Ha eso he dedicado hoy, viernes 23 de diciembre del
2016, mi previo a la actuación en Cuevas del Becerro, a ayudar, a mi compis, a
montarlo todo y a visitar, mínimamente el pueblo.
El previo de hoy iba a parecerse un poco al previo del otro
día en el Botánico, o sea, nada que contar, porque no nos daba tiempo a más.
Cuando llegamos Steven y yo, en el coche, a la puerta del
Ayuntamiento de Cuevas del Becerro ya nos esperaban Nora y Laura, habían
llegado antes que nosotros. Me dio coraje llegar, porque como digo en la
entrada anterior, el viaje con Steven, ha sido un placer y una liberación. Llegamos,
esperamos y a una chica nos llevó al
lugar de actuación.
En el cine del pueblo hemos actuado, un sitio bastante
grande, muy decentemente equipado y muy calentito. Fuera hacía un frio de estos
de montañas que te hielan el cuerpo, pero allí dentro se estaba muy a gustito.
Pues lo dicho, llegamos a las 10:00 y la actuación era a las
11:00, por tanto, fuimos con el tiempo justo de: llegar, montar y empezar, como
dijo Steven al llegar: “Vamos muy bien de tiempo, pero cortitos, o sea, nada de
entretenerse”.
gamos, trasladamos todas las
piezas de la escenografía al escenario y comen-
zamos o comenzaron a montar todo.
Yo, la verdad, que ayudé, pero poco, no
sabía muy bien que hacer y ellos se conocen el montaje al dedillo.
Esta pieza tiene una escenografía muy vistosa, bonita y
cuidada, pero eso sí, consta de mil y un elemento pequeño y hay que saber
unirlos bien.
Pues lo dicho, cuando estamos con todo montado y a punto de
empezar, nos quedaban diez minutos, nos informa una chica que la actuación está
prevista para las doce, con lo cual, tenemos una hora libre sin tener nada que
hacer.
Yo ya tenía el cuerpo de que íbamos a llegar, montar, actuar
y marcharnos, pero ahora había una hora muerta.
Laura decidió irse a por un café y me pidió que la
acompañara. Yo a las ocho de la mañana cuando salimos, le dije a Nora que no
tenía hambre, al contrario, pero a las once ya picaba la guza y me fui con Laura a comprarme un bocadillo.
Como digo, a veces, me gusta viajar y otras no tanto,
depende de las condiciones, pero el hecho de actuar en un pueblo y poder estar
en tu micromundo, que son los teatros, donde montas tu espacio, donde te
sientes seguro, protegido y luego sales
a la calle, en un lugar que no conoces. Como siempre suelo actuar en lugares
pequeños, pues sales y todo el mundo te mira. Fue curioso pero cuando descargábamos, todos nos saludaban, no sé, es una experiencia bonita y me encanta vivirla.
Hacía tiempo que no salía de " gira" de esas giras
por pueblos pequeños y me ha encantado volverá vivir esa sensación, de pasear
por un pueblo.
Además he estado menos media hora en la calle, pero me ha gustado mucho el aspecto clásico de pueblo
de toda la vida de Cuevas del Becerro.
Pasear por esas calles con Laura, entrar en el bar, donde el
olor a aguardiente era lo que inundaba todo el local, el bocadillo barato pero
enorme, preparado con mucho mimo y mucho "tiempo", los hombres
jugando al dominó, la mujer de la tienda de ultramarinos, atendiendo al público
con la toalla en la cabeza, mientras se secaba el pelo, la "Tahona"
donde lo mismo venden dulces, que pan, que ultramarinos y todo los olores se
mezclan haciéndote volver a tu infancia.
Ya digo ha sido un paseo muy breve pero muy provechoso, me
ha inundado un poco la tranquilidad y el encanto de un pueblo.
La visita aunque corta, la he aprovechado para visitar la Iglesia
de San Antón, donde he visto al patrón y espe-
cialmente he podido hablar mucho
con Laura y conocerla un poco más.
De vuelta al cine-teatro, Nora me dijo que el técnico ya ha había
llegado, me fui con él y me estuvo explicando todo ¿o no?, porque Steven se subió a la cabina conmigo para arreglar un tema de micros y el
técnico de verdad, Antonio, pasó un poco de mí. Mientras Antonio pasaba de mi
y hablaba con Steven, yo me peleaba con la Tablet de Nora, buscando las
canciones de la obra. Tras un rato de
lucha, ella tuvo que subir a solucionarlo. ¡Es que soy muy bueno con la tecnología!
No me mataran.
Se fue acercando la hora y comenzó a llenarse la sala de
chicos, que no paraban de hablar, la
cabina del técnico también comenzó a llenarse de personas habladoras y el pasillo de al lado y la escalera de fuera y
todo se pobló de personas y todas hablando con todas y en un volumen alto.
En ese jaleo, comenzó, a las doce de la mañana, una hora más
tarde la hora anunciada, mi estreno como técnico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario