
Por la mañana, volví a teñir parte de mi vestuario, pero esta vez con una pintura en spray, después de mil manos, quedó bastante bien, se tiñó en su totalidad.
Por la tarde tras volver del trabajo, de nuevo me puse a trabajar en mi sombrero, estuve cociendo todas las piezas que me hacían falta para acabarlo.La verdad que quedó precioso.
Antes de marcharme, a casa de Natalia, volví a hacer un nuevo ensayo, en solitario, de mi personaje, frente al espejo del armario del dormitorio de mi madre.


Venía agotada de trabajar y me recibió con una gran sonrisa, me mostró su casa de forma muy hospitalaria e iniciamos la prueba de maquillaje.
Natalia me llenó de energía, de fuerza y de ilusión. Por fin me hizo un maquillaje decente, fácil y quedaba genial, era exactamente lo que yo buscaba.
Gracias Natalia, por tu labor y tu esfuerzo, eres genial, esa madre y esa hija son lo mejor que he conocido, son casi de mi familia.
Después de la prueba, el camino a casa, que por cierto fue largo y accidentado. Este lo pasé pensando, trabajando y programando, cada entonación, cada movimiento, cada intención y cada objetivo de Fernando en la pieza.
Nunca me olvidaré en aquella parada de aquel barrio, nuevo para mi, en medio de nada, entre parques y naves industriales, con un viento y un frío horrible, con mi bufanda y mi capucha puesta, esperando cerca de las once de la noche, la llegada de ese bus, mientras iba repasando mi texto en voz alta, solo en aquel lugar, nervioso, pero ilusionado por lo que se acercaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario