Para que se cumplieran las previsiones meteorológicas y el jueves, 21 de noviembre del 2019, pudiera llover, eso si de forma fina, en el Teatro del Zaidin de Granada, tuvo que hacerlo previamente dos veces en Málaga, una por la zona de la Misericordia y otra por la del Cónsul, la primera fue el domingo 17 y la segunda el miércoles 20.
Mi hermano es muy seguidor de las previsiones por Internet, y siempre me dice qué días y a qué hora va a llover y cuando debo llevar paraguas, pero esta vez, yo fui, como Zeus, el que decidió a que hora iba a llover, bueno las horas exactas las puso nuestro director y colega, Fernando, pero bajo mis consejos.El domingo nos mojamos por la mañana, porque por la tarde yo tenía ensayo con Eventos con Historia. Este año por tercera vez, Eduardo, va a representar sus clásicos cuentos navideños. El primer año me llamó para actuar pero no pude, el segundo y tercero pude pero no me llamó y este año oferta y demanda han coincidido y actuaré. Ese domingo era la primera reunión o presentación por la tarde y las nubes se habían desplazado a la mañana para que por la tarde yo pudiera ir a ensayar, pero al final, como avisé a Edu de que a lo mejor no iba y no me apetecía hacer doblete, no fui, pero eso sí para poder tener la tarde libre tuve que volver a madrugar un domingo más, y ya van no sé cuantos. Esa tarde la pasé relajado entre la playa y Torremolinos.
Mientras que las precipitaciones en el Cónsul fueron más bien chispeos, las de la Misericordia fueron chaparrones en condiciones. Estaban previsto que fueran tres, pero al final Fernando optó solo por dos. Bueno, ese día parecía que nada de lo previsto se tuvo muy en cuenta, pues la tormenta se iba a celebrar en La Térmica a las 12:00, pero cuando llegamos a dicho lugar, un poco más y tenemos que usar un tanque para entrar, pues pese a que estaba todo pedido y en orden, nos decían que nuestra cita no estaba, al final, tras una genial gestión de Fernando, pudimos entrar, pero sólo nos faltó, arrodillarnos y llorarle a la chica de la puerta.
Una vez pasada la gran muralla y esperar a Sofía que andaba perdida por los pasillos buscando un baño, entramos a nuestra tradicional sala de ensayos, no recuerdo nunca el nombre, pusimos nuestras sillas, soltamos nuestras cosas y empezamos nuestra lluvia de domingo o lo que es lo mismo, nuestro ensayo dominguero de Lluvia fina.
Esta vez fui a darlo todo, debía hacerlo y lo hice, era casi una obligación a nivel personal. Como sabéis, en esta ocasión se realizaron tantos ensayos previos para que a Sofía, nuestra nueva incorporación, le quedara todo claro, se familiarizara con la pieza, con nosotros, con las entradas y salidas, ect. Pero la última vez que nos vimos, por el tema de la altura, yo estaba pendiente a todo menos a ella, mi objetivo era irme cuanto antes y me preocupaba solamente de eso y el objetivo real del ensayo, para mí, se perdió, mi cabeza era yo, yo y yo. Esta vez para que se olvidarán todos de esa mala imagen, para quedarme tranquilo conmigo mismo y sobre todo para poder ayudar a la chica, intenté ser un compañero ejemplar y como tal creo que me porté.
Los pases que hicimos fueron completos, es decir, no solo las partes donde salía la chica, sino todas y yo intenté darlo todo. Normalmente estos ensayos recordatorios lo hacemos a medio gas, pero esta vez quise que Sofía tuviera como referente al personaje de Simón, mi personaje, tal como sería cuando actuara en Granada. Sin llegar al nivel del directo, puesto que mi personaje se nutre mucho del público, usé los movimientos, el ritmo, la energía, las entonaciones casi idénticas a las que uso en escena.
Realmente quería ayudar a la chica, cosa que la vez anterior no hice, quería darle seguridad, puesto que aunque ella es la protagonista de la pieza, en las partes donde sale Simón ella es un acompañamiento de este y quería que viera lo que yo hago para que no se llevara sorpresas, supiera seguirme el rollo y se sintiera tranquila en esas partes.
Para que lo viera todo lo más real posible, no cogí el móvil entre mis escenas para escribir en el blog, ni hice fotos. Eso sí estaba tan pendiente a la pieza que pude ver una vez más la extrema, extraordinaria y maravillosa naturalidad que Pepa sabe dar cuando se sube a un escenario. Esta obra entre ensayos y representaciones, perfectamente, puedo haberla visto unas 30 veces, pues Pepa, aún puede dejarme con la boca abierta con su naturalidad.
Tras ese pase en el que creo que conseguimos la compenetración y el enganche que necesitamos entre Sofía y yo, paramos. Trabajar con ella fue fácil pues rápidamente consiguió adaptarse a la pieza, a mi personaje y a mí como actor y yo a ella. Además incorporó cosas nuevas que llenó nuestra relación de matices muy chulos.
Acabado el pase, Fernando le dio indicaciones a Sofía, Pepa salió a descansar y yo a hablar por teléfono, una vez listos, hicimos otro pase completo, de nuevo lo di todo y de nuevo resultó todo guay. Eso sí, está vez si hice algunas fotos del ensayo, me puse a jugar con un elemento del atrezo al cual volví loco y lo más importante, me quité la espinita del ensayo anterior pues creo que pude apoyar a Sofía, además los pases se me hicieron muy cortos.
Mientras Fernando nos daba indicaciones sobre este pase, yo me preparaba para el tercero, pero vi a Pepa guardar nuestras sillas y eso hizo que me percatara de que el ensayo concluía.
Próximo, el miércoles, un día antes de irnos a llover a Granada. Como la actuación era muy temprano, llegaríamos muy justos de tiempo, no nos daría lugar a un pase antes de empezar y Fernando quería que se hiciera uno completo el día antes para que Sofía, la nueva, calentara y recordara bien la pieza antes de actuar.
Esta vez lo celebramos a las 15:45 en La Caja Blanca, el miércoles 20 de noviembre del 2019. Como dije antes esto no fue ni una lluvia, pues fue llegar, saludarnos, entrar, montar las sillas, hacer el pase completo, recoger las sillas, quedar para el día siguiente e irnos, 50 minutos justo de ensayo.
De este recuerdo, que de nuevo lo hice tal cual lo hago en escena, intenté darlo todo para apoyar a Sofía pero si es cierto, que me noté un poco acelerado. Esta pieza la controlo tan perfectamente que puedo realizarla sin problema, pero con la cabeza en otra parte. Esta vez me rondaban tres preocupaciones: “¿Me daría tiempo llegar a hora para dar mis clases?, ¿Cómo me voy a levantar mañana que debo hacerlo a las 6:00? y ¿Me pondré mañana muy nervioso en los tiempos de espera entre escena y escena, sentado en las sillas y quieto frente al público?.”
Antes de concluir la entrada, quiero comentar recuerdos que me llegan, como que salí del cole y me metí en un DIA para comprar mi almuerzo, que después de mucho buscar me compré una enorme pero horrible y seca napolitana de jamón y queso, que fui caminando a La Caja Blanca con un viento horrendo, un cielo nublado y me cayeron algunas gotas, que de camino descubrí y visité un bazar oriental enorme y estuve buscando adornos navideños, que como no me gusta viajar iba preocupado por los dos viajes seguidos que debía hacer a Granada, que llegué al lugar del ensayo, después de perderme y andar más metros, y este estaba cerrado y esperé sentado en un escalón casi congelado y que al final llegué a mis clases casi 10 minutos antes y como dijo Pepa, que me alargó en su coche, yo era un Teleteatro pues iba haciendo teatro de un lugar a otro.
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