Llevaba 14 días sin actuar y aunque en ese tiempo había tenido ensayos, eran ya casi 2 las semanas que no me enfrentaba al público y ya tenía ganas.
Cuando el 21 de diciembre del 2021, acabé de actuar, estaba deseando coger estos días libres, pero ya eran muchos.Volvía para hacer teatro de calle, algo que siempre me fascinó.
Lo haría a las puertas del Palacio Solecio, principio de calle Granada, es decir, en un entorno cargado de historia, con la parroquia de Santiago Apóstol enfrente, las casas de alrededor, un encanto.
Cuántas cosas habrá visto esa calle, a un Picasso de niño, procesiones, mis ferias del centro cuando era adolescente transcurrían allí y ahora me estaban viendo a mí actuar, formaría parte de su historia.
Además yo soy muy navideño y no solo el hotel, sino la calle entera, la cafetería de La Canasta que hay al frente, todo, estaba profusamente adornado de Navidad y eso me ponía muy tierno.
Pero sobre todo estaba mi reto.
No podía hacer el personaje ridículo y pijo que yo deseaba hacer. El emperador engolado que haría me gustaba menos, pero lo iba a usar como una forma de demostrar mi capacidad vocal y mi técnica.El reto era que me oyeran. Quería demostrar a algunos compañeros que se puede actuar en la calle y que te oigan, solo hace falta un poco de técnica. Yo tengo estudios, estos te dan unos recursos para poder modificar un personaje en nada de tiempo según el lugar donde actues, y armas para poder hacer que tu voz se oiga y no se pierda por actuar en una calle.
Todo eso eran puntos a favor que me hacían que la tarde del martes 4 de enero del 2022, tuviera muchas ganas de actuar, pero muchas, muchas, aunque ninguna de estas razones eran lo suficientemente grande como para que yo estuviera como una moto, pero vamos estaba a tope.
Cuando iba por el puente de Armiñán, oyendo mis auriculares y casi levitando de energía, miré al río y caí en la cuenta, hacía un tiempo primaveral.La tarde no era gris, oscura, fría, triste y solitaria como son las de los días previos a Reyes, al contrario el cielo estaba azul, hacía un poquito de calor y el tiempo era el propio de un Domingo de Ramos camino a la salida de la Pollinica, ahora sí tenía lógica mi energía en exceso. Ya sabéis que la primavera me activa y así estaba yo, hasta arriba de fuerza.
Con razón en pocos minutos, me había levantado de la siesta, había preparado mi mochila y maquillaje que no pude hacerlo por la mañana pues estuve arreglando armarios, me había vestido, maquillado media cara, lo que me tapaba la mascarilla y ya iba por mitad del camino, claro la primavera adelantada me tenía así.
Andando por callejones vacios, oyendo música, bailando, respirando y sintiendo la primavera llegué a las puertas del Palacio Solecio.
Como dato curioso decir que a las 16:38 empecé a maquillarme y a las 17:05 ya estaba allí.
Allí esperaba Edu, tras un saludo, entré con él en el hotel.
Y un posible cementerio bajo tus pies.
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