sábado, 30 de junio de 2018

LA DESCELEBRADA SOLEDAD DE JORGE LORING.


Como no sé si leéis todas las entradas o solo una, os voy a hacer el mismo comentario en todas:
  
El jueves 28 de junio del 2018, fue una noche muy bonita, vamos como siempre en el Botánico, pero a mí me pilló a desmano. Llevo todo el año esperando la llegada del Botánico y de este trabajo, pero el jueves estaba fuera, aunque lo estaba viviendo todo, no lo estaba ni sintiendo, ni disfrutando, tenía mi cabeza en mil cosas pero allí no. ¡OFU!

El pie era lo que más ocupaba mi mente, no quería moverme mucho, no quería sentarme con las piernas cruzadas, no quería repasar, ni calentar, para no estar de pie, no quería ir muchas veces al baño por papel o agua porque está más lejos, no quería ponerme los zapatos por si eran malos, pero tampoco quería andar desclazo. Vamos un caos. Luego, como he engordado no quería vestirme muy pronto para no estar incomodo o estropear la ropa, no sabía si comer vestido o aun sin vestir y como llevo una semana en casa, quieto y con el aire acondicionado puesto, no he sentido la entrada del calor, es más pensé ir en pantalones largos, pues el jueves  me llegó de pronto, estaba muy sofocado y no quería sudar. Lo dicho que mi cabeza era una olla y pensaba en todo menos en disfrutar.

Fue una soledad caótica, no sabía por dónde tirar, así que después de un rato pensando que hacer, decidí maquillarme, la verdad, que quedó muy bien y sin problemas, solo que acabé con una mano totalmente negra, porque el maquillaje para la barba era en polvo y me puse fino.
  
Tras eso cené y la cena fue de diez. De nuevo volvimos a esas macros ensaladas de verano que me organiza mi madre y que a mí me vuelven loco, estaba de lujo y tenía de todo, pero de nuevo no disfruté el momento, puesto que mi mente volaba y no estaba en eso. Además de pronto apareció Úrsula, ella actúa después que yo y ya venía vestida, maquillada y lista y yo aun sin vestir y cenando. Me puse un poco nervioso.

La ayudé, porque traía unos problemas con las alas, la ayuda fue simplemente llamar a los chicos del Botánico para que le llevaran las alas antiguas. Por cierto, solucionaron el problema a las mil maravillas. El jueves había un buen rollo y un mimo a los actores impresionantes pero... yo no lo disfruté.
  
Al irse Úrsula, terminé de cenar y me vestí, no tuve problemas ni con el pantalón, ni con la camisa, pero fue ponerme el chaleco y me encorseté, parecía un corsé. De hecho bajé, urgentemente, al gran espejo de abajo para verme, por si parecía un morcón, pero no. Yo estaba apretado pero no se me notaba mucho. El pañuelo si que me lo tuve que poner dos veces porque no me salía bien.


Luego subí, me puse a hacerme fotos para el blog e Instagram y mientras estaba pensando si salía bien o  si no  se veía algo atemporal,  oí ruido y de pronto oigo:" Señor, señor". ¡Ostras tenía que salir ya! Así que sin repasar, ni calentar y ni concentrarme me lanzaba al vacío del verano 2018.



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