De todo se
aprende y en un momento, puedes ver como todo se va al traste y debes de salir
de un atolladero, sin saber ni cómo has llegado a él.
Dos pases se
hicieron de Juicio Final: Danzas de la muerte, la tarde y noche del
martes 3 de noviembre de 2015.
El primer
pase, el de las 20, 30 horas, fue
muy complicado, muy difícil. Un fallo técnico hizo que nada fuera tal como
habíamos planeado.
Todo aquello
me sobrepasó, me sentía desnudo en escena y solo. Creo que en mi vida me he
trabado tanto en un texto, ni cuando empezaba en el teatro. Estaba tan
nervioso, inseguro y fuera de lugar en un escenario.
Estaba sin
estar, de hecho tenía que subir por unas escaleras y tropecé varias veces.
Cuando acabó
el primer pase, un retoque del maquillaje y en menos de diez minutos de nuevo a
escena.
Esta vez no
falló nada y aunque aun estaba con el cuerpo revuelto por la otra vez, me sentí
mucho mejor, mucho más integrado en un todo.
Destacable
fueron los momentos entre bambalinas, cuando los actores entraban y Marian como
un torbellino, los ayudaba a vestirse y los maquillaba.
Tengo
buenos recuerdos, como el momento en el que con esa luz azul, y desde lo
alto de la sala up veía a mis compañeros como interactuaban con el público o
como yo mismo lo hice con tres señoras, en ese momento si me sentí que estaba dándole
algo al personaje y que todo el elenco había creado un buen
ambiente.
De nuevo los
momentos con Gertru, en ambos pases, fueron geniales. Gritarle y ella cada vez
más encogida, me parecía impresionante.
Todo lo
pasado lo compensó el poder vivir esos momentos, de vello de punta con Gertru, el
haber aprendido, que se debe salir de todo y los nervios no deben poder
contigo, que debo de replantearme cosas, las caras de Salva durante su actuación, muy pero que muy buenas
y el momento de entrar, una vez que había acabado todo, con Alba a la
famosa sala adjunta a la sala up y decirle:
“Alba hueles este olor, especial, pues pronto lo oleremos juntos, cuando
traigamos aquí a nuestra Lola.”
Que feo hio!!!
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