sábado, 30 de junio de 2018

UN PREVIO SIN REBECA NO ES PREVIO.


El jueves 28 de junio del 2018, volvimos al Botánico para dar comienzo al verano del 2018 con La historia jamás contada, porque el verano no comienza oficialmente el 21 de junio, ni cuando los niños cogen las vacaciones, ni con la noche de San Juan, el verano comienza cuando los Loring y los Echevarría llegan a la Finca de la Concepción y comienzan Las Noches de Verano en el Botánico.

Y el pasado jueves comenzaron, pero yo no llegué al Botánico contento, lleno de energía e ilusión, como en otros verano, tampoco me llené de la magia del jardín, ni observé cada árbol, ni me fijé en cada rincón para descubrir cosas nuevas, en mi cabeza habían otros temas.

Llegué y toda la decoración de la entrada estaba lista, mi hora de llegada eran las 19:30, a esa hora había quedado con Vanesa, la nueva institutriz, para ensayar in situ nuestra parte, pues solo lo habíamos ensayado por teléfono.

Llegué y no había nadie, pero fue entrar en la casa de los trabajadores y ahí estaban; Soraya, que me recibió con una gran sonrisa y mucho cariño, Steven, que venía, de oyente, para aprender su nuevo papel y con el que me fundí en un gran abrazo y David que me saludó con alegría. En dicha habitación había ganas, ilusión, fuerza, energía. Más que preparando un trabajo, parecía que estaban preparando una fiesta y eso me gustó mucho, pasé dentro, donde saludé a Dani, con sus abrazos de osos y a Úrsula que estaba pendiente de buscar su vestuario.

Cuando llegó Vanesa, nos saludamos y nos fuimos para la Casa-palacio para iniciar nuestro ensayo.

Antes de partir, Dani me dijo que todas las velas de la Casa-palacio y toda la decoración ya estaban puestas. ¡Guau menos trabajo! Hay compañeros que protestan mucho por el hecho de decorar su lugar de actuación,  pero a mí no me importa, me sirve como  momento de relajación, concentración y disfrute, pero el otro día, como iba inseguro con el pie me vino muy bien, que todo estuviera puesto.

La noche del jueves, fue genial, porque los trabajadores del Botánico, nos habían preparado todos los focos, los cables, los altavoces y demás. Nos mimaron al máximo, de hecho cuando subí, con Vanesa a la Casa-palacio, todas las puertas estaban abiertas y creo que eso no ocurrió en todo el verano pasado ni un día. 
Vanesa quería ensayar en cuanto llegamos, pero yo le pedí que me dejara abrir las ventanas, poner el atril, colocar el atrezo necesario para la actuación y después empezar, lo hice y empezamos.

Ensayamos dos veces, nada más. La primera un poco más marcada y la segunda  fue más organica, salió muy bien y ella decidió no volver a ensayar más. Por mi perfecto, y me puse a leer mi pregón. Lo hice unas cuantas veces, para pillarle el punto, porque llevaba un mes sin leerlo y no era plan de liarme. De hecho, alguna que otra vez me lie. Lo siguiente, fue repasar la escena de  mi problema, pero no lo hice porque como digo, prefería irme arriba a sentarme y no forzar el pie así que, repasé solo el final.
Lo siguiente fue subir, ordenar mi maquillaje, mi vestuario y sentarme un poco rato.

Ya era un poco tarde y no tenía ganas de irme al "baño-camerino " de mis compañeros, porque no estaba mi Rebeca, me daba penita ir, así que, como estaba Steven por ahí ensayando, fui a buscarlo, cuando de pronto me lo encontré, en el patio de casa, hicimos un pequeño recorrido por la casa, pero de nuevo tampoco me lucí mucho porque no quería arriesgarme al andar.

Y después nos fuimos al "baño-camerino" donde estuvimos hablando, el gran Dani, el gran Juanpe y yo, de proyectos de inviernos y nos fuimos porque ya era tarde.

Me fui a encender las luces de la escalera y empecé mi soledad.


  

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