A Dios pongo por testigo que a partir de ahora, si mi
ordenador no falla, voy a escribir, en el blog, mucho más a menudo y con muchas
más fotos. También prometo que el blog tendrá
la vida que tenía antes.

Sería muy aburrido que volviera a atrás para contar
todo lo que me ha pasado en estos días de medio ausencia, porque algunas
entradas puntuales si he hecho. Pero como dice el dicho popular: " Para
atrás ni para coger impulso" y en ello estamos. Desde ahora os contaré
todas las novedades que ocurran en mi vida actoral y nos olvidaremos de lo
pasado.
Solo hay una cosa que
ocurrió en el pasado, concretamente el viernes, 6 de octubre del 2017, un nuevo ensayo de Cicatrices de las
cicatrices que si quiero contaros y que mejor día que hoy, que he repasado
el "nuevo" texto en mi cabeza.

Además de empezar la
semana de clases (los martes hago doblete) empecé la animación en
Vialia, concretamente el jueves de 19 a 23 h, cuatro horas de pie sin parar y el
viernes por la tarde repetía.

Llegamos y el panorama que me encontré tampoco fue para
tirar cohetes, una Anai que apenas había dormido y estaba más muerta que yo y
un Salvi un poco de bajón, debido a temas laborales, así que, ninguno de los
tres estábamos para muchos trotes.
Pero como Salvi es muy grande y lo hace todo tan bien, nos
puso a trabajar una hora y poco, pero le sacamos todo el provecho del mundo.
Qué satisfecho se queda uno cuando trabaja con ellos y se da
cuenta que está haciendo teatro de verdad, teatro desde dentro desde las
entrañas del mismo.
Empezamos a hacer la obra completa pero parando tras cada
escena, con ello se iba a crear la nueva versión de la pieza y el final que
queremos darle. Para llegar a nuestro final necesitamos, previamente, cortar la
versión original y como Salvi estaba un poco espeso decidió, cortarla en
directo, o sea, con nosotros y entre nosotros.
Al final no cortamos la obra entera porque Anai estaba
cansada y estresada, cansada de no dormir y estresada porque ,la pobre, había
pasado toda la tarde anterior cocinando y no nos daba tiempo ensayar y almorzar,
ya que, Salvi y yo teníamos que irnos pronto para trabajar.

Luego hacíamos una escena, completa y la recortábamos, tras
recortarla repetíamos el texto nuevo, pero sin interpretación, para afianzarlo
y luego volvíamos a hacer otra y así hicimos un total de diez, de las catorce
escenas, que componen la pieza.
Si es verdad que las ultimas la hicimos desde el sillón, o
sea, sentados íbamos hablando y recortando el texto.
Pero para acabar vino la hecatombe, la catarsis, el
apoteosis final, (es broma no fue para tanto), pero hicimos esa diez escenas,
sin parar, enteras pero con los recortes.

Fue una prueba de fuego, pero nos portamos como titanes,
entre Anai y yo hay tanta química, nos conocemos tanto, nos llevamos tan bien,
dentro y fuera de escena que pudimos con eso y con más. Me pareció muy curioso
porque, estábamos con la tensión de acordarnos del texto nuevo (recortado) de
no caer en lo antiguo, pero de interpretar y aunque podíamos parar, ninguno de
los dos lo deseábamos.

Los tres piltrafillas con esos ejercicios y ese trabajo
resurgimos como el Ave Fénix y acabamos siendo tres superhéroes.
De hecho al principio de la sesión cada uno, estaba sentado
en su lugar, contando su propia pena y acabamos hechos unos toros dispuestos a
todo y sobre todo dispuestos a comernos las 4 variedades de pasta que nos
ofreció la gran Anai.
Es verdad, que trabajamos mucho juntos, pero también lo pasábamos
muy bien, ya no hace tiempo de piscina,
pero al día siguiente nos fuimos los tres juntos, con Sergio y José a la feria
de Fuengirola y lo pasamos bomba, pero bomba.
Estos momentos de convivencia con los compis también son
necesarios y a los tres nos vino de perla.
El viernes hay más Cicatrices que ya os contaré.
No prometes nunca nada que conlleve algo intrinseco de tecnologia.
ResponderEliminarCuidadin que la carga el diablo.