Hoy, viernes 1 de junio del 2018, se inician las obras de
reconstrucción y reforma del Teatro Alameda.
Dentro de un año y medio, Málaga,
dispondrá de un gran teatro, donde se montarán grandes espectáculos que darán trabajo a gran cantidad de actores malagueños y mejorará mucho la oferta
cultural malacitana.
Bueno, todo esto es lo que nos cuenta, pero como siempre
digo que dice mi hermano:" No se
pueden tener expectativas" o sea, que hasta que no lo vea...
Se dice que : "Para atrás
ni para coger impulso” y que “ Tiempos pasados nunca fueron mejores”,
yo no sé si creer estas frases, pero os propongo algo: Viajar en el tiempo unos años,
concretamente 35. Os voy a colocar
en noviembre de 1983.
Ese 19 de noviembre de 1983, yo solo tenía 7 años, mis
padres me llevaron a un lugar, por la noche, donde vi a alguien. Ese lugar me
impactó un montón. Aun recuerdo algunas sensaciones.
Era algo que me llenaba y me atraía y allí vi a alguien que
me volvió loco, tanto que aun hoy sigo siendo su fans. Ese lugar era el teatro
Alameda y esa persona Lola Flores con su
Concierto de las Flores.
Para que veáis que no miento, mirad si esa mujer y la magia
del teatro me capturaron, que al día siguiente en el cole hice un dibujo de lo que vi. El dibujo
permaneció colgado en la pared de clase todo el año y aun lo conservo. También
conservo el programa de mano.Supongo que deseaba tanto recordar esa experiencia, que con tan solo 7
años, guardé ese recuerdo físico como oro en paño.
Ahora viajamos unos años más cercanos y nos colocamos en 2001.
Un gran musical y una gran actriz vienen a Málaga y vienen al
teatro Alameda. Este es Hello Dolly y
ella nada más y nada menos que la gran
CONCHA VELASCO. Después he visto grandes musicales y a Concha mil veces, pero
esa fue la primera vez.
Era impensable que ese musical viniera a Málaga y mucho
menos que yo fuera a verlo. Fui con mis padres pero nos sentamos separados.
Lo recuerdo
perfectamente sentado en el lateral derecho, en la segunda o tercera fila y cuál
fue mi sorpresa cuando empieza la pieza, se abren las puertas del patio butaca y
aparece esa bestia llamada Concha Velasco entre el público. A mi madre le dio una tarjeta y pasó por mi
lado. Luego todo fue a mejor. No recuerdo mucho la pieza pero sí que era una montaña
rusa que me llevaba de un sitio a otro.
Con el pasar del tiempo vi en esas tablas, que yo recuerde,
a: Kike San Francisco, María Barranco, Antonia San Juan, Arturo Fernández, Paz
Padilla, Nati Mistral, Paco Valladares, al gran Raphael, Salva Reina, Virginia Muñoz
y supongo que a muchos más.
Pero lo que nadie me contó era que 11 años después sería yo el que estaría sobre esas tablas.
Lo que empezó como una sola actuación benéfica, acabaron
siendo 4 días de representaciones, un día hicimos hasta doblete, en el Teatro
Alameda, a taquilla (o sea cobrando como actor profesional), patrocinados por
la Cofradía de Viñeros, bajo la producción de Eduardo Nieto, la dirección de
Nuria, con el vestuario hecho a medida por la gran María Domenech, haciendo el
papel de Don Luis Mejía y en la obra de Don Juan Tenorio. ¿Se puede pedir más?
Por primera vez, actuaba en Málaga capital y en un teatro
grande, en condiciones y conocido.
Quizá pecamos de ambiciosos, quizá la calidad artística de
espectáculo no fue la suficiente o la
necesaria, pero fuimos unos valientes. Carecíamos, TODOS, de experiencia
suficiente para hacer esa obra tan mastodóntica que hicimos pero casi 100
actores nos echamos al fango y con cariño, ganas, esfuerzo, ilusión y unión,
levantamos el telón del Alameda cuatro días y estoy muy orgulloso de ello.
Recuerdo, que cada día salía a escena muy nervioso y aunque
mi primer texto, en la taberna, era muy picado y corto, a mí se me hacía largo,
en cambio era empezar mi primer monologo y crecerme, controlaba el cuerpo, el
espacio era mío, me paseaba por el texto, jugaba con él y con los compañeros y
me sentía el amo del mundo. ¡Como lo disfrutaba y como lo recuerdo!
Era curioso, también, en mi segunda escena, estaba solo en ese
escenario inclinado del Alameda, solo había un panel que simulaba una ventana, una maceta y
yo y hacia unos pequeños monólogos mirando al público y con ese patio de
butacas repleto me sentía tan bien que podría haberme tirado allí toda la vida,
pero en cambio, cuando salía mi compañero me sentía muy inseguro y me iba para atrás
a pegarme al decorado y buscar, ahí, protección y seguridad, las cuales las conseguía
cuando salía Natalia y me la daba.
Me encantaba el final, cuando el don Luis chulesco salía
destrozado y sobre todo aprendí a relajarme en escena, porque hacía de estatua
y permanecía casi 16 minutos inmóviles. ¡Algo impensable en mí!
Todos los días llegaba a la misma hora al teatro, lo primero
que hacía era ir al escenario y estar un rato allí, luego seguía todo un ritual
donde todo estaba marcado y establecido, todo era siempre igual y de la misma
forma. Alucinaba con eso.
Tras la actuación y mientras esperaba el final de la obra, para saludar, me iba a gamberrear.
De ahí tuve compañeros que luego fueron amigos: Gertru,
Cisco, Natalia, Encarni, Carolina, Karem, Javi, José Luis y Esperanza
Zumaquero, Ángel, Rafa...
Después volví de nuevo, de la mano de Eduardo Nieto, al Alameda con las piezas: El auto de los Reyes Magos o Juicio final,
danzas de la muerte, pero como esa
primera ninguna.
Casi a la vez que
pasaba todo esto, estrenaba otra obra. Esta nació en Almuñécar pero se crió,
maduró, creció, triunfó y murió en la Sala
Up del Alameda, esa pieza era Los
timadores.
La pieza que más tiempo he tenido en cartel, CINCO MESES, el
personaje que más cariño he tenido y la pieza que más he movido en mi carrera.
Os imagináis lo que es ir, durante cinco meses, todos los domingos,
tras el almuerzo, a trabajar en el teatro, me sentía Fernando Fernán Gómez. Actuábamos
todos los domingos y a veces hicimos doblete algún que otro viernes o jueves.
La obra fue creciendo por semanas, de hecho duraba de 45 a 50 minutos y hubo
veces que duró hasta hora y 10 debido a todo lo que improvisábamos y
disfrutamos mi compañero Miguel y yo compartiendo el escenario.
Realmente creamos una gran familia entre el director y autor
Antonio Maldonado, los actores Adrián vereda, Miguel Granu, la actriz María
Vargas y un servidor.
Fueron tantas actuaciones y tantas anécdotas que quizás
ahora me cuesta más recordar con detalle las cosas y no me pasa cómo me ha
pasado en lo del Tenorio que recordaba hasta por escenas.
Pero por ejemplo me viene a la mente: El rinconcito donde
nos metíamos María y yo antes de salir a
nuestra segunda escena, recuerdo que me encantaba el momento en el que
intentaba devolver el dinero robado a Adrián porque me daba pena o cuando
inventaba un baile a modo de conjuro o cuándo intentaba robar, al final de la
pieza, a Adri el dinero ya robado previamente.
También tengo que recordar a Lina Morgan ya que mi personaje
tenía mucho de ella, me acuerdo del día que a Adrián, en escena, se le ocurrió que se
desmayaba y casi cae en mis brazos y me tira al suelo, el domingo que María actuó muy
resfriada y con fiebre.
Las abuelas eran algo esencial en nuestra pieza,
esta pieza era para las abuelas y
estas se reían a carcajadas y comentaban casi toda la función, me viene a la
mente el día que vino mi tía y me defendía desde la butaca o esos momentos en
el camerino donde nos reíamos metiéndonos con Adri, al que yo prestaba mi
chaqueta del traje o me parece estar viendo a Antonio haciéndome mi tatuaje. Cada día me hacía uno y estaba dedicado a algo o como una señora le decía su amiga:" No sé cómo
deja a la gente pedir dentro de un teatro" y esto fue debido a que mi
personaje salía entre el público pidiendo o cuando hicimos un homenaje a Sara
Montiel desde el escenario porque había muerto o al final cuando el Perla
saludaba que el teatro se venía abajo o el día que por la calle me para un
policía para preguntarme si era el Perla y decirme que le había encantado.
Las confesiones entre Miguel y yo en la sala aneja a la sala de actuación,
ambos sentados en un cine cerrado también eran muy usuales, el
día que al vestirme tenía una cucaracha en el bolsillo de mi pantalón, los días
que María lavaba la ropa y yo no cabía en mi vaquero.
Muchas , muchas, muchas,
anécdotas y muchos recuerdos que debo a ese pantalón vaquero estrecho, a esa
camiseta negra de tirantes, a esa riñonera, a esa gorra azul, a ese Antonio
Maldonado y a ese Carlos por darnos la oportunidad y formar al Perla.
Después vino la pieza Acampados, pero no cuajó.
Pero ahí no acaba todo esa sala me iba a dar nuevas y muchas
más satisfacciones ahí tuvo lugar ya en 2015, mi puesta de largo como actor con
A saco con la Psico.
Eso sí que fue un reto y sí que me dio satisfacciones, era
la primera vez que trabajaba con personas totalmente desconocidas para mí.
De hecho esta pieza la había escrito esta pareja, para
ellos, pero la chica pensó que su papel lo hiciera otra persona y ella solo
dirigir y resulta que en un curso de cine me conocen y me dan el papel a mí, o
sea, era su joya y yo estaba ahí en medio, no me conocían y podían echarme del
proyecto, con todo su derecho en cualquier momento.
Pero no fue así llegamos a estrenar y aunque esta pieza es
verdad que ha crecido, se ha hecho mayor y se ha enriquecido en otras salas de
fuera de Málaga o en la Cochera Cabaret, su nacimiento, la primera vez que
abrió los ojos fue en el Teatro Alameda de Málaga creo que estuvimos 6 días y
yo los disfruté como en mi vida lo he hecho.
En ningún momento estuve nervioso, inseguro o con miedo
antes de salir, siempre salía a actuar relajado y con ganas de darlo todo y más.
Salía a demostrar, a vivir y todo gracias a que estaba dirigido por un
ser maravilloso, con una luz especial, que se curra hasta el último detalle de
una pieza, ella es Nora Aguirre, yo le había quitado su papel, con lo cual, si ella te decía que algo estaba
bien, no lo decía por decir, sino porque realmente lo sentía y eso te da mucha
seguridad y luego estaba ese monstruo de compañero, Steven Lance, con el que
sabes que todo va salir siempre bien, porque
él no está ahí para lucirse sino para apoyarte a ti y dártelo todo y entonces
salir a actuar a la sala up del Alameda era un lujo.
Esos días disfruté como nunca, fue la primera vez que me
sentí actor de verdad. En esa sala tan pequeña, siempre abarrotada y el público está casi
pegado a ti. Es verdad que muchos eran conocidos a lo que yo les dije que fueran a verme, pero es que era mi primera obra de verdad.
Esta es una obra de dos actores, donde se desnudan en
escena, pasan por mil registros y lo damos todo y todo sin artificio, cara a
cara y quería que la gente me viera, porque NORA había sacado eso de mí, me
había hecho un actor hombre por fin y dejaba de ser un actor niño.
Por tanto, de nuevo gracias Steven por apoyarme, Nora por
darme eso que me diste y teatro Alameda por ser testigo de mi madurez.
Recuerdo una crítica de una actriz malagueña, que no diré su
nombre y a la que no conozco personalmente que me dijo: "Steven es muy
bueno, no puede tener a cualquiera al lado porque se lo come, Nora ha
arriesgado mucho contigo pero ha acertado de pleno, habéis estado al mismo
nivel y eso casi nadie lo consigue".
Hoy día esos desconocidos son grandes amigos míos, bueno
casi familia. Otro punto más para el Teatro Alameda.
Y de esta pieza hablo poco porque aun está vigente y porque
como me ponga a hablar no paro...
Este teatro, como veis, es el teatro de la primera vez,
porque en este teatro dirigí mi primera obra: Marcelino Pan Y Vino, para Eventos
con historia. El día antes era un desastre y el día de la función fue toda
una maravilla que dejó a todos con las lágrimas en la puerta, debido sobre todo a la magistral
actuación de Ismael Reyes.
Pero también es el teatro de mi rubia, mi sobrina, porque
en 2009 vi con ella La ratita presumida, su primera obra teatral, pero luego en 2015 bailé, con ella, durante un pase de A saco con la psico y luego fui yo el que la vió actuar y se comió el escenario
cuando hizo de Bernarda Alba en el 2017 y de Marisa Peña en 2018 dos obras que participaron en
el festival de Teatro Infantil del Teatro Alameda y que yo dirigí como profe de extraescolares de teatro.
Acabo con lo último que me
ha pasado y que he podido disfrutar en este magnífico teatro y es: El Festival
de Teatro Infantil del Teatro Alameda, este lleva ya ocho años de vida pero
nosotros solo hemos participado dos años, con las piezas La Magia de los libros y Lo tuyo es puro teatro.
Ambas piezas han conseguido en dicho festival edición 2017 y
2018 once premios en total, dos mejor montaje, dos mejor director, una mención
especial y dos mejores actores, una mejor actriz y otro actor que ha hecho
doblete dos años seguidos.
Esta ha sido una gran experiencia, eso de imaginar un
proyecto en tu cabeza y luego verlo puesto en un teatro de verdad es muy fuerte y el ver a
tus niños sobre el escenario, oír sus miles de comentarios sobre los nervios
que sienten antes de salir y luego oírlos gritar y chillar cuando acaban la función y te piden salir otra vez o verlos entre bambalinas atentos, mirando ilusionados a sus compañeros, dandoles
fuerza desde fuera del escenario etc., son muchas satisfacciones.
Pero bueno ya debo acabar. Solo decir que si estrenos independientes, teatro medio amateur, obras pequeñas creadas entre amigos u obras de
niños ven la luz, es porque hay un
teatro y un empresario teatral llamado Carlos que durante mucho tiempo ha
apoyado el teatro de base de Málaga.
Ha apoyado el teatro grande, pero también el del
malagueño que empieza, quizá menos rentable pero les ha ofrecido su gran
escaparate, veremos que ocurre ahora.
Acabo diciendo que como el Teatro Alameda me ha dado mucho y como hay que ser positivo ahora me ha dado la posibilidad de sentirme un actor veterano, como Concha
Velasco o Lina Morgan y ya puedo decir eso de:
" Yo estrené esa obra en el Teatro Alameda de Málaga que ya no
existe" eso me da caché como actor veterano.
Ya no me enrollo más GRACIAS CARLOS, GRACIAS A TI A TODA TU
FAMILIA Y GRACIAS TEATRO ALAMEDA HASTA SIEMPRE.... PERO BUENO ELSHOW SIEMPRE
DEBE CONTINUAR Y PRONTO ESE TELÓN SE LEVANTARÁ DE NUEVO.
Y ahora os dejo fotos: