Acostumbrados a nuestras multitudinarias Las cenas de las emociones en el Hotel Urban Dreams de Granada, la del pasado sábado 23 de noviembre del 2019, fue como una merendola entre amigos, además digo lo de entre amigos porque al ser menos comensales que en otras ocasiones, el trato fue mucho más real y mucho más personal.
El tener menos comensales tuvo sus cosas negativas y positivas, como todo, siempre hay un lado claro y otro oscuro de cada cosa y esta vez pues también lo hubo. Lo positivo fue lo que he dicho antes que todo se hizo mucho más cercano, mucho más personal y como actor os diré que casi desde el principio pude catalogar a cada comensal y con ello saber de qué modo tratarlo durante la función, para que según el rollo que le iba se sintieran más cómodos, contentos y a gusto con nosotros. Había a quien le daba más cachondeo, más amor, más misticismo etc. , es más se creó tal rollo de “amistad” que al acabar la función, nos pasó como cuando te despides de una padilla de amigos, que dices adiós en una esquina y vas empalmando conversaciones y la despedida dura casi una hora, pues esta vez fue igual, muchos de estos se quedaron hablando con los compañeros bastante tiempo.Tiempo que yo aproveché para empezar a recoger, por cierto, debo y quiero decir que cuando ya nos quedamos solos y el resto de compañeros empezaron a recoger, Elena, tuvo un detalle muy bonito conmigo pues me dijo: “ Tu vete ya a descansar que ya has recogido bastante, esto lo recogemos nosotros”, no me fui, evidentemente, pero ese detalle me pareció muy bonito. Menos mal que no me fui, porque si me llego a ir a descansar me pierdo esos bocatas de salmón que nos ofreció ese maravilloso hotel, me pierdo recoger cantando villancicos con la loca de Lorena, las bromas y el juego con el mejor camarero del mundo llamado Oscar o Elena y yo cantando por Lola Flores. Antes de acabar la entrada os hablaré del post-función, pero ahora seguiré con ella.
Otra cosa positiva fue que al tener menos comensales a los que atender la duración del espectáculo fue menor, pero a la vez, esa menor duración y ese estado más relajado y más íntimo, para mí fue un punto negativo, porque a mí me gusta la presión, el estrés, el no parar y la verdad que eso me faltó, lo notaba todo en demasiado stand-by, demasiado controlado y eso me pareció, como actor de guerrilla que soy, más sosete.
Además si soy sincero os puedo asegurar que me perdí los momentos más chulos de la noche, los esperaba con impaciencia pero al final no los pude vivir. Hay momentos donde algún compañero debe salir de la sala de actuación para realizar unas labores externas que no puedo ni voy a contar, no sé si fue mala suerte, o es que al haber menos comensales no hubo personal extra, pero de las cuatro o cinco veces que hubo que abandonar la sala, cuatro las hice yo, y creo que las cuatro coincidieron con los momentos que más disfruto de la pieza, así que, los oía desde fuera pasarlo bien y yo esperando.
Hablando malamente el salir fuera a hacer esas tareas implica que trabajas menos, eso es verdad, pero yo prefiero estar dentro, trabajar más pero disfrutar con los comensales y con mi labor actoral, pero esta vez no pudo ser, creo que por eso, lo viví todo más sosete porque mis momentos cumbres no estuvieron.
Cómo dije en la entrada anterior, durante el viaje, Raúl y yo planeamos una nueva colocación de los comensales. Creo que funcionalmente fue mucho mejor, pues se diferenciaba muy bien el espacio cotidiano (o de no actuación) y el extracotidiano (de actuación) además, quedaba muy limitado la zona de camareros, la zona de los actores y la del técnico de sonido.
En nuestra cabeza la nueva colocación era genial, a nivel
práctico fue aún más genial, pues todo se desarrolló mucho más fluido, más fácil
y los movimientos en escena eran más limpios, nadie interrumpió la labor de
nadie, cosa que nunca había pasado antes pero de esta forma se evitaba que ocurriera,
todo iba más segmentado. Pienso una vez más que a nivel trabajo fue muy
positivo el cambio, pero a nivel, personal, y hablo única y exclusivamente por
mí, de hecho pienso que esa colocación de los comensales debería mantenerse
siempre porque repito evita muchos posibles problemas, pero lo que es mi
opinión, me pareció muy fría, pues pasé casi toda la función encerrado en mi
espacio y eso me impidió estar metido en todo, como en pases anteriores, en
otras funciones todos éramos un todo, se
podía estar dentro y fuera, ir a por agua cuando quería, tener mi propio
espacio personal y alejado de todo cuando no me toca
ba estar en escena y así poder
descansar, hablar con los camareros, sentirme más cerca del público, tener más
libertad de movimientos, todo eso me faltó y aunque estuve bien y me lo pasé
muy bien, me sentí un poco encorsetado, ahí metido y encerrado.
De hecho, por estar tan separados, esta vez no pude disfrutar del tradicional San Francisco que todas las veces que actuamos nos ofrece el hotel. Por cierto, una vez más, el trato del Hotel Urban Dreams, fue de lujo, pues cada vez que descansábamos entre escena y escena, el gran Antonio, nos traía algo para cenar.
De hecho, por estar tan separados, esta vez no pude disfrutar del tradicional San Francisco que todas las veces que actuamos nos ofrece el hotel. Por cierto, una vez más, el trato del Hotel Urban Dreams, fue de lujo, pues cada vez que descansábamos entre escena y escena, el gran Antonio, nos traía algo para cenar.
También hubo nervios, claro está, la pieza ya está más que
trillada, pero se estrenaba una compañera y es normal que cualquier estreno provoqué nervios en el actor o la actriz que
se estrena, pero a los compañeros que actúan con esa persona pues también se
los provoca y esta vez no fue una excepción. Ella estaba nerviosa, nosotros la relajábamos
pero también nos sentíamos un poco nerviosos, eso sí, debo romper una lanza en
su favor, puesto que apenas habíamos podido ensayar, mi relación con ella fue
de una sola tarde y la chavala lo dio todo, estuvo siempre ahí, tuvo acción /
reacción y conexión conmigo y aunque nos faltó una vuelta más para estar muy
bien, la verdad que estuvimos muy en condiciones y trabajar con ella fue muy
fácil. Eres grande Lorena.
Otra cosa que recuerdo fue el calor, este era sofocante. Al llegar a la cena los comensales nos informaban que el frio en las calles “granainas” era horrible pero es que dentro se pasaron poniendo la calefacción puesto que yo acabé
sudando a chorros.
En cuanto al público, como digo, fue menos numeroso que en otras
ediciones, pero creo que lo pasaron como nunca, quizá no fue tan explosivo como
en otras cenas y no montaron una juerga, pero lo pasaron muy bien pues se dejaron llevar y lo sintieron
todo con gran intensidad, recuerdo una pareja donde el chico, de pelo largo,
todo lo vivía con gran emoción o la chica que iba sola y no paró de bailar,
o como dije al principio, la gran retroalimentación que tuvimos del publico
mientras abandonaban la sala, pero ya sabéis todo lo positivo tiene un lado
negativo, esta vez sí hubo alguien que se negó de lleno y desde el
principio a entrar en el juego, puesto que cuando yo llamo a los
comensales que es el principio de todo, pues no llevamos ni diez minutos, tuve ya quejas y me expresaron sus “
derechos”, pero como de todo se aprende, antes esas cosas nos afectaban mucho a
todos los compañeros, pero ya no, nadie puede parar nuestro momento de
diversión.
Pues bueno esa fue mi visión de La Cena de las emociones, la
última del 2019 y una vez más en Granada, fue una gran noche, todo salió muy
bien, pese a ese comensal y a que hubo faltas de texto que nos trastocaron un
poco, yo lo pasé bien, pero no como otras veces, no acabé con la adrenalina a
tope y con la sensación de haberlo pasado bomba, sino con la de un trabajo bien
hecho.
Bueno pues antes de terminar esta entrada quiero contaros
como digo el post de la función, como dije antes nos pusieron de picar,
recogimos con villancicos, risas y canciones, pero lo mejor fue al terminar,
que me fui de marcha con mi amigo David y como siempre digo a mí que no me
gusta viajar, me sentí muy bien de bares y baile con él que me recordaban mis
años de mozos y mis primeras visita a esa ciudad allá por el año 2000, estaba
muy agustito y muy bailón, por cierto,
que para llegar al pub donde David estaba, me tuve que ir solo caminando por la
ciudad de madrugada y unos estudiantes que me encontré por el camino le
pregunté por el sitio y ellos amablemente me llevaron al lugar, eran
estudiantes foráneos.
Huele a viejuno.
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