El viaje en bus que hice el jueves 27 de agosto del 2020, bueno, bueno, no fue.
Realmente si lo fue, se me hizo muy corto y la compañía no podía ser más excelente: La del buen compañero, artista, buena gente y siempre noble, Dani.Para que veáis si es noble que tras salir del trabajo, fue a su casa a comer, preparó todo para la actuación y se fue para la estación de autobuses a donde llegó antes que yo y eso que las distancias de un lugar a otro eran de todo menos cortas.
Él suele ser puntual y muy responsable. Yo pese a que salí bien de casa iba con el tiempo un poco pegado, así que cuando llegué, me lo encontré ya en el andén al lado del bus, muy sonriente y con los billetes en la mano. El pobre pese a todo lo que había hecho antes de llegar, los sacó y me esperaba.
Tras ese viaje, nos bajamos del bus, cruzamos esa plaza enorme, sin sombra y a alta temperatura, pero yo era el más feliz del mundo pues por fin estaba al aire libre.
Para celebrarlo incité a Dani a comprarnos un helado e iniciar el trabajo de la forma más fresca y dulce posible.Pero cuando estábamos guardando la cola, Dani recibió una llamada, era nuestra compañera Rebeca, que le informaba de que ya había llegado y nos esperaba, así que tuvimos que abortar la operación helado.
Después de abortar la operación helado, Dani y un servidor, cargados de vestuario y atrezo, muy apurados por ir atrasados y muy acalorados porque eran las 18:00 h. En pleno agosto nos dirigimos apresuradamente y algo avergonzados a la finca El Portón, cita en Alhaurín de la Torre.
Apresurados y avergonzados porque del elenco de los 3 actores que formaban la pieza Alhaurín mágico, éramos 2 los que llegábamos tarde, pues Rebeca, nuestra compi, que no es muy aficionada a la puntualidad, esa tarde lo fue y más que un reloj suizo, cosa que nos sorprendió muy gratamente.
Pero las sorpresas no se quedaron ahí. Llegamos a la finca, esta estaba cerrada y no sabíamos cómo entrar y de pronto vemos aparecer por los caminos del jardín a una Rebeca, lozana, alegre, sonriente, que se dirige a nosotros, muy feliz, a abrirnos las puertas. Vamos como toda una señora cortijera que nos recibe en su finca.
En 5 o 6 minutos que llevaba en el jardín ya lo había hecho suyo y se había hecho íntima de los miembros del equipo técnico.
Ella venía a abrirnos por tanto el previo ya iba a comenzar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario