Os dije que mi viernes, 16 de noviembre del 2019, estuvo muy relacionado con Chorus Line, pues el día siguiente, sábado 17, también lo estuvo.
La mía fue una resaca metafórica, pues aún tenía la sensación de los nervios y alegrías vivida el día antes, pero en cambio la de mi compañero , Javi, fue más real, pues él sí estuvo en dicho estreno de Broadway malagueño y se fue a la cama de madrugada. Además durante el ensayo, dicho musical fue nuestro tema principal de conversación.
Ese día por asuntos varios, Javi, no pudo recogerme y me marché al ensayo yo solo y en tren, hasta Torremolinos, concretamente a la casa de la cultura, donde una vez más, sobre ese escenario negro, pequeño, íntimo y coqueto nos pusimos a ensayar.
Aunque si somos sinceros, el que parecía más resacoso de los dos era yo. La resaca de Javi era física, o sea, que estaba cansado, pero fue empezar y reponerse, la mía era mental pues no daba pie con bolo.
Empezamos repasando y realizando la pieza desde el principio, pero llegó un momento donde nuestro Laberinto se convirtió en un autentico laberinto, fue un volver a atrás. Llevaba tantos días haciendo, estudiando y organizando cosas que la parte nueva del texto decidió viajar y abandonar mi cabeza.
No me pilló de sorpresa la verdad, pues hubo muchas indicaciones de que eso iba a pasar, pero no fue óbice para sorprenderme, sentirme incómodo y un poco ridículo, pero bueno…
Ese texto, magnífico, tuve el placer de estudiarlo en los atardeceres de verano, tumbado en la arena y oyendo las olas del mar, así me lo aprendí y para decir verdad muy bien. Cuando llevamos a cabo las jornadas de montaje de dicha parte me lo sabía a la perfección, veía imágenes sobre lo que hablaba, llenaba cada palabra de sentido y me asaltaba la emoción.
Después ya no la tocamos más, pero yo confiaba ciegamente en mis neuronas, y cuando muy tranquilo, el jueves 15 de noviembre del 2019, me dispuse a recordarlo, caí en la cuenta que me sabía muy bien el sentido de cada parte del texto, pero las palabras exactas habían huido de mi cabeza.
Y como el viernes fue un hervidero de emociones, no pude estudiar, así que muy confiado, me dediqué la mañana del sábado, 17 de noviembre del 2019, a repasarlo antes de salir al ensayo y claro está el fracaso fue absoluto, no recordaba nada, así que llegué al ensayo con mi mente en blanco, cosa que demostré cuando llegó el momento de ensayar dicha parte, o bien me saltaba cosas, o leía el texto, o Paco tenía que apuntarme y aunque aguanté el tirón, fue un poco triste pues, no hubo emoción, ni imágenes, ni nada. Ahora que había que trabajar el texto bien, yo hablaba como un chaval cuando no se sabe la lección, no era que no me sabía lo nuevo, sino que me había olvidado lo ya aprendido. Ni Paco dijo nada, ni Javi dijo nada, pero para mí fue una sensación extraña eso de ir para atrás, claro como estaba de resaca.
Esto lo escribo mucho después, casi un mes, así que no recuerdo mucho de lo que ocurrió, pero vamos que esto fue lo esencial, bueno eso y que me fui con una inseguridad horrorosa en plan : “¡¡¡YA NUNCA ME SABRÉ ESTE TEXTO COMO ME LO SABÍA!!!”. Así soy yo de dramático o teatrero que le vamos a hacer, puesto que esa sensación es totalmente cierta.
Del laberinto al treinta.
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