Ya vamos de
vuelta, estoy tumbado y descalzo en nuestro Teatrobus. Vengo con Juan, desde
San Pedro Alcántara, lugar donde, nuestro Quijote y nuestro Sancho, hoy, jueves
15 de marzo del 2018, han viajado una vez más.

Nos ha
recogido a las 7:45, esto ha hecho que me levante a las 7:00. De la otra forma,
a las 7:00 era cuando deberíamos haber estado en la estación del bus de Málaga,
para pillar el coche de línea que nos
llevara a Alhaurin.

Hemos
llegado sobre las 8:00 y como Diego es tan apañado ya nos tenía preparado le
vestuario y los micros, así que ha sido coser y cantar. Llegar, cambiarnos,
maquillarnos y partir. Yo como llevo menos exigencia de vestuario y maquillaje
que Juan, me he vestido y maquillado antes de salir. Juan lo ha hecho en parte
del trayecto.


Hemos
llegado a nuestro destino a las 9:45. Cuando he llegado he asomado la cabeza por la puerta del bus, para ver el sitio y debido a la ropa veraniega de Sancho, me he congelado. Desde ese momento, el frio se colaba por cada rendija del bus y empecé un proceso de congelación.
¡La Virgen que frio!

Tenían unos 14 o 15 años, pero maravillosos, tenían ganas de cachondeo, pero de un cachondeo del bueno con buen rollo. Fueron de
esos pases donde acabamos sabiéndonos el nombre de casi todos los del público y
pudimos hablarles " de tú a tú".

Los segundos
niños si tardaron más en llegar y el cachondeo con los que ya estaban en el bus
fue genial, de hecho, al entrar, aplaudieron a los nuevos.

Me encanta trabajar con Juan.
Recuerdo las
bromas con un chico, cuando Sancho se queda dormido, empezó a acariciarle las manos y jugamos mucho con eso, ya que, nos salió un pase muy gayfriendly. Muy chulo.
También hubo
un latino que nos hizo una preciosa y poética definición de "
solidaridad" o la chica que hizo del Caballero de la Blanca Luna, que casi mata a Juan. Ya digo fue un pase genial.
Acabamos a
la hora, bueno echamos unos minutos de más, ya que, acabamos con el bus ya en
su destino y pese a vivir en la nueva Galicia, pudimos hacer el juego fuera del
bus, porque dejó de llover durante un ratito.
Eso sí, el
frio reinante se transformó, al llenarse el bus, en un calor insoportable y de nuevo en
frio congelante cuando Diego puso el aire acondicionado.
El pase se puede resumir en esos cambios bruscos de temperatura, pero con un gran recuerdo y sobre todo la satisfacción que ambos sentimos nada más acabar.
De esta entrada me hago piarda.
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