Ayer, viernes 21 de abril del 2017, después de los
sobresaltos y los mareos del Viaje con el Quijote, después de reponer energías,
almorzando y con una siesta de una hora, después de un pedazo de ensayo con
José y Fabiola, que tras un mes sin
vernos no dejaron sorprendido, muy gratamente, me fui, corriendo, tras dicho
ensayo a la Alameda Principal, donde pillé el bus, por los pelos y llegué puntualísimo
al Botánico.
Entrar en el Botánico sin el estrés de querer irme a ver
tronos, sin los previos de Semana Santa y pensando: "voy a pasarlo bien y
echar las horas que hagan falta", hizo que el jardín volviera a recuperar,
de un golpe, toda su magia. Es más, hasta Rebeca me echó en cara, mientras yo
fotografiaba a una rana que miraba una fuente,
que al final con su influencia acabaría gustándome el campo.
Yo iba cargado de ropa, para hacer un ensayo con vestuario,
pero fue llegar y me dijeron que era sin vestuario, pero bueno, como tenía el espíritu
"power flower" me dio igual.
Eso sí el abrigo del sr. Loring,
lo usé para el ensayo y para protegerme de las bajas temperaturas que a ciertas
horas hace en la Finca.
El tiempo no parecía que estuviera muy de acuerdo con el
ensayo, porque el cielo estaba rojo e incluso habían caído algunas gotillas
mientras venía de camino, pero al final no llegó la sangre al rio, porque
hicimos el ensayo completo. No llovió y yo, pese a que iba abrigado como un
esquimal, porque empezaba a sentir síntomas de resfriarme... no pasé a penas frio.
Miento no fue un ratito, ni mucho menos, fueron casi cuatro
horas, pero el tiempo se nos pasó a todos volado. Eso quiere decir que estábamos
a gustito, como Ortega Cano.
Es más, yo en la última parte del viaje, feliz porque era
muy temprano y podía llegar a casa y cenar un pedazo de plato de pollo al
ajillo, que había cocinado mi mamá, miré el reloj y eran las 23:40 y pensé. “¿Cómo
ha pasado tanto tiempo, sin darme cuenta?" pero cuando los demás
compañeros fueron viendo la hora que era pensaban lo mismo que yo.
La crónica del día es fácil, llegué, nada más llegar, Soraya
me dijo que estaba muy morenito y muy guapo. Empecé muy bien, luego Úrsula
estaba terminando de hacer una prueba de maquillaje a Dani y tras hacérsela y
limpiarse, charlamos, muy poco e hicimos un recorrido completo de la visita. Íbamos,
juntos, todos los compañeros, veíamos las escenas y monólogos completos y dábamos
nuestra opinión. Yo hablé poco. No me mola mucho juzgar el trabajo de otros.
Fue así de simple, pero para ello tardamos tres horas y
mucho, pero nos reímos tanto que yo lo pasé genial,
Recuerdo, el placer que es ver a Juampe actuar. Mi gran
Anai me dijo, tras trabajar con él, que era un monstruo y que sabía lo que hacía.
Yo hoy lo confirmo, es un animal
de escena y verlo dar indicaciones, actuar, ayudar y organizar es un lujo. Yo
estaba callado, con los brazos cruzados y los ojos como platos viéndolo, porque
eso es para disfrutarlo.
Luego estaba el otro grande, Dani, que dudaba si hacer su
papel o no y a mí me pareció una dulzura, qué bien lo hace, cómo se deja
llevar, qué arte natural tiene y qué creativo es.
También vimos a David, que lo bordó, a Rebeca, pero hizo
un pase más a la italiana y no lo pude disfrutar mucho y Úrsula que apenas
actuó, solo organizó su recorrido.
Yo soy el penúltimo y tenía miedo a aburrir a mis compañeros.
Soy quizá el personaje menos fantasioso,
más serio del show y tengo miedo a aburrir, pero creo que no, que gustó y mis
compañeros se reían.
Es verdad, que el monologo lo tenía muy bien planteado, pero
las escenas con mis compis no y quedaron
más feíllas.
Pero me pasó algo extraño, una parte del texto la improvisé y la otra que estaba escrita, casi también, pero
me sentí muy bien, era como que el personaje hablaba por mi boca y usaba mi
cuerpo para expresarse.
Vi por primera vez, eso que nos enseñaban en segundo de
" el cuerpo imaginario", esto es, si tú ves como es el cuerpo de tu
personaje, aunque no tenga nada que ver con el tuyo, y tú te lo crees la gente
te ve con otra impronta y te reconocen, tu cuerpo, distinto y más similar al
personaje.
Yo iba andando por las salas de la casa y me sentía más alto, más gallardo, más elegante.
Debo decir que a mis compañeros gustó el personaje, pero yo
me sentí muy a gusto, porque deje fluir y fui creando y desarrollando de la
nada, dejé al personaje expresarse solo.
Ya digo salí muy contento, por el sitio, por mi trabajo, por mis compañeros y sobre todo porque me iba
a comer mi pollo al ajillo.
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