Son las once y media de la noche del miércoles 9 de marzo
del 2016, acabo de terminar un antifaz para el Quijote y una máscara de tigre,
para un niño, para la pieza de teatro infantil que voy a representar, con mis
niños del cole, el próximo martes 15 de marzo del 2016. Esta vez, no sé por qué
pero tengo mucha fe en ellos y en la pieza.
Pero a lo que iba, son las once y media de la noche y cuando
termine de escribir esto acabaré mi día por hoy y me pondré a descansar, ya es
hora.
Mientras escribo esto, mi madre está viendo la serie El Príncipe y no sé, pero me da tanto
coraje ve a tanto actor imitando el acento y forma de hablar de Mario Casas,
actor que no se caracteriza realmente por su magnífica vocalización o ver al
chaval de los ojos azules, que el otro día dijo, por televisión, que entró en la profesión por casualidad y que sigue en
ella por dinero y no por nada más. Y pienso como puede haber actores como
Steven Lance, que no estén viviendo cómodamente de esta profesión y estén estos
aquí.
Cuando estará colocado en el lugar que se merece, ojala sea
pronto, por un lado lo deseo porque lo merece, pero por otro no, porque dejaríamos
de trabajar juntos.
El día cargado de compras, organi-
zación y preparación del atrezo para la pieza del Quijote, lo he
comenzado ensayando, en casa, con Steven Lance.
Mientras llegaba a casa tuve una pequeña conversación con Nora.
Llegó y rápidamente hicimos un repaso de texto, la verdad,
que ambos estábamos horribles, porque él
no lo tenía seguro, pero yo que
me lo sabía, estaba para matarme, claro estaba acabado de levantar y aun
dormido.
Hicimos tres repasos de textos más, Steven no lo llevaba muy
bien y quería decir el texto exacto y por ello se cortaba bastante, hasta que
decidimos hacer una en pie y sin papeles en la mano.
No solamente dijo el texto perfecto, sin trabarse ni
cortarse un segundo, sino que me dejó con la boca abierta. Muchas veces no sabía si seguir ensayando o sentarme y decirle: “actúa
que yo te veo”, porque que pedazo de actor, estaba viendo a Don Quijote de verdad, esas caras de
loco, ese creerse lo que dice, verlo como a un héroe y luego como a un desvalido, meterme en su rollo pero
a la vez darme pena de ver como se destruye… Vamos todo lo que diga es poco.
Me sentía a su lado
muy chico, muy fuera del personaje, porque quería mirarlo, observarlo y
preguntarle de dónde saca tanto. Sin apenas haber preparado nada y currado bien
el personaje, ahí jugando lo estaba
sacando al cien por cien.
Si tuviéramos más tiempo y nos pillara Nora, sacábamos un
Quijote y un Sancho que ni la Compañía Nacional, vamos al nivel de A saco
con la psico.
Desde este ensayo, estoy deseando tenerlo todo listo y
seguro y que llegue el viernes para
disfrutar cuatro veces, de ese Quijote Lance, o Steven de la Mancha.
Y el romano?
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