Puedes degustar la mejor cena del mundo compuesta por grandes manjares, platos perfectamente cocinados etc, pero si el postre es malo. ¿ De qué te sirve la cena? Porque el sabor de boca que te deja no es bueno y el recuerdo no es agradable. Pues como La cena de las emociones el pasado sábado 29 de septiembre del 2018 en el Hotel Urban Dream de Granada fue muy buena, el postre debía de estar a la altura y lo estuvo.
Después de conocer y de vivir la Granada más gamberra de la mano de los consejos de mi amigo David, volví caminando por el Camino de Ronda al hotel, mientras notaba la tranquilidad y el silencio que refleja una ciudad de madrugada y que tanto me gusta. Ese momento en el que sientes, por el aire y el cantar de los pajaros que va a amanecer es fantástico. Pues así llegué a la habitación del hotel, eran cerca de las 7:00, mi compañero tenía el aire acondicionado puesto, cosa que agradecí de corazón, me cambié de ropa y a dormir.
Pero cuando llevaba unas dos horas de sueño, recibí un mensaje vía Whatsapp de Raúl que me avisaba que iba al bar del hotel a desayunar.
La noche antes, le pedí que me avisara por si me iba con él. Dudé si levantarme o no, pero me dije :" Lolo estas en una ciudad que no es la tuya, en un hotel de 4 estrellas, ¿ te vas a quedar acostado? Levanta y vive". Y eso hice, a oscuras para no molestar a mi compañero, de aseé, me vestí, recogí todos mis bártulos y al comedor del hotel que me fui.
En el comedor estaban Elena, Raúl y Carmina desayunando y a ellos uní. Otra vez me inflé de comer.
La sensación que vivía era muy extraña pero a la vez muy placentera. Veías el comedor del hotel como eso, como un comedor, con olor a café, dulces, mucha luz, los camareros recogiendo las mesas, los huésped del hotel cargados de cámaras, mapas, moviles, desayunando rápido y haciendo los planes para organizar las visitas del día y yo recordaba, como ayer, ese lugar estuvo lleno de grandes platos, emociones, risas, llantos, textos, abrazos, diversión, estres, actuación y lo que hoy era un simple comedor, ayer lo era todo.
Además solamente dos veces he dormido en un hotel tras una actuación, supongo que los habrá que lo han hecho muchas más veces pero yo no, y es muy bonito compartir con los compañeros ya más reposado, pero aun caliente, tranquilos, sin nervios y sin cansancio, las mejores jugadas del día anterior; puntos fuertes, débiles, diferentes visiones, anécdotas, sensaciones, mejoras etc. Ese momento del desayuno para mí, personalmente, fue muy entrañable y muy especial.
Tras quedarnos Elena, Carmina y yo, un rato más comiendo dulces y hablar de nuestra sensibilidad, nos despedimos de Carmina, una tia genial y el gran descubrimiento del viaje y nos fuimos a un salón cercano, a buscar a Raúl y a ayudarlo a guardar, ordenar y cargar en la furgoneta todo el atrezo y escenografía de la pieza. Al poco rato se nos unió, el tio del buen rollo constante, llamado Sergio.
Había tan buen ambiente entre todos que pese a estar currando y haber mil cosas que recoger lo hicimos en cero segundo, sin esfuerzo y muy contentos.
Todo cargado y ya dispuestos para emprender el viaje de vuelta, Elena y Raúl aprovecharon para fumarse un cigarrito y preparar las maletas, tiempo que yo aproveché para hacer mis cosas, despedirme de Cristina, devolver mi llave y darme un paseo tranquilo por el Camino de Ronda, mientras telefoneaba a David.
Recibí un mensaje de Elena donde me decía que ya iban para la furgoneta, me dirigí al hotel, hicimos una última foto y emprendimos camino a Málaga.
Recibí un mensaje de Elena donde me decía que ya iban para la furgoneta, me dirigí al hotel, hicimos una última foto y emprendimos camino a Málaga.
Previo al viaje hicimos una minúscula excursión por Granada, Raúl quería mostrarme más y yo quería verlo, pero Elena nos recordó que había que devolver la furgoneta y la excursión acabó.
Pero si nos dio tiempo a visitar la iglesia del Rescate, un hostel para un próximo proyecto y pasar por un bar llamado "El balcón de la luna", eso me hizo ver la Granada con encanto ya que la zona del hotel es un poco gris y muy similar a Madrid.
Para la hora del almuerzo llegaba a casa y La cena de las emociones tocaba a su fin.
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