Siempre hay alguien que define muy bien cómo ha ido la
función. Esa persona suele soltar una palabra o una frase que lo resume todo a
la perfección. En el Botánico, este verano, solía ser Rebeca y hoy, jueves 30 de
noviembre del 2017, ha sido Miguel (técnico
de luces y sonidos). Este ha dicho al acabar: "Bueno ha ido bien, hemos
salido del bolo", o algo parecido, siempre olvido las frases exactas, pero quería decir, que hemos cumplido con nuestra obligación, que lo hemos dado
todo y hemos hecho el show, lo mejor posible, dentro de nuestras posibilidades.
Como leísteis en la entrada anterior y ya sabéis, esta pieza me encanta pero el hecho de pasar tanto tiempo, sentado, en escena, mientras actúan los demás, me pone un poco de los nervios, por tanto, antes de comenzar estaba nervioso por eso y por mis cosas, pero cuando acabó mi penúltima intervención, previa al final, estuve oyendo a Adri y me empezaron a venir imágenes de Nacho. Comencé a ver su cara, su sonrisa, su pelo, sus gestos y de nuevo las lágrimas vinieron a mis ojos.
Luego, en los momentos de los aplausos no me lo quitaba de la cabeza. Por un lado estaba muy triste, pero por otro lado, feliz. Todo eso lo que vivía era gracias a él y estaba absolutamente agradecido por su ser, por lo que me dio y me regaló y porque lo sentía cerca.
Y ese sentimiento, creo, que un momento u otro, todos los
compañeros lo hemos sentido hoy, por eso la frase de Miguel de: "Hemos actuado lo mejor posible dentro
de las nuestras posibilidades o circunstancias de hoy".
Durante la mañana no he sido consciente de eso, pero cuando
me dirigía a mis clases, ya a las 15 horas y pensaba en la actuación. Me daba cuenta, que echando la vista atrás, hoy también hemos estado
perdidos. Nos faltaba algo muy importante. Todos hemos hecho lo que había que
hacer, donde y como había que hacerlo, pero sin ese timón, sin ese pilar que te
daba seguridad, retroalimentación y apoyo constante.
Pero pese a todo eso, hoy ha llovido en Alhaurin de la
Torre, en su Casa de la Cultura Vicente Aleixandre, concretamente para 178
niños de los institutos del pueblo y Adri, Pepa, Fernando, Miguel y yo hemos
sido los responsables de ello.
El público fue buenísimo, pero bueno de verdad, atentos y
pendientes en todo momento a la pieza. La pieza es dura y bastante dramática,
por tanto, la función de mi personaje es aflojar y divertí. Lo cumplí
y con creces, cada intervención de Simón era recibida con risas y algún que
otro comentario de alegría, cuando hice una de mis acrobacias se oyó un:
"oh", casi generalizado.
La profesora, antes de empezar, les advirtió tanto de que
no hicieran ruido y como eran tan buenos y estaban rodeados de "mediadores" ( niños más mayores,
que los ayudan a solucionar problemas) han estado un poco cohibidos y cuando yo les
pedía colaboración, palmas, gestos o comentarios, no respondían y cuando había
un amago de que iban a hacerlo se oía un: "shuu".
Había pasado nervios en el previo, pero justo antes de
empezar, no solo estaba tranquilo sino que estaba deseando salir.
Empiezo con una canción y estaba deseando hacerla. Entré, sorprendí, gusté y me metí a los niños en el bolsillo, desde el segundo uno, pero como digo eran poco colaboradores.
A cada cambio de idea, le di una intención y un tiempo de transición. Este tiempo fue mínimo para no perder el ritmo, pero el necesario para tampoco ir acelerado como en el ensayo. Y ya digo cada cambio era recibido con risas.
Empiezo con una canción y estaba deseando hacerla. Entré, sorprendí, gusté y me metí a los niños en el bolsillo, desde el segundo uno, pero como digo eran poco colaboradores.
A cada cambio de idea, le di una intención y un tiempo de transición. Este tiempo fue mínimo para no perder el ritmo, pero el necesario para tampoco ir acelerado como en el ensayo. Y ya digo cada cambio era recibido con risas.
Me ha costado tanto, en las primeras representaciones de la
pieza, que mi personaje sea divertido que ahora el hecho de que Simón salga a
escena y los niños se rían han hecho, que acabe mi primera intervención y me vaya feliz a mi silla.
Las transiciones, entre escenas, han ido muy bien.
Quizá, hoy, he jugado menos con Adri, entre otras cosas porque estábamos en luz y no quería robar foco y porque la pobre Adri, se ha pasado mucho rato arreglando el cubo de colores que yo he estropeado.
Quizá, hoy, he jugado menos con Adri, entre otras cosas porque estábamos en luz y no quería robar foco y porque la pobre Adri, se ha pasado mucho rato arreglando el cubo de colores que yo he estropeado.
En la escena larga donde estoy solo y sentado me he sentido
muy tranquilo y pasando eso con éxito, la pieza ya está chupada.
Mi segunda intervención ha estado muy bien. Al principio me ha costado un poco más enganchar con los niños, también me he sentido más torpe, pero tras la primera acrobacia, he vuelto a enganchar y de nuevo cada idea o acción ha sido acompañada de risas. Por cierto, la segunda acrobacia no me salió y no he mirado mucho a Adri, estaba más pendiente a que el público se riera.
La tercera intervención que me salió tan liada en el ensayo,
me ha salido perfecta, súper clara y segura, pero el chiste final no he
sabido cerrarlo bien y no lo han pillado, pero no por nada, sino porque yo no
se lo he dado.
Fernando, me pidió, que en el final yo debería ser el punto cómico y no he
parado de payasear y los niños de reírse.
Mi final ha sido muy bueno, porque todo el auditorio ha reído.
Y en el monologo de Adri, de nuevo, lágrimas.
No es esto una cura de egocentrismo, pero es que me ha
costado tanto, hacer a Simón divertido que ahora que lo es, quiero decirlo y
reflejarlo, porque me hace sentir feliz y porque sé que a Nacho lo haría muy
feliz.
Tras la función, ha habido debate, donde los niños nos preguntaban
cosas. Al final va a resultar que sí soy egocéntrico, porque ese momento de solucionar dudas y recibir
felicitaciones me encanta. De hecho nos han preguntado si la pieza nos emociona.
Yo he dicho que sí, he contado mi por qué y los niños me han aplaudido.
Nunca hablo de los post, pero hoy quiero hacerlo porque ha
habido momentos maravillosos, que hacen, como siempre digo, que la vida valga
la pena: Los cinco actores, contando la recaudación, porque nos la han dado en
monedas de euro, ha sido maravilloso o el momento de desayunar en la plaza del
pueblo, con el vestuario y las seis sillas de atrezo... vamos que ni Femando Fernán
Gómez en el Viaje a ninguna parte.
Y luego cuando me han dejado, cerca de casa, me he ido a
pasear por el Centro Comercial Rosaleda, que hacía años que no iba, también he
pasado por Martiricos el barrio de mi niñez y me ha encantado, porque iba tan
sereno, tan feliz y tan satisfecho por haber cumplido mi misión, que hace que
todo los nervios anteriores sean más que compensados.
Hasta marzo Simón y perdonar la entrada tan larga.