El miércoles 14 de julio del 2021, tras cruzar el patio del colegio nos fuimos directamente al hall donde había un batiburrillo de todo tipo de cosas. Allí se acumulaban las escenografías de los 5 días de funciones. Para nosotros aquello era un jaleo pero Antonio lo tenía todo perfectamente controlado. Ese hombre tiene un gran merito.
Yo iba de subidón, con la adrenalina a tope. Estaba deseando que se pusiera en marcha toda la maquinaria, estaba tranquilo, feliz y satisfecho. Sabéis que no me gusta nada estar totalmente estático sobre un escenario, me suele poner nervioso, pero en la pieza que estrenábamos esa noche esto no ocurría. Estaba compuesta por sketches muy dinámicos y muy breves. Pasaba pocos minutos en escena y casi siempre moviéndome, es decir, que no había nervios. Mi única intención era pasarlo bien.
Además los personajes eran mucho más ricos y con más matices que los del año anterior. Eso me hacía sentirme más integrado en las piezas y más contento como actor, si Antonio me había dado más responsabilidad quizá era porque le gustaba mi trabajo, ¿no?.
Solté mi maquillaje y mi vestuario en el comedor del cole
como el año anterior y fue entonces cuando todo cambió, Antonio nos convocó al equipo completo para una reunión urgente.
En esta nos informaba, que debido a un hecho externo a nosotros, las normas y medidas anti Covid se debían extremar de manera exhaustiva. A partir de ese momento me asusté terriblemente.
Ya solo me preocupaba aislarme de todo el mundo, mantener distancias, no tocar nada y limpiarme las manos.
En un segundo veía que todo pasaba a mi alrededor como una película y yo era alguien externo, un mero observador. Estaba allí, pero no estaba, quería huir, me sentía muy, muy raro. De hecho mientras Antonio gestionaba distintas cosas, Juan, María y yo aprovechamos para repasar, y yo no daba pie con bolo. Al acabar, le comenté a Juan, que no tenía la cabeza en el teatro y él me dijo que lo sabía y lo entendía.
Tras algún que otro repaso más, me dispuse a preparar toda mi ropa en el escenario.
Después de solucionar todas las gestiones eran las 19:30 h, y de nuevo Antonio nos convocó en un área de sombra del patio, para realizar el ensayo de la escenografía. Cada sketch necesitaba una, y aquí vimos qué había que poner, quién montaba y quién desmontaba cada escena. Yo como tenía muchas escenas seguidas y con grandes cambios de vestuario, no me encargaron nada, mejor. Tras informarnos se hizo un repaso de estos cambios.
Yo lo controlaba todo, menos los miles de cambios de vestuario, no sabía si me daría tiempo, por eso deseaba empezar el ensayo general en el escenario, para ver la obra con el espacio y el tiempo real, y así saber si eran materialmente posible dichos cambios, pero muchas barreras empezaron a separarme de ese ensayo soñado.
La primera fue que se rompió el ordenador, con lo cual no teníamos música para la obra, Antonio entro en pánico, yo intenté mínimamente, dentro de mis bastos conocimientos, ayudar, Juan lo hizo más activamente y Manu lo solucionó magistralmente. Ese chico es muy resolutivo.
Cuando Antonio volvió a la vida tras arreglar el ordenador, empezamos dicho ensayo.
Yo seguía anhelando hacerlo sobre el escenario, pero de nuevo dos cosas me separaron de él: El sol que caía a pedazos sobre el escenario que unido al calor, hacían que si ensayábamos allí nos íbamos a achicharrar literalmente, y los técnicos, que al ser el primer día de festival estaban aún colocando los focos. El único interés de ese ensayo para mí era probar los cambios de vestuarios, quise probarlos aunque se hiciera fuera del escenario, pero se me invitó a no hacerlo.
Se hizo el ensayo y salió bien, bastante bien. Como dije anteriormente tenía cero nervios, pero si es cierto que ese nivel de adrenalina y disfrute con el que llegué, seguían transformados en miedo y precaución.
Recuerdo que al acabar una de mis apariciones. Un pequeño monologo que tenía que empezar feliz y acabar destrozado en el llanto, mi compi Marisol, lo definió como: "
Lolo es que lo has hecho demasiado bien", puesto que al acabar, la indicación que me hizo Antonio fue que lo llevara por la comedia que ese era el fin de la pieza.
Sobre las 21:00 h, el ensayo había acabado y los técnicos también, ya no hacía tanto calor, pero hubo otro hecho prioritario a mi, dichoso, ensayo para probar los cambios de vestuario y fue el sonido.
Nos empezaron a microfonar, hicimos pruebas de sonido etc. En resumen, que ese ensayo con vestuario pasó a la historia, se me dijo que me fuera adaptando a las circunstancias. También es cierto que tras el ensayo, me hice una composición en mi cabeza sobre como hacer los cambios, pensé que podría llegar a todos y ya estaba más tranquilo.
Después llegó un tiempo de descanso que aproveché para hacerme con el escenario, repasar cosas, hablar con casa y aislarme. Tanto me aislé que hasta las 21:30 h, no empecé a vestirme y a maquillarme, es decir, cuando ya todos mis compañeros habían terminado y podía hacerlo solo, tanto apuré el aislamiento, que subí al escenario unos 10 minutos antes de empezar.
Ahora había que olvidarse de todo, porque el show debe continuar.
QUE GRANDE ERES
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