El jueves 28 de junio del 2018, volvimos al Botánico para dar
comienzo al verano del 2018 con La historia jamás contada, porque el verano no
comienza oficialmente el 21 de junio, ni cuando los niños cogen las vacaciones,
ni con la noche de San Juan, el verano
comienza cuando los Loring y los Echevarría llegan a la Finca de la Concepción
y comienzan Las Noches de Verano en el Botánico.
Y el pasado jueves comenzaron, pero yo no llegué al Botánico
contento, lleno de energía e ilusión, como en otros verano, tampoco me
llené de la magia del jardín, ni observé cada árbol, ni me fijé en cada rincón
para descubrir cosas nuevas, en mi cabeza habían otros temas.
Llegué y toda la decoración de la entrada estaba lista, mi
hora de llegada eran las 19:30, a esa hora había quedado con Vanesa, la nueva
institutriz, para ensayar in situ nuestra parte, pues solo lo habíamos ensayado
por teléfono.
Llegué y no había nadie, pero fue entrar en la casa de los
trabajadores y ahí estaban; Soraya, que me recibió con una gran sonrisa y mucho
cariño, Steven, que venía, de oyente, para aprender su nuevo papel y con el que
me fundí en un gran abrazo y David que me saludó con alegría. En dicha habitación
había ganas, ilusión, fuerza, energía. Más que preparando un trabajo, parecía
que estaban preparando una fiesta y eso me gustó mucho, pasé dentro, donde saludé a Dani, con sus
abrazos de osos y a Úrsula que estaba pendiente de buscar su vestuario.
Cuando llegó Vanesa, nos saludamos y nos fuimos para la
Casa-palacio para iniciar nuestro ensayo.
Antes de partir, Dani me dijo que
todas las velas de la Casa-palacio y toda la decoración ya estaban puestas. ¡Guau
menos trabajo! Hay compañeros que protestan mucho por el hecho de decorar su lugar de actuación, pero
a mí no me importa, me sirve como momento de relajación, concentración y disfrute, pero el otro día, como iba
inseguro con el pie me vino muy bien, que todo estuviera puesto.
La noche del jueves, fue genial, porque los trabajadores del Botánico, nos habían preparado todos los focos, los cables, los altavoces y demás. Nos mimaron al máximo, de hecho cuando subí, con Vanesa a la Casa-palacio, todas las puertas estaban abiertas y creo que eso no ocurrió en todo el verano pasado ni un día.
Vanesa quería ensayar en cuanto llegamos, pero yo le pedí que me
dejara abrir las ventanas, poner el atril, colocar el atrezo necesario para la
actuación y después empezar, lo hice y empezamos.
Ensayamos dos veces, nada más. La primera un poco más
marcada y la segunda fue más organica, salió muy bien y ella decidió no volver a ensayar más. Por
mi perfecto, y me puse a leer mi pregón. Lo hice unas cuantas veces, para
pillarle el punto, porque llevaba un mes sin leerlo y no era plan de liarme. De
hecho, alguna que otra vez me lie. Lo siguiente, fue repasar la escena de mi problema, pero no
lo hice porque como digo, prefería irme arriba a sentarme y no forzar el pie
así que, repasé solo el final.
Ya era un poco tarde y no tenía ganas de irme al
"baño-camerino " de mis compañeros, porque no estaba mi Rebeca, me daba penita ir, así que, como estaba Steven
por ahí ensayando, fui a buscarlo, cuando de pronto me lo encontré, en el patio
de casa, hicimos un pequeño recorrido por la casa, pero de nuevo tampoco me
lucí mucho porque no quería arriesgarme al andar.
Y después nos fuimos al "baño-camerino" donde
estuvimos hablando, el gran Dani, el gran Juanpe y yo, de proyectos de inviernos
y nos fuimos porque ya era tarde.
Me fui a encender las luces de la escalera y empecé mi
soledad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario