Acabé, como digo, con la adrenalina a tope, había cumplido con
mi misión y lo había hecho muy bien, porque las canciones entraron cuando y
como tenían que hacerlo, tan feliz estaba que tras acabar la función bajé a
felicitar y saludar a mis compañeros.

Pensé en los planes para por la tarde: irme a casa, comerme un gran plato de espagueti,
sieston, ensayo con Fabiola y con José, ir al gym a cumplir con mi obligación y a
preparar la Nochebuena. Ole!
Yo sabía que nos volveríamos un poco más tarde, debido a que unos niños tenían que
cantar un villancico, que en principio no estaba programado, lo que no sabía es
que colocar a 30 niños y que todos tengan un ángulo perfecto para que sus
padres los vean, era tan complicado y más difícil de construir que la catedral
de Burgos, esto me hizo pensar que quizá tenía que quitar la siesta de mis
planes.


Cestas, sorteos, discursos, fotos, hasta los Reyes Magos de
Oriente fueron a la macro fiesta navideña y yo quitando la posibilidad de ir al ensayo. Cuando
aparecieron sus majestades, pensé: " Lolo si llegas, con suerte, antes de las 17:00
horas, podrás comerte los espaguetis, el resto de planes olvídalos".
Así que el último trabajo del año 2016, ha tenido un sabor
agridulce, dulce por trabajar con los compañeros que he trabajado, no se puede pedir más, dulce porque mi estreno como técnico ha sido
muy bueno y me ha gustado, pero agrio, por tantos cambios de ultima hora, con lo planificado que yo soy.

Al final recogimos, como pudimos, de la misma forma,
desmontamos y montamos todo en los coches, siendo, nosotros, los últimos en irnos de la
fiesta.
Eso sí, el paisaje de vuelta era precioso y la conversación genial, pero llegué a casa sobre las 16:30, me comí mis espaguetis y el resto de la tarde la tuve que improvisar.
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