Me tumbé a dormir la siesta, me desperté a la hora planeada, merendé y a las 16:30 salí de casa camino a mi nueva cita con el cocinado. Cuando llegué a la ESAD, pues el pasado viernes 24 de noviembre del 2018 cocinamos allí, por los pasillos ya empecé a oler a comida y vi que salía humo por la ventana, y es que claro mis compis llevaban 10 minutos, ya, cocinando. Llegué tarde, a las 17:10, pero no porque me desentendí, sino porque calculé muy mal los tiempos y organicé mal los horarios.
Pero pese a todo eso, pienso, que para lo tarde que salí, llegué muy bien de hora, por cierto, que fui oyendo un concierto grabado en directo del grupo Mecano en Valencia en 1984.
Cuando entré a la cocina, Elena estaba ejerciendo de maitre sentada en su mesa y Paula y Raúl andaban sudando la gota gorda frente a los fogones, con sus cuchillos, los trapos y el plato 8 en las manos.
Sutilmente saludé, sutilmente solté mis cosas, sutilmente puse a cargar el móvil, sutilmente me senté en el suelo en un rincón y como no me pidieron que opinara, cosa que agradecí porque estoy a un paso de convertirme en el compañero odioso, me puse a informar, por Instagram, de que ya estaba cocinando.
Tanto Paula como Raúl recibieron mucha caña, los pobres ya no sabían qué condimentos echar o qué alimento cocinar, así que Elena les dio un respiro. Salieron a seguir cocinando mentalmente y de forma teórica su plato. Apagaron sus fogones , pero Elena y yo encendimos los nuestros y cocinamos nuestro plato 9.
Fue curioso porque yo empecé a dudar y prácticamente hubo pasos de la receta que no me acordaba y varias veces tuvimos que repetir el plato mirando la receta. Después de ese tropezón ya lo hicimos perfecto, yo deje de dudar, gracias a Dios y pasamos al siguiente plato.
Se volvió a repetir el plato de 8, y habían mejorado muchísimo. Yo propuse hacer el 7, el 8 y el 9 y ya trabajar el 10 que era el que nos quedaba por tocar más.
Paula propuso hacer un cocinado del 10 para recordar, con la receta en la mano, se siguieron los pasos y fue muy bien, hasta que la maitre decidió quitarle a Paula la receta de las manos.
Esto hizo que se repitiera una y mil veces cada paso del cocinado y que se comenzara a repetir casi sin sentido, la pobre Paula se llevó alguna que otra regañuza. El cocinado llegó a ser una repitición constante de cada paso.
Esto para ella fue una presión y para mí agotador, pero hay que ser positivo y lo usé como un entrenamiento para el audiovisual.
Todo el mundo dice que el audiovisual es más fácil que el teatro, porque en el audio se puede cortar.
Para mí siempre ha sido lo contrario, porque en el teatro cuando empiezas ya no acabas y las situaciones, los textos y los compañeros te llevan a un viaje emocional, pero en el audiovisual, debes pasar de una emoción a otra, según lo que se vaya a grabar en ese momento, sin continuidad, sin nada previo y debes repetir lo mismo, con movimientos y gestos idénticos mil veces, así que como repetimos tantas veces los mismos fragmentos lo usé, ya digo, como entrenamiento audiovisual.
Paula estaba muy presionada, todo giraba en torno a ella y en que consiguiera el nivel que se le exigía, la pobre ya no podía más y yo pedí hacer el plato 1, que controlamos perfectamente, para relajarla. Así fue, ya más tranquila, empezamos a cocinar, en serio, y repetimos mil veces el plato 10.
Por cierto, una de las veces me pareció oír a Elena decir, tras uno de mis cambios de emociones: " ¡¡Qué bueno es!!."
Una vez el plato 10 cocinado, pese a las horas que eran, tuvimos el valor de cocinar el menú completo y sin parar, por cierto, que yo descubrí y encendí unas luces, en la cocina, que daban un aspecto muy teatral al cocinado. De hecho, me recordaba a mis años en la ESAD y al principio me puse un poco nervioso.
Seguimos adelante y a las 22:00 h. con un fuerte aplauso, concluimos el cocinado. Yo estaba tan reventado que a veces pensaba si me mantendría en pie.
Por cierto, ese ensayo tan machacón para Paula, me sirvió para acercarme por primera vez a ella, porque muchas veces la abracé, le cogí de la mano o la animé. Cosa que ella me agradeció sinceramente y eso nos unió.
Fueron cinco horas de cocinado dándolo todo.
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