dos pequeñas que no paraban de hablarme y por tanto, no ha sido un monologo sino una conversación entre ellas y yo. Todo lo adaptaba a lo que me preguntaban las pequeñas. Una vez más he puesto en práctica mi conocimiento con los niños y mi poder de atracción, al ser tantas y parecer, al principio, tan revoltosas tuve que calmarlas y como mi personaje no es muy atrayente, lo hice atractivo, acercándome a ellas, mirándolas a los ojos, adaptando el texto a mis gestos, donde las acariciaba, las cogía de la mano, les daba en la nariz o les hacía algún tipo de juego. De hecho muchas de ellas me buscaban y una deseaba ir de mi mano.
En cierto momento lo disfruté tanto, que creí que iba demasiado lento y pensé en no decir el final, pero lo hice y cuando llegué a mi lugar de descanso, eran las 21:27 y empecé a las 21:07, por tanto, fueron 20 minutos, como siempre.
Debo decir que si este pase fue un éxito y tuvo magia fue porque los padres eran muy apañados y cada vez que yo contaba algo, ellos me apoyaban, creando expectación e iban engrandeciendo, así, mi personaje. ¡¡ GRACIAS!!”
2.- Entre la magia y la oscuridad:
Ha sido un pase muy parecido al anterior, la magia de nuevo ha estado presente en el pase y en mi actuación. Esta vez los pequeños eran legión, un poco más revoltosos que los anteriores, pero, a los que de nuevo, he atraído y relajado con el tipo de actuación. El hecho de mirarlos a los ojos, acariciarlos o hablares directamente ha hecho que se centren en mi texto. De hecho, ha habido muchas dudas y preguntas que me llevaban a aclararles la historia. En el último tramo, una niña muy amable ha estado relacionando una historia que yo cuento con algo que pasa en la realidad a los humanos, es más el final lo he atrasado un poco mientras conversaba con la pequeña.
Cuando me desplazo, suelo ir con un niño de mi mano pero esta vez me lo han pedido tres y los tres han ido de mi mano.
Al final se han despedido de mí, con aplausos y con un enorme: “Gracias” sin apenas pedírselo, y mientras me marchaba, miraba a los adultos y me miraban con una enorme sonrisa, que yo notaba como un gesto de agradecimiento a mi trabajo y mi atención a los pequeños.
El pase ha ido muy bien, lo único que no me ha gustado mucho ha sido que en el trayecto del primer al segundo monologo, el grupo se ha desplazado muy lento. De hecho algunos se han separado del resto y no han oído el texto entero. No sé por qué.
Y otra cosa poco positiva ha sido la oscuridad, no sé si era porque acabé el primer pase de día y cuando salí del museo Loringiano, para hacer el segundo pase, era ya de noche y no me acostumbré al cambio, o estaba el jardín menos iluminado de lo normal, pero notaba mucha oscuridad, de hecho había momentos donde no veía nada, pero casi nada y eso me hacía sentir un poco extraño, pues pensaba que el público me oía pero apenas veía lo que pasaba.”
3.- Miedo, ¿ qué pasó?:
"El pase iba muy bien, todo perfecto. Al tener al personaje ya dominado, salí a disfrutarlo, a lucirlo, a pasármelo muy bien y eso estaba haciendo.
El grupo era muy atento, estaban súper entregados a lo que estaba ocurriendo, había reacciones a todo lo que contaba o preguntaba, había sonrisas y buen rollo.
Los peques eran más mayorcitos pero muy educados y totalmente pendientes a la historia. Los padres, como en el primer pase, iban reaccionando y calentando lo que yo decía, en una palabra; perfecto.
De nuevo veía el jardín un poco oscuro, en mi segundo monólogo, intenté tomar una nueva posición para ponerme frente a la luz y todos me vieran bien.
Como digo, todo perfecto pero en el tercer monologo, se fue la luz en todo al jardín. Como digo nos quedamos completamente a oscuras, durante unos cinco segundos ( muy pocos pero se me hicieron eternos).
No sabía que reacción tendría el publico, no sabía si nos dirían cortar el pase, si vendría alguien ha informarnos, así que a oscuras seguí actuando y calmando a los niños que se asustaron.
Cuando volvió la luz, volvió la normal del jardín, pero no la extra que ponemos para está visita, así que mi ultimo desplazamiento y monologo lo hice completamente a oscura.
Continué el pase con la misma energía, los mismos gestos, siguió la conexión y el ritmo. No cambié nada pese a actuar tan oscuro que no veía al público y eso que lo tenía pegado a mí.
Y de nuevo gracias a los adultos, que pese a la total oscuridad, no dijeron nada negativo, sino que continuaron con el buen rollo, las ganas y la diversión y eso no veíamos por donde andábamos."
4.- ¡¡Pasé vergüenza!!:
" Pues en el cuarto pase no lo pasé, valga la redundancia, muy bien. Es más sentía casi vergüenza y miedo a la reacción del publico. Actué normal, con las mimas ganas, gestos, sentimientos, ritmos, ilusión pero por dentro llevaba la inseguridad y el gusanillo de que de un momento a otro todo podía estallar y yo no sabía como reaccionar.
Aunque todo empezó muy bien y marchaba perfecto, cuando caminaba al tercer monólogo, comprobé que las luces extras del jardín seguian apagadas, nos dirigiamos a la boca de un lobo. Desde ese momento actué en la más absoluta orcuridad. No veía nada y el público tampoco.
En esa oscuridad temía que algún pequeño se asustara y alguien del público protestara, dijera que no estábamos trabajando con seguridad, que no veía el show o yo que sé.
De hecho yo usaba el palo que lleva el duende para no pisar un boquete o no tragarme un escalón.
Quizá hice el texto un poco más rapido para que acabara mi parte pronto y no enfadar a nadie”.
Por todo esto fue una noche de contraste con momentos muy buenos y otros no tanto.