Siempre he dicho que el teatro es curativo. Tiene el poder de hacer que el espectador por unos minutos se olvide de sus problemas diarios, desconecte y sea feliz.
Bueno eso también lo consigue la música, el cine, la cultura en general y hasta el fútbol y esa es la razón principal por la que estudié teatro para poder ser esa herramienta que ayude a las personas a olvidar sus penas.Eso sí, es curativo pero no milagroso, porque su efecto renovador tampoco me duró muchas horas, pues a lo largo de la noche tuve que volver a la realidad.
Pues ese jueves se hicieron por el centro de Málaga 2 pases de Los cuentacuentos teatralizados de Andersen y estas son las crónicas post de 2 pases analgésicos.
1.- Ensayo, ensayo general y estreno a la vez = a inseguridad extrema:
"En el último minuto estaba en plena y absoluta dualidad, por un lado, deseando salir y disfrutar de este personaje como lo hice la Navidad pasada en el jardín "La Cónsula" en Churriana y por otro mi cabeza estaba en todo menos en la actuación, no recordaba nada, así que salí un pelín inseguro, la colocación del público, hacía que me vieran salir de mi escondite, perdiéndose así el efecto sorpresa y el aplauso tan poco animoso con el que me recibieron tampoco ayudaron mucho.
Pese a la colocación y la inseguridad, conseguí respetar casi todo lo que hice en Churriana; forma de andar, posición del personaje, juegos, movimientos, poses, pegar con los talones cada vez que me detenía etc. Debo ser sincero y decir, que quedó mucho menos limpio y vistoso que en Churriana, pero hay que aclarar que estábamos en una adaptación de dicha actuación y no en una repetición, pues ni el lugar, ni la hora, ni el sitio fueron ni parecidos.
Por ejemplo. Ya era de noche, no llevaba gafas, por tanto no veía prácticamente nada, así que me perdí muchas reacciones de los presentes.
Este es un personaje de teatro infantil, autoritario, egocéntrico, seguro, superior, así que cualquier duda, titubeo, error o repetición, no podría justificarse con el personaje, sería un error garrafal y los niños que son súper sinceros lo notarían. Eso me hizo aumentar mi inseguridad e ir con ella constantemente, no creo que los peques la notaran pero yo sí.
Los he mirado a la cara, les he hablado, en un momento que tienen que imitar unos movimientos propuestos por mí, he improvisado un poco, por cierto, he visto a algunos repitiendo y dándolo todo y a otros que no hicieron ni el más mínimo esfuerzo por moverse.
Ha habido risas, muchos comentarios por parte de las madres y algunos pequeños. El último párrafo que me gusta decirlo a mucha velocidad, ha funcionado sin ninguna traba.
Pero yo estaba nervioso de hecho dije. " Hilos de cera" y no seda, pero no le di importancia pues con lo inseguro que estaba...
Creo que se ha cumplido el objetivo de hacer que los niños se diviertan y no entendieran el monólogo como algo aburrido, pues ha habido muy buen rollo. Hemos conectado, se han reído un montón de las tonterías y la ridiculez del emperador. Cuando he abierto la capa se han reído todos muchísimo, pero yo no he disfrutado pues me he estado juzgando y analizando en cada palabra, gesto o movimiento. No me he dejado llevar porque estaba autodirigiéndome mientras actuaba y eso nunca debe pasar.
Al acabar no sentía nada más que nervios e inseguridad."
2.- Bocata de pan duro:
"Este pase fue como un bocadillo con salmón noruego, caviar ruso y jamón 5 jotas pero con el pan duro.
Es decir, lo del centro, lo que es el pase o mi actuación, fue maravilloso, puedo asegurar al 100% y creo que no me equivoco que el personaje ha gustado realmente, o sea, el relleno estupendo, pero lo de fuera, el principio y el final un desastre.
Digo lo de que fue perfecto, porque cuando el emperador pidió más aplausos por señas, el público se vino arriba oyéndose grandes aplausos y hasta gritos de: "Bravo".
Llegué frente a ellos y en vez de empezar a hablar paré unos segundos, gesticulé y empecé. Esa presentación les ha encantado, y han comentado muchísimo y de forma divertida cada vez que repetía, para demostrar mi ego, "yo, yo, yo...".
Los juegos donde imitaban mis gestos han sido todo un éxito, pues tanto pequeños como mayores los repitieron.
Los adultos con bastante lentitud pues les costaba pillarlo. Eso ha dado lugar a crear muchas bromas, hice algunas, pero no todas las que vinieron a mi mente, porque no quise alejarme mucho del texto.
En primer lugar porque a Edu no le gusta y en segundo porque tardar más minutos de los previstos sería negativo para los compañeros.
Pese a ello, improvisé, bromeé y jugué, porque este pase fue un juego.
No estaba yo actor y frente a mí los demás, el público, sino que éramos todos un todo. Un grupo de amigos en sintonía, con un mismo código de diversión y ganas de pasarlo bien. Un todos a una. He visto a las niñas reír a carcajada limpias.
De hecho me concentré menos en respetar, poses, gestos o posiciones para ir más a la reacción. De hecho me salté una frase esencial que luego pude colocar con total normalidad.
Pero como dije antes, el principio no fue el esperado. Mi compañera no me presentó exultante, ni pidió aplausos y mi aparición fue un tanto sosa y seca. Lo arreglé pronto pidiendo yo los aplausos. Era algo solucionable.
Pero el final no lo pude solucionar. Cuando el emperador enseña "su nuevo traje" al público, este rompió en risas, comentarios y aplausos y es entonces cuando la anfitriona debía comentar una cosa que hace que el emperador realice su divertida y y acelerada salida, pero esta se quedó callada. Todo fue silencio, comenzó a hacerme preguntas, yo tuve que improvisar y toda la euforia que había se transformó en lentitud.
Fue una pena pues el pase fue in crescendo de una forma vertiginosa, para llegar al punto máximo del clímax y ahí en vez de estallar, cayó empicado a un limbo, lento y neutro.
El éxito del pase se ha debido además de a un público maravilloso y entregado, a que en el tiempo entre pase y pase en vez de descansar, lo he empleado en repasar casi 5 veces el texto y ganar con ello en seguridad, conseguir la voz original mucho más solemne y engolada y así salir a escena con un peso y una templanza pasmosa.
Ahm y decir que tuve que improvisar mi lugar de actuación.
Mira que la plaza era grande, pues el público se colocó de tal forma que había unas 6 o 7 niñas, un pasillo y tras ellas y el resto.
Si actuaba delante de las niñas no podría moverme pues delante había una higuera y si me ponía frente a los adultos taparía a las niñas. Así que actué en el pasillo mirando a un lado y otro."
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