domingo, 7 de octubre de 2018

LA CENA GRANAINA LARGA PERO CON MUCHAS EMOCIONES.


Estoy escribiendo esta entrada casi una semana después de la actuación, cuando hago esto suele deberse a que no ha ido muy bien y no sé que sacar positivo de la misma o como contarlo sin que suene muy mal, pero esta vez ha sido todo lo contrario, hubo tantas sensaciones y tantas cosas chulas que contar y explicaros que no sé como hacerlo sin que la entrada dure tres días. Además he tenido una semana complicada para escribir. Así que para no cansaros, voy a dejar sensaciones, recuerdos, flash que me llegan de esa cena de casi 4 horas en la que lo pasé muy bien.

Recuerdo la salida triunfal de Víctor por esas escaleras, agachando la cabeza, los brazos abiertos y el público aplaudiendo. Él pidiendo más, y más le daban y cada vez que los pedía, en cualquier otro momento del acting, el público le aplaudía.

El buen rollo generado entre Víctor y los " granainos".Mientras esperaban para entrar, se creó un vinculo que en Málaga nunca se dio. Ellos iban muy elegantes  y muy abiertos a disfrutar.

Ese momento, apoyado tras la barra en una nevera, oyendo a los compañeros actuar, mientras me bebía un San Francisco que me he ofrecido el jefe de sala. Además me acordaba de mi madre que siempre me dice que cuando salía de joven siempre se pedía eso. Era la primera vez que lo probaba y me encantó.

El inicio de la obra fue apoteosico. Empezó la primera canción y el público comenzó a hacer palmas y a cantar junto a mi personaje. Esto hizo que la primera escena estuviera viva, los comensales iban comentando y reaccionando a todo lo que nosotros decíamos. Cosa que normalmente no suele pasar y que me encantó.

La abuelita  recién operada que me enamoró desde el segundo cero. Tuve el placer de bailar con ella, cosa que no hacía desde que su marido murió y cada vez que podía me acercaba para hablar con ella, cogerle la mano o hacerle alguna muestra de cariño. Al acabar nos abrazamos y me lo agradeció entre lagrimas.

Las miradas de complicidad y conexión con  Elena, sobre todo cuando el público se venía arriba y formaba mucho jaleo, ya que disfrutaron tanto que se saludaban con un :" Hola fondo norte, hola fondo sur" o hacían bailes con las servilletas.

La chica del vestido estampado en celeste que nos pedía, durante la musica, los instrumento de percusión para tocarlos o que salía y bailaba con nosotros.

Mis confesiones con Sergio, el impresionante técnico de sonido, al que cuando la cena cumplía su tercera hora me acercaba para decirle que no podía con mi alma.

Los camareros y el jefe de estos, que cada vez que servían un plato, sacaban uno para nosotros y entre los compis lo repartíamos, por cierto todos estaban de lujo, recuerdo esa croqueta buenísima sobre esa rebanada de pan con salsa o el salmorejo de cereza.

La escena septima, cuando junto con Cristina y nuestro buen rollo conseguimos callar al público, que en ese momento estaba bastante alborotados. Empezamos la escena y los dejamos en silencio y atentos.

El momento de iniciar la escena dos y decirme Raúl: "Lolo no recuerdo nada", yo lo animé, lo tranquilicé y nos salió una escena de diez, que el público con su reacción nos lo hizo saber. Me encanta actuar con él, porque es muy natural y se deja llevar.

O por último,cuando se nos pidió alargar un poco una escena y Elena y yo improvisamos para ello.

Pero vaya también hay recuerdos menos bonicos ( termino granaino) como cuando al final perdí mi chaqueta del smoking porque alguien movió la silla donde la apoyé, al final la encontré, cuando dije mal el nombre de un personaje y el público me lo hizo saber, cuando alguien  casi al final rompió un poco la magia o en la última escena donde no me sentí ni bien, ni seguro.

Pero bueno así es la vida llena de claros y deoscuros. Pero en el balance final ganan los claros por goleada y por ello lo celebré devorando la tabla de quesos que nos ofreció el hotel, gracias, había más alimentos pero yo ni los vi yo me centré en la tabla y después con la juerga que me pegué llegando al hotel a las 6:45.

Gracias a los compis por su apoyo, al hotel por sus miles de atenciones, a Raúl y a Elena por mimarnos y a Granada por su acojida.










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