Están muy locas, pero locas como cencerros y el pasado
domingo, 25 de febrero del 2018, lo demostraron con creces, porque en ese
pequeño apartamento de Anai, en Benalmádena, pudimos vivir todo tipo de locuras.
1.- La locura, divertida y festiva. Cuando los tres
personajes, se pusieron de pie e hicieron un simulacro del final de la pieza,
no podíamos payasear más los tres, ni reírnos más. La cara de Sergio, que nos
acompañaba ese día, era de estupefacción y asombro constante.
2.- La locura mental. Acabamos con la cabeza embotada de
tanto trabajar. Especialmente Salva. Llegó un momento en el que decía:"Ay
mi cabeza no puedo más". Estábamos secuenciando todas las escenas o sub
historias que componen la historia general e intentando que a todos nos quedara los
más claro posible. Salva se esforzó mucho y Anai, nada más acabar la sesión de trabajo, nos escribió esta frase en un folio en blanco: “Toy agobiada".
Salva ha publicado una foto en Instagram (esta está dividida horizontalmente en cuatro pequeñas fotos, de las que
aparece en esta entrada y nos vemos trabajando y las manos de uno para un lado,
las de otro para otro lado, las caras, escribiendo etc.) pues eso es lo que pasó
realmente esa tarde, mucho trabajo, muchas ideas, muchos apuntes, muchos
repasos y muchas, muchas, muchas dudas.
3.- La locura personificada, que fue la gran Anai. La teníamos
loca perdida, pobrecita, Salva y yo éramos dos locas máquinas de producir
ideas, ambos estábamos sentados, uno al lado del otro y no parábamos de idear y
crear. Lo ideábamos, lo pensábamos, lo plasmábamos y listo. Luego rápidamente dábamos una explicación a Anai (muy clara para nosotros) y queríamos que se le quedara a la perfección.
4.- Otra locura fue las horas que trabajamos. Si normalmente
se nos va el Santo al cielo, lo del domingo fue, extraordinario. Empezamos a
trabajar sobre las 16:20 y acabamos sobre las 20:10. Fueron cuatro horas de
trabajo, pero de verdad, y como digo de auténtica
locura, quitando una vez que visité el baño y otra que lo hizo Salva, el resto
era trabajar y trabajar.
5.- La locura del trabajo, llegamos, nos sentamos, hicimos
un repaso de lo que llevábamos, pero “medio actuando” para que Sergio nos viera,
después empezamos a secuenciar (rellenar ¿recordáis?) tres sub historias. Una la trajo Salva y la traía medio montada. La ensayamos una y mil veces, para dejar
las ideas claras. Otra era mía, yo llevé mucha documentación, pero
poca acción y Salvi, con su talento innato, la rellenó y por ultimo una que
hicimos entre los tres. Luego volvimos a hacer un repaso de estas tres sub
historias y dos repasos de la pieza completa.
6.- Y por último la cordura que la puso, Sergio, que aparte
de hacer estas magnificas fotos, nos dijo que le hablábamos a Anai muy rápido y muy
entusiasmados, pero no le dábamos tiempo para asimilarlo todo y que le metíamos mucha caña. ¡ Pobre mi Anai!. También nos dio muy buenos consejos, sobre la naturalidad del texto, no
pisarnos, la limpieza, la claridad, etc.
La otra cordura la puso un plato de
ensaladilla rusa que Anai había comprado para mí, como sorpresa.
También debo decir que hubo momentos de fuerte de inseguridad
y algo de tensión.
Pero yo me lo pasé muy bien, porque fue una manera de
olvidarme de todo. Durante esas cuatro horas estaba en otro mundo, en otro
momento, en otro lugar, mi mente estaba al cien por cien en Las archivadoras y
el resto sobraba.
Según Salva el trabajo más pesado es el trabajo de mesa y el
pasado domingo 25 de febrero del 2018 terminamos dicha labor, repito, según
Salva es el más pesado, pero yo me lo he pasado, durante estas jornadas, de lujo.
Como he escrito tan tarde y siempre digo que hay que
escribir cuando se acaba, desde el domingo pasado han oocurrido muchas cosas,
muchos mensajes de Whatsapp, donde hemos hablado de cómo han ido avanzando los
trabajos: Anai buscando información y vestuario, yo he apuntado las
historias secuenciadas y Salva, pensando los movimientos, ese es el
trabajo más duro y le toca a él, que para eso es el director y el que sabe.
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