Entré a Granada en coche, con Elena, hablando de croquetas familiares, paramos en la puerta del hotel, abrí el maletero, saqué varias bolsas con atrezo, mi mochila y entré. Lo primero que me encontré fue la sonrisa del recepcionista que me saludó y recuerdó mi personaje y mi miedo a las alturas, no sé el nombre del muchacho pero es "el chico amable del hotel".
Con esa sonrisa di comienzo oficialmente al previo de Las cenas de las emociones en Granada el sábado 30 de marzo del 2019. ¿ Se puede pedir más? Pues sí se puede, entrar al comedor donde se realizaría la función y encontrarte a Emi acabando de limpiar la sala. Ahí ya los besos, los abrazos, los chistes, las bromas y el cariño lo ocupó todo, otra grande. Es como una madre para nosotros, dándonos cariño, apoyo, piropos...
Ya es la tercera vez que actuamos en el hotel Urban Dreams de Granada, el trato siempre ha sido muy bueno, pero ahora es como estar en casa, el hotel ya es nuestro hogar y su personal parte de nuestro equipo y de nosotros. Allí nos movemos con libertad, ya que conocemos todo y a todos.
La verdad, que fui descargando un poco nervioso y no sé por qué, pero Emi con sus bromas y sus comentarios me relajó y me hizo pasarlo bien.
Nos dijeron de descargar todo el atrezo y dejarlo en un pasillo, pues el comedor andaba mojado, pero a reglón seguido la orden cambio y nos dijeron de guardar todo en el comedor y eso hicimos.
Mientras Raúl ultimaba todo: habitaciones, parking etc. Paula y yo nos dedicamos a montar un elemento escenográfico que es necesario montar en cada actuación, a medio montar, Raúl nos pidió que mejor subiéramos a las habitaciones para soltar nuestras cosas.
Yo cargué con mis efectos personales y mi vestuario y subí a mi habitación, la 110, en la primera planta. ¡¡¡ Gracias Elena y Raúl!! Esta vez compartía planta con ellos dos y habitación con Sergio, nuestro apañado técnico de sonido. Llegué, lo saludé, solté mis cosas, arreglé el maquillaje y vestuario, nos pusimos al día en nuestras vidas y bajé a montar. Él se quedó pues tenía un pie chungo.
Por cierto, nuestra habitación tenía patio, era una chulada.
Cuando ando de viaje, necesito tener un lugar, un espacio que sea mío, sino me siento un poco desubicado, por tanto, cuando ya me hice con la habitación y acomodé todo, me bajé mucho más seguro a ayudar.
Cuando bajé Elena y Raúl ya estaban en el comedor. Junto a Raúl terminé de montar la estructura que Paula y yo habíamos comenzado a montar. Quizá sin seguir un orden protocolario pero la habíamos montado bien.
Montada, llegó mi compañera Paula de descansar y entre ella, Elena y yo, nos dispusimos a decorar dicha estructura y claro ya os lo podéis imaginar, risas, bromas, cachondeos y pasarlo bien o muy bien, en dicha estructura no nos veía nadie y nos dedicamos a gamberrear. Los últimos retoques se los dimo entre Paula y yo.
Sobre las 18:00 lo más complicado, que es la estructura, ya estaba acabada, el atrezo de cada actor ya venía ordenado de casa, debido a un gran invento de Raúl, con lo cual no hubo que ordenar nada y el resto de atrezo ya estaba desempaquetado, pero sin colocar pues este se pone a ultima hora, vamos en dos palabra que sobre las 18:20 lo teníamos todo concluido.
A esa hora, Sergio se encargaba del tema del sonido con el chico del equipo, Antonio, director comercial del hotel, se encargaba con sus camareros de organizar y montar las mesas, así que nosotros no teníamos nada más que hacer.
Como nos sobraba tiempo y Raúl no había podido preparar la documentación de los comensales, lo ayudamos entre Elena, Paula y yo. Pero en plan relajados, sentados en una mesa, de charla, de bromas, disfrutando del momento y de la compañía.
En dicha mesa Elena me dijo que al final mi propuesta de venir más tarde a Granada había sido una buena idea, pues estábamos con mucha energía.
El plan original era llegar muy pronto, montar, almorzar allí, descansar, ultimar todo, luego arreglarnos, cenar y actuar, yo les propuse que ya el hecho de madrugar, almorzar fuera, dormir siesta y tal, implica pasar todo el día en la calle y esto hace que vayas perdiendo energía, perdiendo visión de lo que vas a hacer y llegar a las 21:00, casi once horas después de iniciar la jornada, agotado.
Mi propuesta era salir tras el almuerzo, de modo que cada uno se levantara cuando quisiera, comiera lo que quisiera. Con la antelación necesaria para que nos diera tiempo a viajar, montar, descansar un poco, prepararse y actuar. En total echar unas cinco horas y llegar a la actuación arriba de energía. Al final se probó mi plan y aunque se atrasó respecto a lo planteado originalmente, llegamos con tiempo para todo y bajar con ganas de actuar y de comernos Granada, por lo visto y según me dijo Elena en esa mesa, había sido una buena idea, de hecho Raúl se fue a descansar y ducharse tranquilo mientras Elena y yo nos quedamos aun un rato mas ensayando y charlando en el comedor.
Al final Raúl nos esperó y sobre las 19:15 ya estábamos todos en nuestras habitaciones con hora y pico para descansar, ducharnos, vestirnos y bajar a cenar.
Yo como ya os he contado muchas veces, aunque me sé el texto y sé que me lo sé, necesito asegurarlo, así que ese tiempo de descanso lo utilicé para salir al hall de nuestras habitaciones y repasar el texto completo. Pero no sé que me pasó, me puse nervioso, tenía lagunas y preferí parar porque ese repaso me estaba viniendo fatal.
Así que entré en la habitación me puse a charlar con Sergio, organicé todo, me duché oyendo La gata bajo la lluvia por cierto que me duché con agua que provenía de la misma Sierra Nevada, ¡¡ QUÉ FRIA!! No atinaba con el agua caliente y cuando lo hice me iba a pelar la piel.
A medio vestir salí a maquillarme mientras hablaba con Sergio. Debido a mí miopía no me veía bien y creo que me puse muy subido de todo. Por cierto, estrené por fin esponjitas. Me vestí y me baje con Sergio a cenar. Esta vez decidí bajar a cenar con mi sudadera y con los pantalones y zapatos de Víctor, no me quise poner el resto del vestuario. Así podía comer más cómodo puesto que la ropa de Víctor me está un poco estrecha y sin el miedo y la incomodidad de mancharla.
Aunque nos habían avisado para que bajáramos cenar, cuando llegue al comedor solo estábamos Paula y yo y a ambos nos dio fatiga atacar el buffet, por cierto repleto de chinos que también estaban cenando, así que esperamos para empezar a que llegaran Elena y Raúl. En ese mismo momento fue cuando llegó mi amigo David que venía como ayudante y oyente de la pieza. Elena y el hotel lo invitaron a cenar y él aceptó. Gracias.
Nunca me ha gustado mezclar amistades de distintos ámbitos y ahí estábamos compartiendo mesa y mantel: mi amigo del alma, mi jefa, amiga y ex compañera de la ESAD, mi compañera de trabajo y yo.
Fue una situación un poco extraña para mí, pero menos mal que ahí estaban Elena y Paula que hablan por los codos e integraron a David desde el primer momento. Menos mal porque si no yo….
La cena, como siempre riquísima, pero poca, ya que antes de actuar no se puede comer mucho si no hubiera arramblado con todo el buffet. El risotto estaba impresionante.
Esta vez no se me rompió ninguna prenda del vestuario, por tanto no fue necesario pedir en recepción ni hilo ni aguja, pero si me hacía falta un bolígrafo para mí presentación y fui a pedirlo. El chico amable de recepción estaba deseando dármelo pero no podía pues estaba atendiendo a una pareja. Formada por dos personas de esas qué hacen las preguntas escalonadas y cuando el muchacho amable le había respondido una pregunta e iba a darme el bolígrafo comenzaban con otra y así hasta cinco veces. Menos mal que no iba vestido de Víctor puesto que los comensales ya estaban empezando a llegar.
Con mi lápiz amarillo, ya que no era bolígrafo, el fui al comedor deseé mucha mierda a mis compañeros y comencé mi soledad.
Esta vez la soledad no fue tal por tres motivos; primero porque estuve muy poco tiempo solo ya que en la espera del bolígrafo,perdí mucho tiempo y subí muy tarde, segundo porque está soledad no me dio tiempo a calentar o concentrarme ya que me estuve lavando los dientes, retocando el maquillaje, echando perfume y terminando el vestuario de Víctor y por último no fue soledad porque no estuve solo; mi amigo David me acompañó en este momento. Me encantó tenerlo a mi lado en ese momento de intimidad.
Pasado un tiempo le pedí que me hiciera unas fotos y que me dejara solo, pero tampoco hubo soledad porque cuando estaba escribiendo una entrada en Instagram me avisó Elena que comenzaba la función.
Yo cargué con mis efectos personales y mi vestuario y subí a mi habitación, la 110, en la primera planta. ¡¡¡ Gracias Elena y Raúl!! Esta vez compartía planta con ellos dos y habitación con Sergio, nuestro apañado técnico de sonido. Llegué, lo saludé, solté mis cosas, arreglé el maquillaje y vestuario, nos pusimos al día en nuestras vidas y bajé a montar. Él se quedó pues tenía un pie chungo.
Por cierto, nuestra habitación tenía patio, era una chulada.
Cuando ando de viaje, necesito tener un lugar, un espacio que sea mío, sino me siento un poco desubicado, por tanto, cuando ya me hice con la habitación y acomodé todo, me bajé mucho más seguro a ayudar.
Cuando bajé Elena y Raúl ya estaban en el comedor. Junto a Raúl terminé de montar la estructura que Paula y yo habíamos comenzado a montar. Quizá sin seguir un orden protocolario pero la habíamos montado bien.
Montada, llegó mi compañera Paula de descansar y entre ella, Elena y yo, nos dispusimos a decorar dicha estructura y claro ya os lo podéis imaginar, risas, bromas, cachondeos y pasarlo bien o muy bien, en dicha estructura no nos veía nadie y nos dedicamos a gamberrear. Los últimos retoques se los dimo entre Paula y yo.
Sobre las 18:00 lo más complicado, que es la estructura, ya estaba acabada, el atrezo de cada actor ya venía ordenado de casa, debido a un gran invento de Raúl, con lo cual no hubo que ordenar nada y el resto de atrezo ya estaba desempaquetado, pero sin colocar pues este se pone a ultima hora, vamos en dos palabra que sobre las 18:20 lo teníamos todo concluido.
A esa hora, Sergio se encargaba del tema del sonido con el chico del equipo, Antonio, director comercial del hotel, se encargaba con sus camareros de organizar y montar las mesas, así que nosotros no teníamos nada más que hacer.
Como nos sobraba tiempo y Raúl no había podido preparar la documentación de los comensales, lo ayudamos entre Elena, Paula y yo. Pero en plan relajados, sentados en una mesa, de charla, de bromas, disfrutando del momento y de la compañía.
En dicha mesa Elena me dijo que al final mi propuesta de venir más tarde a Granada había sido una buena idea, pues estábamos con mucha energía.
El plan original era llegar muy pronto, montar, almorzar allí, descansar, ultimar todo, luego arreglarnos, cenar y actuar, yo les propuse que ya el hecho de madrugar, almorzar fuera, dormir siesta y tal, implica pasar todo el día en la calle y esto hace que vayas perdiendo energía, perdiendo visión de lo que vas a hacer y llegar a las 21:00, casi once horas después de iniciar la jornada, agotado.
Mi propuesta era salir tras el almuerzo, de modo que cada uno se levantara cuando quisiera, comiera lo que quisiera. Con la antelación necesaria para que nos diera tiempo a viajar, montar, descansar un poco, prepararse y actuar. En total echar unas cinco horas y llegar a la actuación arriba de energía. Al final se probó mi plan y aunque se atrasó respecto a lo planteado originalmente, llegamos con tiempo para todo y bajar con ganas de actuar y de comernos Granada, por lo visto y según me dijo Elena en esa mesa, había sido una buena idea, de hecho Raúl se fue a descansar y ducharse tranquilo mientras Elena y yo nos quedamos aun un rato mas ensayando y charlando en el comedor.
Al final Raúl nos esperó y sobre las 19:15 ya estábamos todos en nuestras habitaciones con hora y pico para descansar, ducharnos, vestirnos y bajar a cenar.
Yo como ya os he contado muchas veces, aunque me sé el texto y sé que me lo sé, necesito asegurarlo, así que ese tiempo de descanso lo utilicé para salir al hall de nuestras habitaciones y repasar el texto completo. Pero no sé que me pasó, me puse nervioso, tenía lagunas y preferí parar porque ese repaso me estaba viniendo fatal.
Así que entré en la habitación me puse a charlar con Sergio, organicé todo, me duché oyendo La gata bajo la lluvia por cierto que me duché con agua que provenía de la misma Sierra Nevada, ¡¡ QUÉ FRIA!! No atinaba con el agua caliente y cuando lo hice me iba a pelar la piel.
A medio vestir salí a maquillarme mientras hablaba con Sergio. Debido a mí miopía no me veía bien y creo que me puse muy subido de todo. Por cierto, estrené por fin esponjitas. Me vestí y me baje con Sergio a cenar. Esta vez decidí bajar a cenar con mi sudadera y con los pantalones y zapatos de Víctor, no me quise poner el resto del vestuario. Así podía comer más cómodo puesto que la ropa de Víctor me está un poco estrecha y sin el miedo y la incomodidad de mancharla.
Nunca me ha gustado mezclar amistades de distintos ámbitos y ahí estábamos compartiendo mesa y mantel: mi amigo del alma, mi jefa, amiga y ex compañera de la ESAD, mi compañera de trabajo y yo.
Fue una situación un poco extraña para mí, pero menos mal que ahí estaban Elena y Paula que hablan por los codos e integraron a David desde el primer momento. Menos mal porque si no yo….
La cena, como siempre riquísima, pero poca, ya que antes de actuar no se puede comer mucho si no hubiera arramblado con todo el buffet. El risotto estaba impresionante.
Esta vez no se me rompió ninguna prenda del vestuario, por tanto no fue necesario pedir en recepción ni hilo ni aguja, pero si me hacía falta un bolígrafo para mí presentación y fui a pedirlo. El chico amable de recepción estaba deseando dármelo pero no podía pues estaba atendiendo a una pareja. Formada por dos personas de esas qué hacen las preguntas escalonadas y cuando el muchacho amable le había respondido una pregunta e iba a darme el bolígrafo comenzaban con otra y así hasta cinco veces. Menos mal que no iba vestido de Víctor puesto que los comensales ya estaban empezando a llegar.
Con mi lápiz amarillo, ya que no era bolígrafo, el fui al comedor deseé mucha mierda a mis compañeros y comencé mi soledad.
Esta vez la soledad no fue tal por tres motivos; primero porque estuve muy poco tiempo solo ya que en la espera del bolígrafo,perdí mucho tiempo y subí muy tarde, segundo porque está soledad no me dio tiempo a calentar o concentrarme ya que me estuve lavando los dientes, retocando el maquillaje, echando perfume y terminando el vestuario de Víctor y por último no fue soledad porque no estuve solo; mi amigo David me acompañó en este momento. Me encantó tenerlo a mi lado en ese momento de intimidad.
Pasado un tiempo le pedí que me hiciera unas fotos y que me dejara solo, pero tampoco hubo soledad porque cuando estaba escribiendo una entrada en Instagram me avisó Elena que comenzaba la función.
En resumen que vivimos un previo que duró la mitad de lo que estamos acostumbrados. Trabajamos sin parar, eso sí, sin prisas, pero tampoco con pausas ya que no pensamos cada movimiento sino que lo hicimos, además nos dio tiempo a descansar y lo más importante a llegar a la función con muchísima energía y con 0 cansancio, así que repito, un previo si breve dos veces bueno.
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