En Ciudad Jardín hay un parque, que tiene que ser muy bonito, desde fuera lo
es y supongo que habrá hasta personas privilegiadas que han podido verlo
desde dentro, pero yo no tengo esa suerte, no soy uno de esos privilegiados. Dicho
parque está plagado de puertas pero TODAS
siempre cerradas.
Cuando vengo al Botánico en autobús, llego antes de
tiempo y en todas las ocasiones me digo: “Me voy a
sentar en ese parque y escribir la entrada al blog”, pero imposible porque
siempre está cerrado. Desde la parada
del bus, hasta que me he cansado de andar, he visto tres puertas y las tres
cerradas. La que está abierta no se donde está, pero alguna estará abierta, porque siempre hay gente dentro.
Por ello, acabo sentado en un escalón, escribiendo, en verano no me importaba, pero hoy, 10 de
diciembre del 2016, otoño, nublado y con humedad porque
ha llovido, me apetece muy poco sentarme en el suelo, así que voy escribiendo esta entrada a la vez que voy caminando.
Hoy sábado, vuelvo al mundo laboral o más bien dicho al
mundo vegetal, ya que, vuelvo a trabajar en mi amado Botánico, la última vez
fue, el 3 de noviembre. Hace ahora un mes y una semana y de nuevo
vuelvo aquí. ¡Qué alegría!
Como ya os dije, voy a un cumpleaños, de apoyo, por lo tanto, interpretar voy a interpretar poco. Voy más
bien a jugar, animar y controlar a los niños. Bueno, tampoco sé realmente que debo de hacer o a qué voy, nadie me aclaró nada.. Me han explicado muy poco, muy por encima, con lo cual, voy un poco inseguro, un poco de nuevas y sin saber a lo que voy ni a lo que me enfrento
y sabéis que a mí… esas cosas… no me gustan.
He dormido perfectamente, eso sí, se me ha hecho la noche
cortísima.
Cuando a las 9:45 me llamó mi mamá manager y me dijo: “Antes de irte coge un paraguas” pensé: “Si
me llevo un paraguas es porque está
lloviendo y cuando llueve no se realizan
los cumpleaños en el jardín porque es al aire libre”. Me desperté y
efectivamente hacía muy mal día, llamé a
mi compañero David y a Samuel para que
me confirmaran si había cumpleaños y ambos lo han hecho, pero cuando salí de casa llovía...
Entonces os confesaré; entre que no sé bien a lo que voy y que está a punto de volver a llover, no voy muy animado, es más, ni desanimado, o sea, que voy como que “ni fu ni fa” ya que, me ronda en la cabeza la opción de que cuando yo llegue me digan que el cumpleaños no se va a hacer y eso me va a producir un estado de muy poca gracia.
También es verdad que he salido de mi casa lloviendo, con el cielo negro, el suelo mojado pero en cambio, ahora, aquí, ya en Ciudad Jardín, aunque sigue nublado, está aclarando un poco y el suelo está seco. Parece que aquí no ha llovido. Pero bueno, son las 10:45 y tras dejar el autobús, intentar entrar al parque y escribir, emprendo mi caminito hacia el Botánico. Chao.
Que le gusta a un cofrade mirar y hablar del cielo y el tiempo.
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