El previo a las
actuaciones de Danzas con la muerte, en la Sala Up del Teatro Alameda, el
martes 3 de noviembre de 2015, fue muy bueno y muy relajado.
No fue la típica
situación en las que unos y otros van y vienen, compañeros, técnicos, nervios,
para nada, el teatro estaba vacío, ese día no había nada más programado y mis compañeros estaban casi todos en escena y yo solo en los
camerinos, con Cisco, Marian y de vez en cuando entraba Ángel con su pantalón manchado,
o sea, rodeado de buenas gentes.
Un día más mis niños del colegio se portaron de una manera que me sorprendieron gratamente, con una sonrisa
de oreja a oreja, especialmente porque se me han apuntado muchos más niños,
llegué al centro.
Paseando y oyendo mi música, llegué a mi cita con una infusión
y con Cisco, donde arreglamos, una vez más, el mundo teatral y después caminando, relajado, al
Alameda, de nuevo a mi querida y amada Sala Up.
Recuerdo con cariño ese momento, porque una vez más, veo que
el teatro es una parte de mi vida y tengo una actuación, pero se integra como una
parte más de mi vida y eso me gusta y mucho.
Llegamos y aun no había llegado parte del elenco, por tanto,
fuimos al camerino, yo estuve realizando mi momento favorito, el rito de organizar y ordenar el vestuario y
luego a esperar.
El mejor momento de la tarde-noche, fue mi momento con otra buena gente,
Marian.
En cuanto llegó comenzó a maquillarme y ese fue todo mi momento,
estar allí sentado en el camerino mientras ella me maquillaba, eso evitó que estuviera
durante las pruebas de luces, preparación de utilería, por tanto, estuve muy relajado.
Estaba allí en mi nube, junto a Marian, contándonos cosas de
nuestras vidas, aspiraciones, esperanzas y demás.
Conozco a Marian desde hace tiempo, pero no había podido dedicar tanto tiempo a charlar con ella. Me pareció un momento muy bonito y me
gustó mucho como persona, amante de su trabajo, el cual hace con mimo y cariño, una mujer muy tranquila, despierta, clara y con un gran sentido del humor.
Al acabar me vestí y esperé mi momento para salir, estaba
excesivamente tranquilo, demasiado diría yo.
Todos mis compañeros salían desde el publico, con lo
cual, me quedé solo y ya si empecé a
ponerme un poco nervioso, pero cuando entré en la sala adjunta a la up y olí
ese olor a almendra, no sé, pero a mí me huele a almendra, me vino a la mente
Los Timadores y A saco con la psico y recordé tan buenos momentos que me llené
de ganas e ilusión, otra vez, estaba allí.
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