" Me da igual que la pieza dure más de lo previsto. Pensé que íbamos mal de tiempo porque íbamos rápido, pero no tengo ningún problema en acabar más tarde. Me da igual no descansar entre pase y pase."
Es que Rebeca, anoche, se lo pasó muy bien. Bueno creo que el pueblo de Alhaurín de la Torre, Dani y yo y todos los que estábamos allí también lo pasábamos muy bien. Ahora os relato las crónicas de los dos pases que hicimos:
1.- Pase de estreno:
El pase salió muy bien, pues se cumplieron los plazos de actuación de cada actor, ocurrió todo lo que estaba establecido y tal cual estaba previsto que ocurriera. No fallaron las luces, no falló el sonido, los encuentros entre los personajes fueron perfectos y sobre todo lo que era más peligroso, no falló ni la maquina de humo, ni la música. Sé que en un estreno esas cosas no deben ser preocupantes, puesto que se supone que todo eso ya se ha trabajado y asentado en los ensayos, pero os recuerdo que nos dejaron sin el ensayo general, que nos lo suspendieron, asi que todo estaba muy claro y planificado en nuestras cabezas, pero lo difícil era que todo saliera bien en la práctica y por suerte todo salió.
Derroche que no siempre es bueno, porque puede quedar exagerado o aturdir al público con tanto exceso.
Mi primera aparición que era muy breve, en ella me asomaba a un lugar, veía la llegada del público y huía de él. Me asomé y estaba en total oscuridad, creo que no me vieron.
Otra cosa que me preocupaba era el tiempo, no quería que el pase durara menos de los 45 minutos, que habíamos prometido, pero tampoco más, para que mis compis pudieran descansar entre pase y pase.
Cada vez que no actuaba y me encontraba al jefe, Emilio, le preguntaba por la hora y el tiempo que llevábamos. Eso fue otra de las cosas que me hizo ir acelerado, porque tenía mucho texto y no quería robar tiempo a mis compañeros.
En la siguiente parte, si jugué mucho con la gente, estos estuvieron muy atentos, pero no tenía ni un cuerpo, ni un personaje muy definido y algunas cosas las hacía Lolo. La parte didáctica, la tenía muy preparada y la hice muy bien, pero quizá no me fijé mucho en el público y no fui muy atrayente, entre otras cosas por el tema de la distancia y no acercarme a ellos.
2.- ¡¡¡ Este sí!!!, ¡¡¡¡ este sí!!!
Casi no nos dio tiempo a descansar puesto que cuando finalizó el primer pase vinieron unos niños a saludarnos y se hicieron unas fotos con nosotros. Después del acto promocional nos metimos en la sala donde nos habíamos cambiado, nos tomamos un poquito de agua y Emilio nos avisó que ibamos a empezar.
Esta vez empezamos con ganas, ya habíamos estrenado, y ahora lo que nos quedaba era disfrutar, no había presión, ni tensión por el tiempo, puesto que al no haber otro pase después, podíamos ir tranquilos y relajados, además el pase anterior que fue un poco acelerado sobrepasó los 45 minutos, si en este ibamos a ir más relajados, completábamos el tiempo pactado sí o sí.
Ahora había que disfrutar y eso hicimos. De hecho antes de salir, Dani dijo la siguiente frase: “Ahora os vais a enterar porque me voy a recrear. "
Y eso hicimos todos, recrearnos.
No me concentré nada, es más, antes de mi primera aparición, esa en la que me asomaba y luego me iba, estuve hablando con Emilio, contándonos cotilleos, charlando de nuestras cosas etc. Hasta que oí que venía Dani, me metí en el papel y a actuar. Esta vez, como todo estaba tan oscuro, mi aparición la acompañé de palabras, onomatopeyas y gestos que me hicieron visible.
La siguiente aparición, que muestra mi relación con Dani, fue mucho más interactiva con él y con el público y quedó muy graciosa, pues, oí muchas risas y comentarios. Esta vez estaba en la actuación, disfrutaba cada momento y eso se hacía notar, pues al yo saborear cada instante el público también lo hacía. De hecho cuando expreso mi deseo de no quedarme con el grupo, esta vez no fui seco, sino más bien, asustadizo, perezoso, caprichoso y la gente conectó conmigo al instante. De hecho la presentación del duende, que hacía con una pandereta, confetis de hoja secas, rimas y cuatro pasos de baile, lo hice tan metido en lo que hacía, que acabó con un sonoro aplauso del público.
Después del aplauso me sentía aún más seguro pues ya sabía que ese público era agradecido y que los tenía en el bolsillo.
Esta vez el duende estuvo infinitamente mejor, llené el texto de matices, jugué mucho el personaje y las situacuones.
Corporalmente estuvo casi perfecto, pues mantuve una posición constante del Arlequino de la Comedia del Arte, con cambios posturales muy curiosos.
Su comportamiento fue mucho más infantil, mucho más agradable, mucho más cercano, mucho más simpático. De hecho cuando conté el problema de la historia, un problema amoroso que me hacía llorar, la gente empezó a comentar y a sonreir, en plan pobrecito.
El publico fue genial. Mi personaje era muy materialista, solo pensaba en el trabajo y en cuidar su jardín, por ello, de vez en cuando se acordaba de alguna tarea que tenía pendiente de hacer y se iba dejando al público plantado. Cuando volvía se los encontraba sin querer, pues ya no se acordaba de ellos y bien se sorprendía o se asustaba. Todo esto lo hice mucho más tranquilo que la otra vez, con expresiones mucho más claras y concretas, esto hizo que todos los reencuentros fueran recibidos por risas y comentarios.
En el grupo había una mujer mayor que lo comentaba todo y a todo le daba solución y a la que estuve respondiendo toda la noche. Era un público muy abierto, muy dado al cachondeo, yo le di marcha, pero debido a las normas de seguridad, iba un poco asustado y no fui todo lo bullanguero que podría haber sido y que ellos demandaban. De hecho cuando llegó la parte más infantil de la pieza, jugaron como si tuvieran 8 años y qué lástima que por el virus, no pude dar más.
La parte didáctica/cabaretera, quedó de lujo, más tranquilo y seguro y con ello los hice disfrutar más, al juego inicial entraron de maravilla, al acabar la presentación de mi primera planta hubo risas, a la segunda un comentario que respondí y a la tercera una gran reacción. ¡Qué guay iba todo‼ El primer encuentro con Rebeca quedó muy bien, pues se entendió más que la otra vez y le coloqué al público súper bien. El segundo corporalmente quedó perfecto y el texto que fue improvisado, estuvo lleno de sentido y naturalidad.
Después ya le tocaba actuar a mis compañeros, asi que ese tiempo libre, lo dediqué a sentarme tranquilo a descansar en el auditorio, a deambular por ahí, a recoger cosas y a esperar el final junto a Rebeca, mientras disfrutábamos a escondidas del arte de Dani.
Esperaba que en la parte improvisada donde el público tenía que dar la clave final de la historia, ese público tan maravilloso lo diera todo, pero estuvieron muy callados y casi no dijeron nada.
Y acabamos con todo el encanto que el final tenía que tener y lo tuvo. La gente estuvo muy integrada y creo que se notó que los tres ya estábamos tranquilos, que ya habíamos llegado al final, que habíamos cumplido, que había salido bien y que estamos contentos.
Creo que el final fue nuestro regalo, lo disfrutamos un montón.
En resumen que aunque con cositas fue una noche magica, explendida y llena de encanto. "
Esta vez el duende estuvo infinitamente mejor, llené el texto de matices, jugué mucho el personaje y las situacuones.
Corporalmente estuvo casi perfecto, pues mantuve una posición constante del Arlequino de la Comedia del Arte, con cambios posturales muy curiosos.
Su comportamiento fue mucho más infantil, mucho más agradable, mucho más cercano, mucho más simpático. De hecho cuando conté el problema de la historia, un problema amoroso que me hacía llorar, la gente empezó a comentar y a sonreir, en plan pobrecito.
El publico fue genial. Mi personaje era muy materialista, solo pensaba en el trabajo y en cuidar su jardín, por ello, de vez en cuando se acordaba de alguna tarea que tenía pendiente de hacer y se iba dejando al público plantado. Cuando volvía se los encontraba sin querer, pues ya no se acordaba de ellos y bien se sorprendía o se asustaba.
Todo esto lo hice mucho más tranquilo que la otra vez, con expresiones mucho más claras y concretas, esto hizo que todos los reencuentros fueran recibidos por risas y comentarios.
En el grupo había una mujer mayor que lo comentaba todo y a todo le daba solución y a la que estuve respondiendo toda la noche. Era un público muy abierto, muy dado al cachondeo, yo le di marcha, pero debido a las normas de seguridad, iba un poco asustado y no fui todo lo bullanguero que podría haber sido y que ellos demandaban. De hecho cuando llegó la parte más infantil de la pieza, jugaron como si tuvieran 8 años y qué lástima que por el virus, no pude dar más.
La parte didáctica/cabaretera, quedó de lujo, más tranquilo y seguro y con ello los hice disfrutar más, al juego inicial entraron de maravilla, al acabar la presentación de mi primera planta hubo risas, a la segunda un comentario que respondí y a la tercera una gran reacción. ¡Qué guay iba todo‼
El primer encuentro con Rebeca quedó muy bien, pues se entendió más que la otra vez y le coloqué al público súper bien. El segundo corporalmente quedó perfecto y el texto que fue improvisado, estuvo lleno de sentido y naturalidad.
Después ya le tocaba actuar a mis compañeros, asi que ese tiempo libre, lo dediqué a sentarme tranquilo a descansar en el auditorio, a deambular por ahí, a recoger cosas y a esperar el final junto a Rebeca, mientras disfrutábamos a escondidas del arte de Dani.
Esperaba que en la parte improvisada donde el público tenía que dar la clave final de la historia, ese público tan maravilloso lo diera todo, pero estuvieron muy callados y casi no dijeron nada.
Y acabamos con todo el encanto que el final tenía que tener y lo tuvo. La gente estuvo muy integrada y creo que se notó que los tres ya estábamos tranquilos, que ya habíamos llegado al final, que habíamos cumplido, que había salido bien y que estamos contentos.
Creo que el final fue nuestro regalo, lo disfrutamos un montón.
En resumen que aunque con cositas fue una noche magica, explendida y llena de encanto. "
Las segundas partes siempre fueron buenas.
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