Estaba sentado en un salón del Hotel Palacio Solecio, publicando en mi Instagram, cuando empezaron a salir los espectadores del segundo de los 2 pases realizados de Cuentacuentos teatralizados de Andersen el viernes 23 de diciembre del 2022. Edu nos había pedido ir allí, tras la actuación para entregar el vestuario, cuando oí, sin querer, la conversación de una familia que se encaminaban hacía la calle:
Papa a su hija muy animado: "A mí el que más me ha gustado ha sido el emperador y ¿ a ti?".
Hija. Si ( No contestó mucho).
Madre: "Sí a mí también".
Ciertamente oír esas cosas y más cuando no son consciente de tú estás ahí, animan mucho.
Yo creo que la cosa salió bien. Aquí os dejo las crónicas escritas al acabar cada pase y juzgar por ustedes mismos:
1.- Emperador o domador:
" Voy a escribir la crónica del pase, pero en lo único que pienso es:“ ¿ Qué le pasa a mi garganta?”.
No me duele exactamente la garganta en sí, tengo una especie de dolor de mandíbula, como una tensión muscular. Supongo que he estado demasiado tiempo tieso, para conseguir la soberbia y la voz engolada del emperador que me he quedado engarrotado. Es bastante molesto. Espero que se me pase cuando acabe todo, porque yo soy muy cagón.Un poco antes de empezar, vino María José y me advirtió que estuviera preparado pues era un grupo difícil, con niños y niñas muy revoltosos. Me pedía que los conquistara, que yo podría y creo que lo conseguí.
Pues pasé de empezar el pase sin niños porque estos estaban correteando por la plaza, sin aplausos porque no siguieron mis indicaciones, sin respetar mi espacio pues corrían a mi alrededor y sin parar de hacer spoiler sobre mi traje o gritar a voz en cuello que el gesto que había realizado no era chino sino japonés.
A acabar riéndose todos un montón, divirtiéndose y siendo mis colegas, porque hubo complicidad, cercanía. Ya no iban a pillar, como al principio que parecía que iban contra mía, sino que se dejaban mirar a los ojos, tocar el pelo o dar con mi dedo en la punta de la nariz de una niña. Pienso que han acabado relajados, siguiendo mi rollo, han disfrutado y yo también.
Para ello he tenido que tirar de oficio. Cuando sabes pillarle rápido el punto al público puedes encausar la actuación, casi sin preverlo, para que sea satisfactoria. Siempre y cuando demuestres, de forma evidente o sutil, que aquí mandas tú. En esta ocasión lo hice usando la borderia y altivez del personaje. A veces, en exceso.
Cada vez que me desplazaba todos se venían a mi alrededor, en un momento hubo uno que no me dejaba caminar, lo toqué en el hombro y le dije: "Quítate", es cierto que luego lo vi muy serio y le toqué el pelo y sonrió. Je,je,je.
La encaucé, diciendo las partes de más textos o más serias, más rápido, para que pasaran pronto y no hiciera que estos niños perdieran la atención y buscarán “nuevos entretenimientos”, centrándome más en las partes más participativas, pensando menos en los gestos o posiciones del personaje en pos de que se divirtieran, en controlar sus energías y que no se subieran a mi chepa, o sea, intentar integrarlos en mi juego y llevarlos a mi terreno, según sus necesidades.
Pero pese a mi templanza hubo momentos donde me lie. Como cuando creo que repetí o Persia o Babilonia 2 veces, olvidando decir la otra o cuando iba a empezar a hablar, por un segundo, se me olvidó la frase que debía decir.
Larga vida al emperadoooor
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