Hemos quedado Anai y yo solos, teníamos deberes por hacer, puesto que en la cita anterior, Salva, nos había dado indicaciones para montar la escena tercera y también nos mandó a ensayar las dos que teníamos ya montadas.
Anai ha llegado puntual, a las 17:00 horas y hemos estado ensayando, sin parar, dos horas.
Que gusto es trabajar con alguien que viene a tu casa a eso, a trabajar y no a perder el tiempo con charlas o bobadas, sino hacer lo que hay que hacer.
Hemos repasado varias veces las dos escenas ya montadas y después, hemos hecho el ejercicio que Salva nos propuso, decir el texto de la escena tres, mientras montábamos castillos con libros, lo hemos pasado genial, porque cada vez que acabábamos la escena, yo tenía montado un castillito y Anai ni siquiera había puesto tres libros en pie, ha sido muy divertido, porque siempre acabábamos riéndonos, ay, es que Anai es especial.
Que diferente es trabajar con ella, donde no hay ego, no hay tensión, no hay nada más que interpretación.
Si he de decir que hoy no he acabado contento con el ensayo, pero hablo de mi como actor, no me he sentido tan abierto como el otro día, el primer día, lo que pasó en casa de Anai fue mágico, las intenciones, la escucha, los personajes salieron solos y hoy yo me he sentido más forzado, más repitiendo entonaciones y cosas planteadas del primer día, técnicamente muy bien, pero no me sonaban reales.
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