Ayer por la tarde mientras me dirigía a la Plaza de San
Francisco para ver a un amigo, pensaba:
“Si ahora mismo, después de vivir un magnifico día de primavera, se
está levantando un viento horrible, la semana pasada a esta hora, era un
diluvio lo que caía sobre Málaga y yo estaba en una cafetería, de mi barrio,
junto a un trozo de tarta de chocolate
blanco y una manzanilla, frente a mí un café y un trozo de tarta de zanahoria, el dueño del café y la zanahoria no era otro que…. No voy a decir nombre para
no crear conflictos, pero si era alguien que sabe mucho de teatro y que me estaba resolviendo mis dudas y mi
malestar del día anterior en Mujeros”.
No voy a dar datos, pero ambos sabemos quién es y lo que pasó
en esa merienda.
Se suele decir que los amigos de verdad son los que están en
las duras y en las maduras, o sea, los
que se van contigo de fiesta pero que cuando estas triste también están, pero
yo creo que los amigos de verdad, también son aquellos que cuando deben pararte
los pies y decirte las cosas a la caras, no las buenas que son fáciles, sino
las malas también te lo dicen y te ayudan a encauzar mejor tu camino y te hacen plantearte muchas cosas.
Llevaba una racha de mucho trabajo, pero también de mucho éxito
y eso estaba haciendo que me tomara todo a la ligera, tanto el trabajo como la
desconexión. Al no desconectar, muchos proyectos los hacía sin amor como un autómata
y al estar subido en una nube de supuesto “éxito” no estaba viendo la cosa
objetivamente.
Este monstruo del teatro y además amigo, no solo me hizo ver las cosas más
claras, me hizo plantearme cosas, decidir cosas, revisar mi trabajo, mi forma
de verlo y de planteármelo .
Hacerlo mucho más serio, mucho más como un trabajo,como una exigencia, no como una diversión, pero eso sí sin necesidad
de ser pisoteado.
Además me dio ciertos concejos sobre mi trabajo.
Todo eso me vino muy bien
y lo agradecí mucho. Gente que se preocupa por tí sin interés alguno no existe ya, yo me siento afortunadao. Pero también me dio mucha inseguridad.
Pese a caer el diluvio universal, ese día Mujeros triunfó , hicimos casi todos los pases y con mucho publico.
Pero yo me sentía perdido, me sentía extraño, podríamos decir que estaba desnudo
ante el público y eso me daba mucha inseguridad, intenté aplicar aquellos
consejos, pero no me atreví, no los interpreté bien y creo que ese día estuve
un poco extraño y perdido. Tanto dentro como fuera de escena.De hecho no tengo apuntes, recuerdos, ni fotos.
tadora y maravi-
llosa, con mi segunda familia, esto es y ya lo sabéis
mi Anai, su hija Natalia, que me adora, porque vino a verme reventada del trabajo
y el novio de está un tío encantador.
Tras esa suculenta cena en un italiano, comenzamos las
funciones y ellos vinieron al segundo pase aunque no era mi mejor día en Mujeros, Anai conocedora siempre de todas mis cosas, me apoyó como solo ella sabe.
Dias así de lluviosos tanto dentro como fuera de tí te hacen ver que tienes paraguas fuertes y buenos como Anai y la persona misteriosa.
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