
Después estuve descansando y por ultimo, repasando mi
personaje. No estaba nervioso, al contrario tenía muchas ganas y muchas fuerzas. Me estrenaba con Nose Theatre y había
quedado con Chema, el director, para que me diera indicaciones sobre mi
personajes. Iba a trabajarlo con él y con eso me daba por satisfecho.
Un lio con los horarios, de nuevo, pues me avisaron muy
tarde, hizo que mientras pillaba
el autobús y demás, llegara a mi cita más de quince minutos tarde, por cierto. Me encontré a alguien especial, Anai, que estuvo todo el camino
conmigo.
Llegué y me encontré a Chema junto a Rafa tomando café
después de una charla sobre mis miedos e inseguridades, porque mi personaje aun
no estaba pillado, no tenía ni voz, ni cuerpo y los movimientos no estaban muy
marcados, nos fuimos a la Térmica.
Llegamos a la Térmica, y la sala pequeña y desordenada
donde ensayamos, ahora era un dulce, una sala pequeña, esos suelos blanco y negro, como un tablero de
ajedrez, tul negro y rojo colgado del
techo y en el centro un baúl azul.
Todo
eso me recordaba los tiempos de la
movida, de las películas de Almodóvar, donde con poco y mucha imaginación
hacían arte.
Como Chema andaba ocupado con la escenografía y la luz, me
puse a repasar mi texto y este me dijo que le diera al personaje una voz ronca,
la hice, le gustó y así, hasta que llegó Álvaro. Estuve por allí repasando el
texto, estaba feliz, no nervioso quería demostrar que podía.

Se cambió el principio, hizo cambio de movimientos, se
agregaron cosas nuevas y fuimos planteando cosas, todo eso era más reto para mí.
Después, ya era tarde, y nos fuimos arreglando.

Poco tiempo de ensayo, temía tropezar, saltarme algún trozo, decir o hacer algo mal, era lo que temía, si actoralmente no estaba bien, al menos no quería meter la pata.
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