El pasado viernes llovió en el colegio de los Olivos y la
madrugada de hoy, domingo 19 de febrero del 2017, mientras escribo esta crónica, en mi cama, tapadito y calentito, está diluviando, pero de verdad. Se ha puesto a diluviar y no para de llover, al contrario cada vez
llueve más. Y he pensado: "¿ Qué mejor momento para escribir esta crónica sobre
lluvia ?"
El viernes 17 de febrero del 2017, tuvo lugar en el
Colegio de Los Olivos de Málaga el reestreno, con dos pases, de : Lluvia Fina.
Y ahora os paso a realizar una pequeña crónica :
1.- Pretérito PERFECTO del verbo NERVIEAR:
Si la palabra nervio fuera un verbo, el primer pase del
pasado viernes de Lluvia fina, se enmarcaría en su tiempo verbal de perfecto.
Ciertamente, todo salió perfecto, las luces cuadraron, las escenas
se siguieron a un ritmo perfecto, los tiempos cuadraron, se subió el nivel del
drama y la comedia, los cortes musicales cuadraron perfectamente, a algún
compañero se le fueron algunas frases, pero eso nadie lo notó.
Por tanto, fue un pase perfecto, pero yo estaba nervioso a
no poder más, los nervios y mis nervios ocuparon todo el pase.
Empecé con muy mal pie, pero este me hizo ver que tengo
tablas para parar un tren y perdonen la inmodestia, pero sin perder la templanza,
solucioné un problema de última hora, sin que nadie lo notara, ni siquiera mis
compañeros, o sea, pensé una solución a la vez que iba actuando y nadie lo
notó.
Os cuento, mi personaje comienza haciendo un juego de
malabares con dos mandarinas. Previamente os diré que mi personaje aparece
entre el público y claro, para ello andaba sentado en el patio de butacas bien
escondido, cuando de pronto, me toca salir, noto que las mandarinas se han
salido de mi bolsillo sin darme cuenta.
Intento buscarlas, pero la función ya ha comenzado y debo
salir y no llevo nada para hacer los malabares. Mientras busco entre las
butacas del teatro, encuentro un calcetín y pienso;
" Con esto debo de
hacer algo, ¿no sé el qué? pero algo haré" y me lo llevé. Ya en escena y actuando, veo
en bambalinas mis calcetines hechos una bolita y los cojo y usando los dos pares pude hacer mis malabares y nadie notó
nada de NADA, ya digo ni los compañeros.
Mi personaje debe poner el toque cómico a la pieza, pues
bien, fue salir y conquisté a los niños, empezaron a cantar conmigo, a chocar mi mano, a aplaudir y a reír cada una de mis intervenciones.
Especialmente entre el público estaba, Alejandro, el hijo de
mi prima, que no paró de gritar mi nombre y decirme guapo.
Como digo todo fluyó muy bien, solucioné el problema, el
ritmo fue rápido y los niños no paraban de reír conmigo, pero pese a todo eso
yo estaba muy nervioso, pero mucho.
Cuando estaba de pie, notaba que las piernas me temblaban y
me costaba pisar con fuerza, los tiempos entre escenas se me hicieron eternos y
no sabía qué hacer, pero dentro de ese batiburrillo de nervios, a veces, me
sentía súper sereno. A medida que avanzó la pieza fui relajando.
Mi segunda escena fluyó mejor y los niños no paraban de reír.
Eran pequeños y como dijo Nacho al acabar: "El público del
primer pase, solo quería verlo a él."
Por cierto, la reacción de los pequeños con el monologo de Adri, hizo que se me saltaran las lagrimas.
Acabé contento, pero ahora me esperaba otro pase más. ¿De
nuevo más nervios?
2.- PRETERITO IMPERFECTO DEL VERBO AQUI MANDO YO Y PUNTO.
Cuando iba a empezar el segundo pase, de nuevo me invadieron
los nervios y esa sensación de ¿Qué hago aqui? Además este público era más serio, eran
niños de 14 y 15 años y eran más difíciles de atrapar.
Pero en cuanto salí, cantando, por entre el público los hice mío,
se reían conmigo, cantaban conmigo, tocaban las palmas conmigo y se lo pasaban
bomba.
Esta vez, subí al escenario y no sé qué pasó, pero me entró
una templanza, una tranquilidad, unas ganas de disfrutar, creo que incluso
puede que bajara el ritmo, porque empecé a disfrutar, cada palabra, cada
intención y cada bloque de sentido de mi texto.
Elevé al personaje a su máxima potencia, con movimientos
exagerados, reaccionando a lo que pasaba, rompiendo con mi mirada la cuarta pared
y haciendo en muchas ocasiones que el público no parara de reír conmigo.
Pero ocurrió algo inesperado, a la vez que estaba la pieza,
el jardinero del colegio, enchufó la radial y saltaron los plomillos, dejando
al teatro sin corriente eléctrica, o sea, sin luz, ni música.
Menos mal que Nacho y Miguel, lo solucionaron en cuestión de
un minuto, pero el baile final de mi primera escena, lo hice a oscura.
A partir de ahí, se perdieron entradas de música, las luces
cegadoras del proscenio nunca más se encendieron.
Actuamos con una luz sobre
nuestras cabeza,s que nos dejó un sitio de actuación minúsculo, pero que me
hizo estar a alerta, para entrar siempre
en luz.
Pero ya digo, pese a esas imperfecciones, yo me sentía que
mandaba en el escenario y que aquello era mío.
Los momentos entre escenas con Adri fueron geniales, hasta
nos contamos cosas de nuestra vida personal, en mi segunda escena volví a sentirme
el amo y el público volvió a reaccionar con risas apoyando a mi personaje.
Acabé en una nube ya digo, mandando.
Al acabar y concretamente al despedirnos, Nacho me besó y se
despidió con un " enhorabuena" y su madre, gran amante del teatro y
sabedora del mismo, me dijo: " Tu lo haces muy bien, tienes una bis cómica
impresionante, has estado muy bien."
Si el fin de mi personaje era meter comedia a la pieza y
conquistar a los jóvenes, lo he hecho así que... seré mal o buen actor, pero cumplí con misión, así que, PRUEBA SUPERADA.