sábado, 26 de diciembre de 2020

LAS PERSONAS, LAS VIVENCIAS Y EL DIA DE FION TV.


Después de calentaros la cabeza con todos los temas profesionales, quiero hablar de lo realmente importante, o sea, las vivencias y las personas que me encontré ese lunes de septiembre.

Al final cuando pasen los años todo se podrá ver en los videos grabados, pero seguro que los detalles importantes, lo aprendido, lo vivido, el cariño y el calor recibido ese día, quizá se pierda y por eso quiero hacer esta entrada.

Juanjo, María José, Paco y mi hermano, son realmente los protagonista de esta película y os preguntareis, ¿ Aquí hay uno nuevo que antes no estaba?. Bueno, ya veréis por qué.

Pues lo dicho no me enrollo más y empiezo.

Voy a empezar por el final, es decir, por la noche del lunes 21 de septiembre de 2020, después de cenar, mientras metía los platos en el lavavajillas y mandaba un audio a Juanjo, estaba satisfecho, algo cansado, pero muy contento, tenía una felicidad en mi interior muy grande. Había vivido en un día muchas cosas, me había reído, me había sentido querido, acompañado, había comido un montón, había disfrutado, había visitado sitios nuevos y sobre todo, con esta "nueva normalidad", me había sentido gracias a mis compañeros, seguro y respetado, que hoy día a veces es complicado. Además como salgo muy poco, el hecho de cortar mi rutina de forma tan radical me relajó tanto, como si hubiera pasado un mes en el Caribe.

A mi mente vienen muchos momentos, como este: Una vez acabadas las grabaciones, estábamos en el coche de María José, esta preparando para irnos, yo a su lado en el asiento del copiloto y detrás Juanjo, contando cosas de su etapa como  maestro. Esperábamos a Paco que iba y venía al coche porque había olvidado algo, creo que el móvil.

María José estaba muy contenta, Juanjo nos contaba sus anécdotas con una energía, como si las estuviera viviendo en ese momento y yo, que me gusta poco viajar, estaba como inseguro pero a ellos los notaba tan felices, tan llenos de ilusión y ganas por ir a Carratraca ( tras grabar Paco nos propuso ir allí a almorzar) que su alegría me hizo cambiar el chip. 

El sol que entraba por el cristal del coche, era un sol fuerte, calentito, típico de pleno verano, que tanto me gusta y que tan poco pude disfrutar este año, así que me dije: " Lolo pasa de todo, déjate llevar y disfruta, al igual que tus compis, de este momento maravilloso que Dios y la vida te da" y eso hice, me dejé llevar.


Recuerdo la salida del pueblo, muy relajado, mirando los campos, un arroyuelo, sintiendo el viento, el sol y oyendo historias. 

Historias de Juanjo, un maestro vocacional, que nos acompañaron durante todo el viaje. ¡¡Qué bonitas son!! Como digo las cuenta con tanta emoción, tanta verdad y tanta ilusión que te trasladan al momento. En ese viaje pude sentirme maestro y descubrí que María José,  también era maestra y nos contó sus experiencias. Debo apuntar que yo también aporte las mías, como profe de teatro, o más bien monitor. 

Juanjo usa un vocabulario, una forma de hablar y unos tonos, que hacen que cada historia sea interesante y divertida y te hartes de reír. María José las cuenta con una ternura y un amor que te ablanda el corazón. Recuerdo, esa apertura de un cole nuevo, los viajes a los coles, los coles donde la maestra era casi más joven que los niños, las defensa de Juanjo a los bulling, cuando antes no se llamaba así, las experiencias con las niñas que sabían demasiado, los primeros amores... y muchas más. Es que lo pasé tan bien que podría contarlas como si fueran mías.


Una vez en Carratraca y antes de llegar a nuestro destino, nos acompañó la cuesta más inclinada del mundo. Esta la hicimos andando y no fue una subida agradable, es más ninguno hablaba, supongo que para no perder aire, pero yo no hablaba porque quería que la subida fuera lo más breve posible, no deseaba ser consciente de estar en un precipicio, de esos que tantos gustan a los pueblos. Es más, teníamos nada más y nada menos que el palacio de Trinidad Grund a nuestro lado, pero yo no me atreví a mirarlo. 

Ahora, el camino de vuelta desde nuestro destino al coche, si que fue inolvidable. Íbamos los 4 paseando relajados, charlando por aquellas calles de casas blancas, solitarias, llenas de encanto. No se me olvida una placita que parecía un decorado. Eso lo ves en una película y piensas que la han hecho a conciencia, los balcones, los bancos alrededor de la fuente, las macetas, ya digo, parecía un decorado de una obra teatral de los Quinteros, cerca había un quiosco de madera, también antiguo precioso, una confitería, un extraño patio sin comunicación a la casa, donde Juanjo y yo nos paramos a investigar, una higuera, desde donde se veía toda la montaña, unos higos y una conversación entre Juanjo y yo, que nos hizo reír a Mª. José, a este y a mí, sin parar, unos bares cerrados, Juanjo nos comentó que años atrás  esos eran la Jet Set de las juergas, ya digo un paseo breve pero inolvidable. 

Un plato de gazpachuelo, bueno, vamos a decir la verdad, muchos platos de gazpachuelo pues casi le imploré a la chica que no se llevara la olla, una tapa de callos, una tapa de carne en salsa, muchísimas albóndigas, patatas fritas, una tapa de chorizo asado y un cono de helado fueron nuestro destino. 

Un menú casero, con vasos y platos como los de casa, ollas para servirte lo que quieras, un trato rápido y una nota media de un 7, puso ser un 10 pero el postre lo fastidió. Alguien tan goloso como yo, esperaba un mega postre hecho allí y no un como de marca generica. 

Yo estoy aquí hablando de algo super novedoso, pero escribiendo sobre Carratraca y comida casera, todos sabéis de lo que hablo, ¿verdad? Sí de Casa La Pepa, por allí ha pasado todo el mundo, bueno todos menos yo. Es más cuando telefonee a casa, mi madre conocía perfectamente el sitio, repito, menos yo. Había oído hablar de él pero nunca fui. 

Bueno todo el mundo conocerá el sitio perfectamente, pero tanto como María José y yo, no. 

Tras el almuerzo quise darme una vuelta para ver el bar, lleno de detalles, (Esta ubicado en una casa particular.) ella me quiso acompañar y como es tan malilla me hizo verlo todo y cuando digo todo es todo. Después no quiere que la llame rebelde.

¡¡¡Qué momentazo‼! Éramos como dos niños pequeños y aventureros, escapando de los mayores y saltándose, de forma sutil con movimientos lentos y silenciosos, todas las normas. Me gusta las personas serias, respetuosas y responsables pero que no pierden su vena infantil.

Recuerdo que caminando, como si estuviéramos en nuestra casa, casi nos metemos en las cocinas, o la escalera de escalones gigantescos e irregulares que nos comunicaban a la planta de arriba. Por seguridad no quería cogerme a la baranda y por tanto, me costó horrores subir y al bajar pensé que hocicaba de boca, esas vitrinas cargadas de los típicos recordatorios de viajes y eventos familiares que nadie sabe donde los guarda, pero que ellos los tienen expuestos, ese pasillo/ puente que separa una parte del comedor, con la parte de las habitaciones, las miles de macetas, la pila de lavar, cuando nos asomamos a ver los tejados del hotel de super lujo que hay justo al lado o el momento más impresionante cuando vimos, sigilosamente las habitaciones, con sus cuadros de santos, camas enormes, diferentes y antiguas y mil cosas más. Gracias por ese momento y por la seguridad que me aportas en estos tiempos de pandemia.

Impresionante fue también el tiempo que pasamos entre grabación y grabación, esto que cuento fue de nuevo en Pizarra. Volvimos al bar donde desayunamos y donde tanto Juanjo como María José me contaron recuerdos de su niñez, tan entrañables, curiosos, duros y  bonitos que me dejaron con la boca abierta.


Y la última secuencia de esta película, es para mi hermano, pues cuando llegué de vuelta a Málaga y  antes de irme a casa me fui al centro de paseo, a por un helado y me encontré con él y nos dimos el paseo juntos muy agradable y al llegar a casa todo perfecto.  ¿Se puede pedir más?.

Ese día hice 78 km, y pese al recorrer tantos metros no salimos de la casa de Paco. Creo que es el hombre con la casa más grande del mundo, porque ir a un sitio con él es como visitar su casa, primero porque te muestra los lugares con mucha pasión como si fueran suyos y segundo porque se comporta como un gran anfitrión y se preocupa siempre de que estés cómodo, contento, a gusto, feliz, por tanto, viajar y trabajar con él es un autentico placer.     



2 comentarios:

  1. Pues vaya suerte que tienes, personas y hogares asi van quedando pocos.
    Viva el siglo XX

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  2. Has descrito ese dia,tan bien,con sensibilidad,y con tanto lujo de detalles,que me parece vivirlo todo de nuevo.Para mi,fue una jornada fuera de lo normal,y en la que disfrute muchisimo,gracias a vuestra compañía.Tambien sirvió para ver ( y tú blog lo confirma) que eres una persona super epecial,con un mundo interior riquisimo,que muchos no lo perciben,cariñoso y un grandísimo actor.Por todo ello,gracias Lolo.

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