Con ese estado de animo vuelvo, en el tren, procedente de casa de Anai.
Me duelen los pies, tengo la voz ronca, se me cierran un pelín
los ojos, siento que el tren va más lento que nunca, pero todo esto no puede enturbiar mi felicidad.
El pasado jueves, organicé el día, los horarios y tipos de
ensayos y se ha cumplido todo a rajatabla.
Lo primero era pasear y repasar el texto y en cuanto
llegué a casa de Anai, esta me dijo: “venga vámonos al paseo”.
Trabajar con ella es especial, no conozco una
compañera, con tanto empeño, ganas, fuerza y responsabilidad.
Hoy, sábado 20 de junio de 2015, me he reconciliado con la obra, el texto, con Teo y
hasta con mi compañera Anai, a la cual le he visto hoy los ojos y creo que por primera vez.
Si en el último pase, Salva nos dijo que había falta de
química, esta vez me he fijado, muchas veces, en los ojos de mi compañera, y
la verdad que después de tanto tiempo trabajando con ella, nunca me había
basado en ellos y me han ayudado mucho, dándome muchas cosas y mucha confianza.
Ahora solo me queda el director, aunque me siento súper
feliz, necesito que él me vea y me dé su visto bueno, esa es la única espinita
que llevo en el tren, ese pequeño nudito en el estomago, pese a ello está todo perfecto, pero
perfecto.
Cuando llegué a casa y me duché, no paraba de oír música, sonriente y contento de todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario