"Por cierto, me ha encantado la presentación que habéis hecho, muy
buena. Enhorabuena".
" Lo estoy pasando de puta madre".
" Vamos Víctor que eres el mejor de todos."
Estamos a lunes, 1 de abril del 2019, estoy en el Puerto de la Torre, esperando que den las 17:00 para empezar a trabajar, hoy es un día duro porque será en el que decida si vamos o no al IX Festival de Teatro Infantil de Málaga y ahora mientras espero, empiezo a escribir la crónica de Las cenas de las emociones, celebrada el pasado sábado 30 de marzo del 2019 en Granada.
Lo que si me planteé en plena actuación, fue que la entrada la iniciaría con esas frases, todas fueron dichas por comensales de la cena y me las dijeron durante el transcurso de la misma y en ellas hablaban de mi trabajo. Las pongo así, como las típicas criticas que se suele imprimir en los carteles de las pelis porque quedan chulas. Recuerdo qué comensales y cuando me las dijeron y también recuerdo alguna que otra más, pero no puedo ponerlas o dar detalles para no hacer spoiler.
Me pasó como cuando tengo que hacer de Don Rafael Echevarría en el jardín Botánico, los días que caliento y preparo mucho el personaje me sale regular, y cuando paso de Lolo a Rafael en un segundo me sale mucho mejor, pues el sábado me ocurrió igual. Acababa de quedarme solo, estaba con el móvil haciendo una entrada en Instagram, cuando me llegó un Whatsapp, donde me avisaban de que empezábamos, acabé de subir la foto a Instagram, contesté el Whatsapp y mientras quitaba los datos al móvil y me lo guardaba en la chaqueta, escuché al personaje de Elena llamándome, así que sin tiempo a calentar, entré a escena y la verdad que esta vez salió perfecto. Me sentí muy tranquilo y dentro de Víctor Ferrara desde el segundo uno, dije todo lo que tenía que decir y con total seguridad, andando entre el publico, mirándolo a los ojos y sin trabarme. Mi personaje enganchó, dio claro su mensaje, disfrutó y disfruté.
Acabada la presentación donde me sentí feliz, contento, con la sensación de un trabajo bien hecho y con ganas de seguir, entré con mis compis. El público me había dado mucho calor, yo había tenido una relación muy estrecha con ellos y todos habían creado su propia relación con Víctor. Una vez dentro, preparé todo, me concentré y comenzamos.
Debo decir que la escena 1 la disfruté muchísimo, sonó como debía sonar, fue tal cual estaba planteada y pese a momentos de cierta inseguridad, lo pasé genial, porque no estaba” haciendo como…” sino que estaba viviendo de verdad.
La escena 2 fue por el estilo, actuar con Raúl siempre es un placer y esta vez pues también lo fue. Él es de los que se crece en escena y cuando tiene al público delante lo da todo y el pasado sábado lo dio. Además en nuestra escena el público ya estaba arriba, y eso que era la segunda, por tanto este también lo dio todo durante nuestra actuación.
Es interesante comprobar que cada publico es distinto, mientras que al de Córdoba se le podría denominar como el profesional, porque se comporta como tu le demandes en cada momento, el de Granada nos ha demostrado, ya en tres ocasiones, que es el público disfrutón, ellos van a pasarlo bien, se integran mucho en la historia, pero tanto, que no para de comentar, reír o hacer bromas de lo que sucede en escena, cosa que a mi me cuesta controlar.
Esta pieza no te permite interactuar con el público fuera de lo establecido, así que aunque los granainos nos dan armas para jugar con ellos, nos tenemos que callar y a mi eso me da pena porque me encanta improvisar y jugar. Ya digo en la escena 2 no pararon de comentar y reír con nuestra actuación, pero al final de esa escena 2, esa noche de ensueño y estrellada, donde todo rodaba solo, a un ritmo perfecto y de forma fácil, se oscureció, apareció Goliat, ese gigante bíblico que lo hacía todo difícil, el cielo se llenó de nubes. Ya había aparecido ciertos amagos de eso en las dos primeras escenas, pero en el final de la 2 Goliat se hizo presente.
Ese gigante se plantó ante nosotros como un muro inmenso, enorme, duro e infranqueable. Yo varias veces corrí hacía él para vencerlo pero me di de bruces en el suelo. Eso me dio mucha inseguridad, mucho miedo, hubo un momento en el que sentí que todo se nos podía ir al traste, noté como mi personaje, la situación y todo se me iba de las manos, intenté reponerme, pero me estaba siendo difícil y me costaba retomar.
Llegó un momento en el que lo pasé francamente mal y empecé a sentir miedo de actuar.
En las siguientes escena o no salgo o salgo poco, estas son la 3, 4 o 6.
Con la escena 5 volví a reunirme con Raúl y de nuevo la conexión y la unión fue total. Esta salió muy bien pero yo continuaba con miedo.
Tras la 7, la 9, en la 8 no salgo. Pues bien en ella toqué el cielo con las manos, lo dicho no puedo hacer spoiler, pero fue de esos momentos sublimes que solo pasa de vez en cuando en escena y es cuando actúas y estas tan metido en tu actuación que cuando acabas, vuelves a ser tu y te dices a ti mismo:" ¿Qué ha pasado?" porque has dejado de ser tu para meterte en el personaje y en la situación. Fue un tu a tú entre Elena y yo impresionante. Ambos nos dábamos y según lo que recibíamos respondíamos fue especial.
No fue una escena lenta, ni rápida, ni en voz baja, ni gritada, fue perfecta a un volumen, un ritmo y un tono perfecto. Fue un toma y daca donde los dos estábamos en escucha activa, respondiamos , según nos llegaba y la escena estuvo viva. Al acabar os repito no sabía donde estaba, ni si lo que había ocurrido era real.
La 10 estuvo muy bien, hubo un momento en el que tuvimos que improvisar pero salió muy correcta. El único problema fue que el publico ya estaba demasiado contento y al principio les costó enganchar.
Ahora si voy a hacer un poquito de spoiler y también una declaración de amor, cada vez me gusta más hacer esta pieza, me siento más feliz, la controlo más y el ambiente es cada vez mejor. Para su realización se necesita una atmósfera con poca luz y eso me provoca actuar con mucha paz. Quiero contaros también que tras cada escena se produce un gran subidón donde pasan cosas en las que disfruto como un bebé y más si actuamos en el Hotel Urban Dreams donde nos apoyan y arropan un montón y donde el gran Antonio nos da de comer o de beber entre escena y escena. Esta vez fueron fajitas, flamenquines y nuestro, ya, típico San Francisco y eso que previo a la actuación habíamos cenado. ¡¡¡ Gracias!!.
Bueno pues ya os he hablado de todo, ¿no?. Del publico, del lugar, de las escenas, de mis sensaciones, de Goliat de todo. ¡¡ Ah no me falta hablar de David, de mi David!! No se me ha olvidado, es que he querido dejarlo para el final.
David es uno de mis mejores amigos, del cual he aprendido mucho, es de Granada y siempre que he ido a actuar a su ciudad ha venido a verme, siempre fiel. A Las cenas de las emociones, no ha podido ir con anterioridad y el sábado fue su primera vez.
Asistió como oyente, pero para mi fue muy especial, puesto que estuvo entre bastidores con nosotros, además nos ayudó en muchos momentos, fue uno más de nosotros. A mi no me afectó para nada en la actuación, ya que cuando empezaba me encerraba en mi bola y listo, pero cada vez que acababa una escena buscaba su mirada y su aprobación o no. Repito ha sido una experiencia especial e inolvidable.
Fue compartir con él, parte de mi sueño, de mi vida, de mi profesión, de mis miedos, de mis alegrías, de mis inseguridades, o sea, todo lo que se vive entre escena y escena. Fue tener a alguien mío a mi lado viviendo mi intimidad y fue una experiencia única. ¡¡¡ Gracias Elena y Raúl por dejarlo venir!! y ¡¡¡ Gracias a ti David por tu ayuda, por venir y por tu amistad!!.
Al día siguiente me decía:" Me he sentido como un actor y cuando os estaba ayudando ha sido especial porque me he olvidado de mis problemas y de mi día a día" y eso es lo bueno de esta profesión.
Hasta la próxima Granada.
Te queremos Lolo, eres el Gran Víctor Ferrara!!
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