El previo del pasado miércoles, 3 de julio del 2019, para el estreno de la visita teatralizada del jardín botánico de Málaga, Un mundo mágico, fue el previo del gusanillo, de la desubicación, de la novedad, del desconocimiento, de la soledad, de la organización y de la brevedad.
Cómo el ensayo general fue un poco regular, mis compañeros llegaron al jardín a las 18:30 para repasar textos y afianzar movimientos. Yo llegué más tarde porque yo tuve un buen ensayo general y no necesitaba ni repasar, ni asegurar nada, pero cuando llegué me sentía como un pulpo en un garaje, desubicado o más perdido que el barco del arroz.
Entré en el jardín y no había nadie, todos estaban en sus tareas y yo no sabía donde ir o a qué sitio acudir. En vez de tener la sensación de que llegué más tarde por currante y tener todo atado y bien atado, tenía la de ser un viva la Virgen que pasa de todo y llega al estreno poco rato antes, ya que todo le da igual.
Yo no sé ustedes, pero yo, cuando era pequeño y faltaba dos o tres días al cole, al volver estaba un poco perdido, pues todo tenía un ritmo ya marcado y yo iba a otro y me costaba meterme, pues el miércoles me pasó igual, vamos totalmente igual, iba de un lado a otro sin saber donde meterme.
Pero pese a ello llegué, saludé a Dani y me puse a ayudarlo en la decoración de la entrada, buenos solo puse dos plantas, el resto lo había hecho él solo.
Creo también que toda esa descolocación y desubicación se debía al estreno. Todo era nuevo para mí. Yo soy un actor cuadriculado, me gusta que antes de empezar todo sea como un rito. Qué hago, cómo y a qué hora, todo debe de estar cuadrado y organizado a la perfección y cuando todo es nuevo, como el otro día, pues no sé a donde ir, me puede lo desconocido.
Salvando las distancias tenía el mismo desasosiego que la primera vez que actué allí, hacía casi cuatro años, donde no conocía nada y me asaltaban mil dudas ¿ pasaría calor?, ¿ controlaría los tiempos?, ¿ gustaría?, ¿ aburriría??, ¿ aguantaría el vestuario?, ¿ dónde guardaría mis cosas? Etc. Pues quitando las dudas sobre la localización, pues me conozco el jardín como la palma de mi mano, el resto de dudas eran las mismas. De hecho no fui consciente, de mis nervios, hasta casi la hora del almuerzo. Me sentía raro, durante todo el día, pero no sabía que era, hasta que caí en la cuenta que tenía nervios, que llevaba todo el día con los gusanillos en el estomago. No estaba nervioso conscientemente, de hecho fui al gym, limpié la casa, jugué con la sobri, pero esa “cosilla “ estaba ahí y se agudizó al llegar al jardín.
Nunca he abierto las visitas teatralizadas, siempre he sido el ultimo o el penúltimo en actuar y abrir un show cuesta, además me preocupaba mucho el tiempo, si llegaría a tiempo, si me vestiría a tiempo, si engancharía con el público, si pillarían el personaje ( también es la primera vez que hago algo tan fantástico y tan lejos de un personaje real en el jardín) tenía mis dudas y mi miedo a lo nuevo.
De hecho cuando me encontré con mis compañeros y hablé un rato con ellos y les conté como me sentía, saltaron todos a la vez y muy rápido, diciendo que yo ese personaje lo tenía más que pillado y que iba a gustar seguro. Eso me relajó la verdad.
¿Y por qué fue organizativo? Pues porque al rato de llegar, Dani, me comentó que había un problema con dos piezas de la utilería. Estas las deben usar casi todos los actores y en todos los pases, y solo había dos. Por nuestra cuenta y riesgo, Dani y yo, decidimos hacer dos juegos más de cada una y como eran tres pases, pues que cada actor tuviera tres. Dani los hizo, yo los acabé y me dediqué a informar a los actores, a colocarlos, a explicar el cambio, o sea, a organizar todo ese tema. Por cierto, fue muy celebrado por todos y muy bien rematado y decorado por Úrsula.
Tan descolocado estaba frente a lo desconocido que a las 20:33, mis compañeros se tomaron el típico descanso previo a prepararse y yo les dije que me marchaba ya que era tarde. Es más, yo me comprometí a vestir a ese encanto de chica llamada Celia, pero era tanta mi prisa que le pedí que se viniera conmigo a mi “baño-camerino-particular” en el paseo de las palmeras y allí la vestiría y así yo no perdería tiempo.
Así lo hicimos.
Cuando hacía de Rafael en ese baño había un lugar para cada cosa y cada cosa tenía su lugar, pero esta vez todo era nuevo, no sabía donde poner nada y me liaba. Mi objetivo era estar listo a las 21:10 y esperar 20 minutos.
Pues a las 20:40 empecé a vestir a Celia, a las 20:48 ya estaba solo maquillándome, fue fácil y resultón pero debo currármelo más la próxima vez, me tomé mi sándwich, lo organicé todo, me vestí y a las 21:10 estaba en el museo Loringiano esperando el inicio de la actuación.
Esos 20 minutos de espera, los rellené de fotos, de intentos de colocarme los pelos de forma que no me taparan los ojos y de ganas e ilusión. Deseaba, ya, soltarlo todo.
Pero bueno antes de acabar también debo decir, que fue el previo: de la admiración al ver a mis compañeros Juampe, Celia y Úrsula, ensayar, el de las confesiones con Celia cuando la ayude a vestir, el de su chocolate negro, el de las caritas de Dani, el de las irónicas bromas de Samu, el de los taconazos de Úrsula, el del abrazo de apoyo a Juampe y el del resbalón, porque tres veces fui a por los útiles nuevos, pasando por un camino embarrado y las tres veces me resbalé.
PD: La finca estaba más bonita que nunca.
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