Llegó un monento en el que no sabía si estaba trabajando con Saborearte o con Organizararte, porque todo estuvo organizado a las mil maravillas. Fueron muchas horas de preparativos, pero todo iba surgiendo y fluyendo a un ritmo muy bueno, sin esperas, sin errores, sin parones, sin estrés, sin correr, sin malos rollos, sin agobios, sin perder el tiempo y de nuevo, todo con muy buen ambiente y con ganas. Parece que todos los cocinados previos que hemos hecho, no solo han servido para mejorar el menú y afianzar los platos, sino también, para crear un buen equipo y un engranaje perfecto donde trabajar todos a una.
Pero vayamos por orden, nos habíamos quedado en que mientras Raúl hablaba por teléfono, yo me salí de la furgo y me dispuse a entrar en el hotel. Me sorprendió un montón que en cuanto llegué a la recepción, el chico , que era el mismo de la visita anterior, me sonrió y me saludó diciendo que se acordaba de mi. Es más, recordaba que la habitación de la primera planta era la mía( por el asquito a las alturas) y que mi personaje se llamaba Ferrara, además me comentó que cuando yo hice mi presentación, en la visita pasada, él estaba trabajando y le gustó mucho. ¡¡ Salí a por mis compis con el ego por las nubes!!.
Una vez todos en el hotel, nos registramos en recepción y subimos a las habitaciones. Yo compartí con la cocinera nueva, Paula, pues bien colgué, en el armario, la ropa de actuar, para que no se arrugara y bajamos juntos, al salón/ comedor/ escenario para currar.
Entramos y aun no habían llegado ni Elena, ni Raúl , pero para no estar parados nos pusimos a ordenar y organizar todo el atrezo de cada actor, en eso llegaron y nos dijeron que preferían primero hacer un ensayo/ repaso previo , para luego montar todo, tomarnos un pequeño descanso, arreglarnos, cenar y actuar.
Eran las 15:00 h, quedaban casi seis horas y media para que comenzara la función, así que no había ningún problema, tendríamos un rato para el “deseado” descanso. Deseado por todos, menos por mí, ya que a mí descansar antes de actuar me mata, porque o me entran los nervios y me pongo como una moto, o la pereza se apodera de mí y me quita la ganas de salir. Pero vamos, que según el programa previo y todos los comentarios, el descanso no nos lo quitaba nadie, de hecho yo pensé en salir a correr en ese tiempo.
Eso sí, fue entrar en el salón comedor del hotel y nos pasó como a Cenicienta a las 00:00, perdimos nuestra condición de cocineros. Tantos trabajos previos, tantas citas anteriores, tantos mancharnos el delantal y no nos sirvió para nada, porque allí había buenos y grandes profesionales de la cocina, que se encargaron del magnífico menú que degustaron los comensales de Las cenas de las emociones, en el Hotel Urban Dreams de Granada, el pasado sábado 1 de diciembre del 2018. Como ya no podíamos ser cocineros, nos convertimos en actores y actrices ¿ Qué podíamos hacer? Además fue la mejor opción, que cada uno hiciera eso que sabe hacer.
Así que mientras Raúl se encargaba de aparcar la furgoneta, nosotros nos pusimos a acotar y definir los lugares de actuación. Algo que hasta ahora nunca se había hecho y que creo que fue un éxito. Una vez llegó Raúl, ya que no podíamos cocinar nos pusimos a ensayar.
Ensayamos la escena 1, o sea nuestro número estrella, y salió muy bien, de ahí pasamos a la 2 que con la nueva ubicación ganó mucho, pero mucho, la siguiente fue la 3 en la cual se hizo algunas observaciones de movimientos, mientras hacían esa escena empezaron a llegar los camareros, la chica de la limpieza y etc. Fue entonces cuando pregunté una duda logística a Raúl, Elena se nos unió y dejamos sola a la pobre Paula haciendo su monologo, la cual, nos reclamó nuestra atención. Seguimos con la 4 y Elena y yo comentamos algunos problemas de movimientos.
Al elenco de personas que andaban por el salón, mientras ensayábamos, se nos unió, recién llegado de la calle, el técnico de sonido, que reclamó toda la atención de Raúl. Aquello era ya un batiburrillo de personas de un lado a otro, así que decidimos cortar el ensayo e hicimos lo que dice el refrán: “ Si no puedes con tu enemigo únete a él”.
Y nos unimos a él, pero esta vez había dos enemigos, dos bandos, bueno más bien eran dos familias y me uní a ambas, para ello dejé de ser actor y me metí en la familia hostelera del Hotel Urban Dreams y de llamarme Martín para apellidarme Montes y poder entrar en la otra. Al final los tres bandos nos unimos creando una sola familia.
La otra vez que actuamos en Granada, por un lado estábamos nosotros que éramos los actores y por otro los miembros del hotel, pero esta vez como había más confianza todos fuimos uno. Me sentí especialmente bien tratado por todos los miembros del Hotel Urban Dreams de Granada: Primero por los jefes de sala que me dieron mucha confianza a la hora de cargar el móvil o beber agua, me sentí muy apoyado por los camareros y camareras con sus sonrisas y su colaboración, muy ayudado por Antonio, el director comercial, que fue uno más de Saborearte, ya que, estuvo cargando y descargando sillas con nosotros y al terminar me dio hasta las gracias o por el cariño de la chica de la limpieza. Esa mujer es genial, nos llenó de cariño, atenciones, historias, comentarios y sobre todo piropos. Aunque el ensayo se suspendió, Elena decidió que ensayáramos la escena 9, que es una discusión entre ella y yo. Al acabar, la chica de la limpieza, nos confesó que lo pasó mal pues pensó que era real, y lo mejor fue el momento de ver como colocaban los sobre manteles rojos que estaban enrollados en un tubo. Me pareció muy divertido y ayudé a poner uno y hablando de ayudar:
Para aliviar a Raúl de trabajo, decidimos que la tarea de organizar la colocación de los comensales lo hiciéramos entre todos. Elena y yo nos encargamos de la mesa 2 y me lo pasé genial, me reí lo más grande. Lo dejamos perfecto pero he de confesar que lo conseguimos al tercer intento, porque antes estuvimos cambiado tarjetas con los nombre de los comensales y sillas tres horas. Como dijo Elena:” Ponernos juntos tu y yo no es buena idea , porque somos igual de gamberros y la líamos", pero vaya que de todo quiere el Señor, trabajo y risas.
Y que decir de la familia Montes. En el equipo de apoyo llevábamos: a la madre de Elena, que conmigo se portó como tal, se nos nota un cariño mutuo y especial, a Carmen, hermana de Elena, que tiene arte para dar y regalar y Antonio su novio. Había que vernos a todos, es decir, siete personas, montando una simple estructura que necesita la escenografía.
Al final el tan “ deseado” descanso no se llevó a cabo, puesto que tras montar todo y dejarlo listo. Los siete participantes, nos reunimos en una exhaustiva reunión. Fue como si se planeara asaltar el congreso: sincronizamos acciones, funciones, colocaciones, relojes etc. Esa reunión nos hizo acabar a las 19:15, cuando a las 20:00 estábamos citados para empezar. ¡¡ Bien nos quedamos sin descanso!! Pero creo que esa reunión fue la base y lo que aseguró el éxito posterior.
Así que en 45 minutos, nos fuimos a las habitaciones. Yo me duché, me vestí, me maquillé. Algo que me costó horrores, pues la base de maquillaje era nueva y no se me notaba, en cambio, luego me vi marrón. Por cierto, no se la causa, pero en ese momento me sentí muy, muy nervioso.
Entramos y aun no habían llegado ni Elena, ni Raúl , pero para no estar parados nos pusimos a ordenar y organizar todo el atrezo de cada actor, en eso llegaron y nos dijeron que preferían primero hacer un ensayo/ repaso previo , para luego montar todo, tomarnos un pequeño descanso, arreglarnos, cenar y actuar.
Eran las 15:00 h, quedaban casi seis horas y media para que comenzara la función, así que no había ningún problema, tendríamos un rato para el “deseado” descanso. Deseado por todos, menos por mí, ya que a mí descansar antes de actuar me mata, porque o me entran los nervios y me pongo como una moto, o la pereza se apodera de mí y me quita la ganas de salir. Pero vamos, que según el programa previo y todos los comentarios, el descanso no nos lo quitaba nadie, de hecho yo pensé en salir a correr en ese tiempo.
Eso sí, fue entrar en el salón comedor del hotel y nos pasó como a Cenicienta a las 00:00, perdimos nuestra condición de cocineros. Tantos trabajos previos, tantas citas anteriores, tantos mancharnos el delantal y no nos sirvió para nada, porque allí había buenos y grandes profesionales de la cocina, que se encargaron del magnífico menú que degustaron los comensales de Las cenas de las emociones, en el Hotel Urban Dreams de Granada, el pasado sábado 1 de diciembre del 2018. Como ya no podíamos ser cocineros, nos convertimos en actores y actrices ¿ Qué podíamos hacer? Además fue la mejor opción, que cada uno hiciera eso que sabe hacer.
Así que mientras Raúl se encargaba de aparcar la furgoneta, nosotros nos pusimos a acotar y definir los lugares de actuación. Algo que hasta ahora nunca se había hecho y que creo que fue un éxito. Una vez llegó Raúl, ya que no podíamos cocinar nos pusimos a ensayar.
Ensayamos la escena 1, o sea nuestro número estrella, y salió muy bien, de ahí pasamos a la 2 que con la nueva ubicación ganó mucho, pero mucho, la siguiente fue la 3 en la cual se hizo algunas observaciones de movimientos, mientras hacían esa escena empezaron a llegar los camareros, la chica de la limpieza y etc. Fue entonces cuando pregunté una duda logística a Raúl, Elena se nos unió y dejamos sola a la pobre Paula haciendo su monologo, la cual, nos reclamó nuestra atención. Seguimos con la 4 y Elena y yo comentamos algunos problemas de movimientos.
Al elenco de personas que andaban por el salón, mientras ensayábamos, se nos unió, recién llegado de la calle, el técnico de sonido, que reclamó toda la atención de Raúl. Aquello era ya un batiburrillo de personas de un lado a otro, así que decidimos cortar el ensayo e hicimos lo que dice el refrán: “ Si no puedes con tu enemigo únete a él”.
Y nos unimos a él, pero esta vez había dos enemigos, dos bandos, bueno más bien eran dos familias y me uní a ambas, para ello dejé de ser actor y me metí en la familia hostelera del Hotel Urban Dreams y de llamarme Martín para apellidarme Montes y poder entrar en la otra. Al final los tres bandos nos unimos creando una sola familia.
La otra vez que actuamos en Granada, por un lado estábamos nosotros que éramos los actores y por otro los miembros del hotel, pero esta vez como había más confianza todos fuimos uno. Me sentí especialmente bien tratado por todos los miembros del Hotel Urban Dreams de Granada: Primero por los jefes de sala que me dieron mucha confianza a la hora de cargar el móvil o beber agua, me sentí muy apoyado por los camareros y camareras con sus sonrisas y su colaboración, muy ayudado por Antonio, el director comercial, que fue uno más de Saborearte, ya que, estuvo cargando y descargando sillas con nosotros y al terminar me dio hasta las gracias o por el cariño de la chica de la limpieza. Esa mujer es genial, nos llenó de cariño, atenciones, historias, comentarios y sobre todo piropos. Aunque el ensayo se suspendió, Elena decidió que ensayáramos la escena 9, que es una discusión entre ella y yo. Al acabar, la chica de la limpieza, nos confesó que lo pasó mal pues pensó que era real, y lo mejor fue el momento de ver como colocaban los sobre manteles rojos que estaban enrollados en un tubo. Me pareció muy divertido y ayudé a poner uno y hablando de ayudar:
Para aliviar a Raúl de trabajo, decidimos que la tarea de organizar la colocación de los comensales lo hiciéramos entre todos. Elena y yo nos encargamos de la mesa 2 y me lo pasé genial, me reí lo más grande. Lo dejamos perfecto pero he de confesar que lo conseguimos al tercer intento, porque antes estuvimos cambiado tarjetas con los nombre de los comensales y sillas tres horas. Como dijo Elena:” Ponernos juntos tu y yo no es buena idea , porque somos igual de gamberros y la líamos", pero vaya que de todo quiere el Señor, trabajo y risas.
Y que decir de la familia Montes. En el equipo de apoyo llevábamos: a la madre de Elena, que conmigo se portó como tal, se nos nota un cariño mutuo y especial, a Carmen, hermana de Elena, que tiene arte para dar y regalar y Antonio su novio. Había que vernos a todos, es decir, siete personas, montando una simple estructura que necesita la escenografía.
Al final el tan “ deseado” descanso no se llevó a cabo, puesto que tras montar todo y dejarlo listo. Los siete participantes, nos reunimos en una exhaustiva reunión. Fue como si se planeara asaltar el congreso: sincronizamos acciones, funciones, colocaciones, relojes etc. Esa reunión nos hizo acabar a las 19:15, cuando a las 20:00 estábamos citados para empezar. ¡¡ Bien nos quedamos sin descanso!! Pero creo que esa reunión fue la base y lo que aseguró el éxito posterior.
Así que en 45 minutos, nos fuimos a las habitaciones. Yo me duché, me vestí, me maquillé. Algo que me costó horrores, pues la base de maquillaje era nueva y no se me notaba, en cambio, luego me vi marrón. Por cierto, no se la causa, pero en ese momento me sentí muy, muy nervioso.
Y el ultimo detallazo del equipo del hotel fue dejarnos campar a nuestras anchas por el buffet. Yo me "hinché" de cenar y lo pongo entre comillas, porque yo tenía hambre y ganas de comerme medio buffet, pero antes de actuar no es bueno, pero queso, ensalada exótica, pollo al horno y muse de chocolate, no faltó en mi dieta. Ya que estaba todo preparado, no podíamos mancharnos y al no tener donde apoyarnos todo quedó muy cómico puesto que comer vestido de smoking y con el plato sobre las rodillas no quedaba bonito.
Tras comer, Raúl me informó que eran cerca de las 21:00 y ya me fui a mi soledad y tiempo de espera.
Novio de la muerte total.
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