
No sabía que me ocurría hasta que me di cuenta, de que
estaba expectante de que sonara el despertador, deseaba levantarme y tener una
nueva jornada de viaje, espera, actuación y vuelta, con mi Xurde y nuestro
Quijote.
Si la vez anterior que fue todo más improvisado, por la
falta de tiempo y lo disfrutamos, esta vez, sería mucho mejor.
Llegamos puntuales a la cita con Diego, previo había
recogido a Xurde en su casa, que por cierto, también lo vi cargado de energía y
positividad.
En la gasolinera de la cita echamos el primer café y luego
al bus.
El viaje fue muy ameno y mucho más corto que lo que todos preveían,
que si dos horas, que si tres horas, que si hora y media. La cosa es que antes
de las once estábamos ya en Sierra Yeguas.

Como llegamos muy pronto, la actuación era a las doce, aparcamos a las afueras del pueblo
y Xurde se fue a por su segundo café yo le acompañé, había tiempo de sobra.

Lo primero que vimos fueron dos casas de hermandad, quizá
por eso me conquistaron nada más llegar. Eso sí me llevé un chasco porque la
Iglesia estaba cerrada.
Tras el segundo café y una charlita al sol, en la
terraza del bar, relajados y tranquilos, nos fuimos para el bus.
Donde sin prisa, ni pausa, lo preparamos todo, todo fue
coser y cantar y a la hora en punto llegaron los niños, que por cierto, no eran
tan niños y comenzamos las funciones.
PD: Atentos a las cortinas que nos encontramos en una
casa, cuando íbamos para el bus, ESTAMOS XURDE Y YO…JE, JE, JE.
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