Ayer martes 25 de Febrero de 2014, quedé con mi cicatriz favorita llamada Anai, nuestras cicatrices siguen adelante.
Después de un suculento y tranquilo almuerzo en el centro de Málaga, donde charlamos de nuestro proyecto de montar un cabaret, de Cicatrices de la memoria, de ilusiones, de anhelos, de cotilleos y de todo lo divino y lo humano.
Como siempre estuvimos de confesiones, cada día que pasa me siento más agusto con Anai, pues bien, después de dicho almuerzo nos fuimos a la tetería Café con Libros y allí solos y tranquilos en el salón del interior comenzamos a trabajar.
Tras de todo el fin de semana estudiando sin parar y repitiendo una y otra vez en cualquier lugar y momento el texto, hacía mucho tiempo que no me estudiaba un texto con tantas ganas, estaba deseando decirlo en voz alta, Anai apunto los cambios del mismo y por fin hicimos una lectura y varios pases a la italiana, intentamos en todo lo posible no ponerle intenciones, siguiendo los consejos del director, pero algunas siempre salen, que ganas tenía de oír ese texto en voz alta.
Anai venía cargada de ideas sobre su personaje, su vestuario, utileria, etc, pero Salva lo tiene todo en la cabeza y nos insistió en que estudiáramos el texto lo más neutro posible, para él poder después trabajar con nosotros sin vicios.
Ambos estamos tan acostumbrado a trabajar con directores que son partidarios de la creación colectiva y nos dan vía libre para todo, pero Salva lo tiene todo en su cabeza y yo quiero trabajar por fin con un director así y ponerme en sus manos y por tanto aconseje a Anai que dejara de pensar.
Por último, trabajamos el texto dividiéndolo en unidades motivacionales y acabamos la tarde dando un placentero paseo con nuevas confesiones, gracias Anai.
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