Nuestra Anai se va a celebrar estas fiestas, con sus
familiares, fuera de Málaga. Nuestro Salvi o Salva, como queráis, se queda en
Málaga pero luego también se marcha a tierras catalanas, así que me quedo,
sólito, en la capital de la Costa del Sol y claro no es lógico que todos los
viernes me marche yo solo a Benalmádena a ensayar, por tanto, hasta que pasen
estas fiestas (realmente hemos decidido que el día 4 de enero nos volvemos a
reunir, pero no sé.. no sé) pues hasta ese día nuestras citas teatrales/gastronómicas,
nuestro laboratorio, nuestros ensayos o como queráis llamarlo se acabaron y el
pasado viernes 15 de diciembre del 2017
fue nuestra última reunión.

No recuerdo el autor de los monólogos, ni se lo voy a
preguntar a Salva, porque creo que forma parte de sus armas como director y
profesor. Yo no voy a confesar su secreto, je, je, je, pero si diré los nombres de los mismos: Judas (que leyó Salva), El gallo Claudio (que leí yo) y El payaso de McDonald
(que leyó Anai). Eso fue lo primero que hicimos, tras nuestro saludo, leímos
estos textos.


Tras eso elegimos los temas de los que "queremos
hablar" en nuestra pieza y son: el amor,
las relaciones, la manipulación
propia y la de la sociedad. Todos estábamos de acuerdo en hablar de dichos
temas, pero creo que todos lo dijimos con la boca chica porque ninguno
estábamos realmente convencidos.

Salva leyó el capítulo uno y dos y fuimos debatiéndolos.
Por cierto, el cuento es bastante duro.
Anai llegó a una conclusión que
ayudó a confirmar una teoría que yo propuse y con la que Salvi no estaba nada
de acuerdo. Nos dejó muertos porque nadie lo había pillado. Era un detalle
mínimo pero que era la clave de todo.

Pues lo dicho Salvi llegó pasada las 12:30, nos fuimos a
casa de Anai y empezamos a trabajar, acabamos sobre las 15:00.
Salvi me acercó de nuevo a la estación de tren y me vine a
Málaga. Llegué sobre las 16:30 y disfruté de un maravilloso almuerzo, lleno de fritanga, salsas y
colesterol en Las Merchanas, rodeado de Semana Santa y oyendo muchos
villancicos.
De nuevo una buenísima jornada de teatro con el maestro y rodeado de una gran compañera. Una jornada que me permitió recuperar el teatro como algo apasionante y digno de
disfrutar y no como un trabajo o un negocio que es como lo veo muchas veces.
Me
preguntó también: ¿De dónde sacará Salvi, siempre, esos magníficos textos?.
Por cierto, para ser la clausura hubo buen teatro, pero poca gastronomía. Esa la guardamos para el domingo siguiente. Anai nos invitaba a almorzar, lo que no
sabíamos, ninguno, era la gran sorpresa que nos guardaba dicha cita del domingo.
Por fin una entrada...ya tocaba.
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