Salimos de Málaga con un plan de ruta ( como le gusta llamarlo a Raúl y Elena) bastante minucioso y cuadrado, nos lo mandaron el día antes. En este se detallaba de forma pormenorizada qué haríamos y donde estaríamos, en cada momento durante el viaje a Córdoba. Recibir esa ruta me encantó, porque odio, cuando viajas por trabajo, tener tiempos muertos o incertidumbre de no saber que va a ocurrir.
Pues el plan de esa ruta era el siguiente:
A las 10:00 - Quedada del equipo.
A las 12:30 -Llegada a Córdoba y recogida de un material.
A las 13:00 - Llegada al hotel y montaje.
A las 14:30 -Almuerzo.
A las 15:30 -Descanso.
A las 17:00 -Ensayo.
A las 19:00 - Tiempo libre, maquillaje y
vestuario.
A las 20:15 - Entrada del público.
Todo se fue cumpliendo según lo establecido, bueno solo se cumplió la primera etapa, ya que la segunda, se anuló.
Cuando entramos a Córdoba eran cerca de las 13:00 y la comercial del hotel nos esperaba para recibirnos y organizar todo, así que como Raúl no la quiso hacer esperar, nos fuimos directos para el hotel. Nos dirigimos hacía él y con lo primero que nos encontramos fue con la vista inigualable del puente romano, la puerta del puente y la Mezquita. Me gustó verlos pero también me puso muy nervioso porque eso indicaba que ya estábamos aquí y comenzaba todo.
Cuando entramos a Córdoba eran cerca de las 13:00 y la comercial del hotel nos esperaba para recibirnos y organizar todo, así que como Raúl no la quiso hacer esperar, nos fuimos directos para el hotel. Nos dirigimos hacía él y con lo primero que nos encontramos fue con la vista inigualable del puente romano, la puerta del puente y la Mezquita. Me gustó verlos pero también me puso muy nervioso porque eso indicaba que ya estábamos aquí y comenzaba todo.
Durante el trayecto vi algo que me impresionó y fue un coche de caballo y su conductor ( no sé si se denomina así) llevaba: ¡¡ Todo un sombrero cordobés!!. Me encantó verlo y desde entonces me tranquilicé y me entró esa vena descubridor, disfrutón y vividor que tenía cuando era chaval e iba de viaje, hacía años que no tenía esa sensación y me encantó.
Llegamos al hotel, y como estrellas, entramos directamente en el parking ( por cierto un parking enorme que presagiaba la grandeza del lugar donde íbamos a actuar), soltamos los coches y nos fuimos al hall del hotel. Impresionante, especialmente su olor. No sé a que huele el Hotel Córdoba Center, pero a mi me provocaba una paz y una tranquilidad extraordinaria.
Me encontré, me abracé y me fotografié con una Elena totalmente emocionada y feliz por actuar en su tierra, esta empezó a enseñarme todos los detalles del hotel y comenzamos a programar por donde entraría Víctor. Debo decir que me contagió su alegría.
Después nos pasaron al comedor o sala de actuación, era precioso y lo mejor fue que : ¡¡¡ Ya estaba todo organizado!!! Las mesas estaban montadas, por cierto, preciosas y una media de tres personas del hotel a nuestra total disposición. Yo me animé de tal manera que empecé a organizar y programar donde actuaríamos, como nos moveríamos, donde colocaríamos las cosas y empecé a hacer fotos como loco.
Mientras Raúl se encargaba de organizar el tema del menú y el burocrático, el resto del equipo nos fuimos a descargar los coches. El hotel llamó un chico para ayudarnos. A veces nos preguntamos :" ¿ Aún existen buenas personas en el mundo?" La respuesta es casi siempre negativa, pues puedo aseguraros que sí existen y que su nombre es Rafael, como no, y trabaja en el Hotel Córdoba Center de Córdoba. ¡¡ Qué buen chaval!!, nos conquistó a todos, él y su carrito de pelicula, y mucho más cuando dijo que conocía nuestro proyecto.
Ahí de nuevo la hoja de ruta se paró y nos quedamos anclados en el apartado tres: " El montaje", ya que estuvimos con él hasta las 16:15.
Ahí de nuevo la hoja de ruta se paró y nos quedamos anclados en el apartado tres: " El montaje", ya que estuvimos con él hasta las 16:15.
Escribo esto casi una semana después y estoy ahí estrujándome el cerebro para recordar que pasó en ese salón/comedor para tardar tanto en el montaje, cuando el tiempo previsto para esto era solo de una hora.
Sinceramente, no pasó nada realmente malo, ni bueno, no hubo grandes problemas. No trabajamos con prisas, pero tampoco hubo retrasos, la cuestión es que estuvimos tres horas con el montaje. Si debo decir que cada paso era muy premeditado, programado, pensado y debatido, quizá demasiado.
Esta función por su propia naturaleza lleva aparejada que se tengan que tomar muchas decisiones a última hora, por ejemplo; la organización con el menú fue larga, la de donde y como colocar la música también, además la pieza exige montar una estructura, siempre nos la suelen montar, pero esta vez lo hicimos entre Raúl y yo, y claro organizarnos también nos llevó tiempo.
Repito no recuerdo por qué estuvimos tres horas montando, pero si que recuerdo cosas tan chulas como; el colocar en una silla, el atrezo que cada compañero usa durante la función. Adoro colocar y ordenar el vestuario de los compis. En esta no se puede pero sí el atrezo y yo lo hice con todo mimo, hasta un cartel con el nombre del actor o actriz puse en cada silla. Recuerdo el momento de montar la estructura, mientras Elena y yo repasábamos algunos diálogos de Lola Flores que hay por Internet o también me acuerdo de la camarera ucraniana, que ese día pillaba sus vacaciones y que estuvo recogiendo el menaje que sobraba en las mesas, al final acabé ayudándola porque era un encanto. Decía que su casa no estaba lejos que desde Málaga cogía un avión y en cuatro horas estaba en su tierra. Fue una mujer súper amable y que nos trató genial.
Ya digo no me gusta andar de aquí para allá, pero llegó un momento que necesitaba un kit kat, cortar un poco con el montaje, con el hotel y desconectar. El hecho de ir a comer comida casera en casa de la madre de Elena, pegarnos un ratito de descanso y darnos un agüita y volver, a parte de necesitarlo, me iba a venir de maravilla, pero no fuimos porque cuando vimos la hora, eran las 16:15 y a las 17:00 Sergio, nuestro apañado técnico de sonido, estaba citado para ensayar, así que tuvimos que improvisar un almuerzo por allí.
En Granada en el previo a la ultima función, Elena ya advirtió que no nos dejaran hacer trabajos en pareja que la liábamos. Esta vez nadie la tuvo en cuenta, no nos prohibieron nada y ahí que nos largamos los dos a buscar donde comer.
Era para vernos, ella en mallas y con su riñonera a la cintura, yo con chándal y camiseta y ambos colándonos en los restaurantes glamurosos que había por allí, mirando las cartas e investigando "discretamente" los platos de los comensales.
¡¡ Qué bien me lo pasé recorriendo aquellas calles inmensas, llenas de mastodónticos y modernos edificios, bajo un sol de primaveral!! Además como yo tenía mi afán descubridor la incitaba a ir de una calle a otra.
Al final fue "La Flaca" la que nos conquistó y aunque la chica nos advirtió que en 10 minutos cerraba la cocina, allí que nos sentamos los dos y llamamos a los compañeros.
Elena decidió pedir un flamenquín y yo que deseaba probar los productos autóctonos, la copié, además a mí los flamenquines me gustan mucho. Este me encantó, pero debo confesar que no lo disfruté al cien por cien, primero porque pensaba que los flamenquines cordobeses llevaban queso y segundo, porque aunque el jamón sabía de lujo, mientras traían la comida me puse un pelín nervioso y no disfruté el almuerzo. Por cierto, mientras comíamos repasábamos, con Paula, el origen del proyecto.
Con el flamenquín acabado, miramos el reloj y ya estaban pasadas las 17:00 h, así que nos fuimos rápidamente al hotel a ensayar. De un plumazo nos pasamos del apartado tres, del plan de ruta, al seis.
Ya en el interior del hotel y oliendo su maravilloso olor, pidieron café, saludamos a Sergio, hablamos con él, se probó el sonido, se debatió sobre un cambio, en resumen que el tiempo iba pasando y el apartado seis tenía toda la pinta de que iba a comerse al siete y pasar directamente al ocho que ese si era de obligado cumplimiento.
Sinceramente, no pasó nada realmente malo, ni bueno, no hubo grandes problemas. No trabajamos con prisas, pero tampoco hubo retrasos, la cuestión es que estuvimos tres horas con el montaje. Si debo decir que cada paso era muy premeditado, programado, pensado y debatido, quizá demasiado.
Esta función por su propia naturaleza lleva aparejada que se tengan que tomar muchas decisiones a última hora, por ejemplo; la organización con el menú fue larga, la de donde y como colocar la música también, además la pieza exige montar una estructura, siempre nos la suelen montar, pero esta vez lo hicimos entre Raúl y yo, y claro organizarnos también nos llevó tiempo.
Repito no recuerdo por qué estuvimos tres horas montando, pero si que recuerdo cosas tan chulas como; el colocar en una silla, el atrezo que cada compañero usa durante la función. Adoro colocar y ordenar el vestuario de los compis. En esta no se puede pero sí el atrezo y yo lo hice con todo mimo, hasta un cartel con el nombre del actor o actriz puse en cada silla. Recuerdo el momento de montar la estructura, mientras Elena y yo repasábamos algunos diálogos de Lola Flores que hay por Internet o también me acuerdo de la camarera ucraniana, que ese día pillaba sus vacaciones y que estuvo recogiendo el menaje que sobraba en las mesas, al final acabé ayudándola porque era un encanto. Decía que su casa no estaba lejos que desde Málaga cogía un avión y en cuatro horas estaba en su tierra. Fue una mujer súper amable y que nos trató genial.
Ya digo no me gusta andar de aquí para allá, pero llegó un momento que necesitaba un kit kat, cortar un poco con el montaje, con el hotel y desconectar. El hecho de ir a comer comida casera en casa de la madre de Elena, pegarnos un ratito de descanso y darnos un agüita y volver, a parte de necesitarlo, me iba a venir de maravilla, pero no fuimos porque cuando vimos la hora, eran las 16:15 y a las 17:00 Sergio, nuestro apañado técnico de sonido, estaba citado para ensayar, así que tuvimos que improvisar un almuerzo por allí.
En Granada en el previo a la ultima función, Elena ya advirtió que no nos dejaran hacer trabajos en pareja que la liábamos. Esta vez nadie la tuvo en cuenta, no nos prohibieron nada y ahí que nos largamos los dos a buscar donde comer.
Era para vernos, ella en mallas y con su riñonera a la cintura, yo con chándal y camiseta y ambos colándonos en los restaurantes glamurosos que había por allí, mirando las cartas e investigando "discretamente" los platos de los comensales.
¡¡ Qué bien me lo pasé recorriendo aquellas calles inmensas, llenas de mastodónticos y modernos edificios, bajo un sol de primaveral!! Además como yo tenía mi afán descubridor la incitaba a ir de una calle a otra.
Al final fue "La Flaca" la que nos conquistó y aunque la chica nos advirtió que en 10 minutos cerraba la cocina, allí que nos sentamos los dos y llamamos a los compañeros.
Elena decidió pedir un flamenquín y yo que deseaba probar los productos autóctonos, la copié, además a mí los flamenquines me gustan mucho. Este me encantó, pero debo confesar que no lo disfruté al cien por cien, primero porque pensaba que los flamenquines cordobeses llevaban queso y segundo, porque aunque el jamón sabía de lujo, mientras traían la comida me puse un pelín nervioso y no disfruté el almuerzo. Por cierto, mientras comíamos repasábamos, con Paula, el origen del proyecto.
Con el flamenquín acabado, miramos el reloj y ya estaban pasadas las 17:00 h, así que nos fuimos rápidamente al hotel a ensayar. De un plumazo nos pasamos del apartado tres, del plan de ruta, al seis.
Ya en el interior del hotel y oliendo su maravilloso olor, pidieron café, saludamos a Sergio, hablamos con él, se probó el sonido, se debatió sobre un cambio, en resumen que el tiempo iba pasando y el apartado seis tenía toda la pinta de que iba a comerse al siete y pasar directamente al ocho que ese si era de obligado cumplimiento.
Así que metí presión para comenzar el ensayo, además yo necesitaba ese ultimo repaso que me da la seguridad de que controlo el texto, sé que me lo sé, pero necesito esa seguridad.
El ensayo empezó, Paula y yo en la segunda frase nos liamos y volvimos a empezar y esa fue la tónica del mismo. Voy a haceros spoiler de la entrada de la actuación: La función fue perfecta, pero el ensayo fue patético. Ya se sabe :" Mal ensayo general, gran estreno".
Todos deseábamos actuar, salir y darlo todo. Pero estábamos muy cansados y no podíamos más, ese ensayo nos iba chupando energía como un parasito y más que ayudar nos quitaba recursos y ganas para la función.
Yo ya no podía más, necesitaba esa hora y cuarto de descanso, para maquillarme, vestirme, prepararme y descansar. Así que, cuando sobre las 19:00 el ensayo se paró por algo, yo cogí a Paula repasé la escena 10 que era la única que me faltaba por repasar, pillé mi maquillaje, mi vestuario, mi mochila, le dije a Raúl si me necesitaba para algo y tras la respuesta negativa de este, por mi cuenta y riesgo, concluí la etapa seis del plan de ruta y pasé a la séptima.
La proxima vez tira por la sombrita de la juderia y veras que bien.
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