El pasado domingo, 11 de marzo del 2018, llovió y lo hizo de
forma fina y no tan fina.
En la calle y sobre todo durante la mañana, llovió y hubo
viento a maldad. En el teatro de La caja blanca, también llovió, aunque
solamente de 15:30 a 16:50 aprox. y como siempre os digo la lluvia del teatro
fue: Lluvia fina.
Actuamos para el área de juventud del Ayuntamiento de
Málaga, como parte de unas jornadas de dinamizadores de la juventud. Esto es;
hubo unas jornadas para jóvenes, donde los motivaban, a través de talleres y
cursos, a proponer actividades y enseñar a los chicos de sus distritos.

El otro día leía un tweet
de Candela Peña donde contaba el hecho de que acababa de hacer una función y no
le había salido muy bien. No estaba muy satisfecha, en cambio, las personas que
la habían visto, le reprochaban, que estuvo perfecta. Me encantó su sinceridad.


Así que otro éxito, compañeros. Pese al éxito yo no salí
flotando como otras veces, sino analizando.
Además el domingo Simón estuvo tontorrón. Me sentí muy
tontorrón o tonto directamente.
Yo crítico y aconsejo mucho a mi sobrina sobre aprovechar el
"aquí" y el "ahora".
Le digo que no puede estar siempre
pensando en el pasado o en el futuro. Pues el otro día yo fui un clon de mi
sobrina. No aproveché la obra, no disfruté del privilegio de ser actor, de
trabajar en lo que te gusta, de subirme al escenario... Temas personales y sobre
todo los nervios se apoderaron de mí. Pensé en el " luego", en el
"después", en el "antes" y no disfruté de la función.
Cuando ya estaba acabando fui consciente de que había vivido
algo mágico con personas mágicas y no le había sacado todo el jugo, o sea, no
lo había disfrutado al cien por cien. Fui un tontaina, un tonto, un re tonto y
más que tonto.
Ahora os paso a contar como fue mi sensación en cada escena:

El domingo no causó nada de eso y cuando empezó a causar, un
poco, de diversión, esta se cortó de pronto y no sé por qué. Quizá yo me lié
con el "texto" que era nuevo, vamos que me lo dieron una hora antes, eso
pudo ser la causa del corte del buen rollo, ya digo no lo sé.


La espera, que es lo que más temo, entre escena y escena, sobre
todo cuando estoy solo, se me pasó rápido.
En mi segunda escena sí parece que logré conectar, porque
cuando solicité palmas y bailes lo tuve rápidamente y de buen rollo.
Las dos acrobacias salieron y en la primera oí un: "Oh"
generalizado, así que, eso quiere decir que estaban conectados. También hubo
risas y comentarios amables. Aquí si conecté más y salí más satisfecho.
Al final sí hubo risas, aplausos y canciones.
Debo deciros que al acabar la primera acrobacia, me mareé un
montón, tanto que me quedé hablando en el suelo.
Lo que sí noté fue una conexión total y absoluta con Adri.
Pasó algo que solo pasa en muy contadas ocasiones y fue llegar a un momento
donde te abandonas totalmente y te metes tanto en el personaje que te olvidas
de ti y eres él. Llegó un momento donde Adri y yo éramos verdaderos amigos
jugando en la playa.
La tercera escena es sencilla y sin complicaciones y salió
muy bien.
En el final de mi última escena, Simón triunfa, por su
buen rollo, pero esta vez, de nuevo, noté que no hubo conexión, esta vez hubo
cosas externas que dieron lugar a ello.
Tras el final, vino la ovación del público, fue
impresionante y emocionante. Oír como venían esas palmas y vítores desde la oscuridad del
patio de butacas fue muy emocionante.
Acabamos la jornada con un debate, donde los jóvenes nos
hicieron mil y una preguntas. El debate se me hizo un poco largo y las
preguntas fueron muy profesionales.
Ya digo, eran jóvenes muy interesados en el bulling y nos
hicieron preguntas muy complicadas sobre el tema. Estaban muy concenciados con
el problema y la parte cómica pasó un poco de puntillas.
Ese ha sido mi "pequeño" resumen del domingo.
Simón estuvo tontorrón y todo fue como una montaña rusa de sensaciones.
Pues este look me gusta para ti, para el veranito.
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