Así se puede resumir la crónica negra y oscura de mi segunda
cita con el Festival de Cine de Málaga.
Negra y oscura, porque como digo, este año, veo yo otro
ánimo, otra cosa, otra energía, todo en el festival está como en stand-by, hay
normas y trabas para todo y tengo la sensación de que vuelve a ser "para
unos pocos".
Negra también fue la película que vi tras una reunión de
trabajo.
Tras ir al Teatro Alameda para hablar de un festival de
teatro infantil, me fui, el sábado 18 de marzo del 2017, para el Cervantes y entré en el pase de prensa de Nieve
Negra. De nuevo el negro.
Además es una película, triste, oscura, de colores oscuros,
donde los personajes también son negros y oscuros.
Fue una película que empezó un poco lenta, que no me hizo
enganchar, pero que luego te va llevando de un sitio a otro y empieza a moverte
por lugares que no esperas y te va sorprendiendo. Aunque el final me costó
pillarlo. Al salir del pase y hablar con compañeros, comprobé que no fui el
único.
En la rueda de prensa de la película, noté que Leonardo
Sbaraglia es un grandioso actor, pero que no se lo cree, además se le ve muy tímido.
Y en la segunda rueda de prensa, que vi del actor a las
16:40 en el Palacio Episcopal, con motivo de su premio Málaga, Leo me miró.
Yo observaba, apoyado en una columna, la sesión de fotos y
él me miró, con esos ojos celestes que cautivan y me hizo un gesto de
cansancio. Después saqué mi móvil e hice algunas fotos y el posó para mí.
Volvió a mirarme.
Y empezó la rueda de prensa y se sentó justo delante de mí
el hombre más grande del mundo. Lo tapaba todo, menos mal que se fue pronto.
Y ahí viví el mejor momento, hasta ahora, del festival de
cine.
Ese enclave maravilloso, del patio del Palacio Episcopal,
ese fresquito agradable, esa luz de Málaga, el sonido de la fuente de fuera,
incluso el sonido de las campanas de la Catedral y Leonardo, contando su vida,
sus experiencias y su forma de trabajo.
Me sentí muy cerca de él, de sus experiencias, de nuevo, de
sus miedos, de sus inseguridades, de la duda que te surge cuando tienes que elegir salir de tu sitio de
confort e ir a algo nuevo que desconoces, que te asusta, pero que es lo que te
hace avanzar. Pese a ser tan grande, me identifique mucho con él y me ayudó
mucho para seguir luchando y para entender mi trabajo. Fue una especie de
clase.
Tras eso, al Rectorado donde Raúl Arévalo me recordó.
Al salir de esa rueda de prensa, en ese lugar tan oscuro. No
sé pero apenas había luz, no sé por qué. Allá en la penumbra el gran Díaz Yánez,
presentaba su adelanto de cinco minutos de su peli Oro. Pues al salir de la
rueda de prensa, le dije a Raúl, si
recordaba que habíamos trabajado juntos, tras decirme, en un principio, que no,
le recordé que era de Velvet y él me respondió:"Ahora sí pero, allí no
llevabas barba estabas distinto tío, pero ahora si claro que si" y
hablamos un par de minutos.
Por casualidad, me encontré en la puerta a Carlos Mesa y me
invitó a entrar a una conferencia de actores jóvenes, no quería pero me animé y
la verdad que me encantó. De nuevo comprobé que TODOS SOMOS IGUALES.
Y llegó el caos, se estrenaba, fuera de concurso, Resort Paraíso de Enrique García, director
malagueño al que conozco personalmente.
Digo caos, porque, en poco tiempo, quería estar en todas
partes, no podía y me agobiada. Además me negaban la entrada a la peli de
Enrique, porque estaba todo el aforo completo, pero como siempre, sobran
butacas de última hora le pedí si podía entrar pero, la chica de la puerta
insistía en negarme la entrada, me colé.
Y pude disfrutar de esa peli. Peli que ves con cariño porque
sabes mucho de lo que pasó detrás, con admiración por ver a tus compañeros, con
envidia porque quieres estar y con nervios y tensión porque la peli lo provoca.
Le deseo mucha suerte, es una peli de género y espero que
triunfe dentro del sector de mercado al que va dirigida, porque tiene todos los
ingredientes para ser de culto.
Ahora eso sí y no es amor de madre, pero Steven Lance, mi
compi y mi amigo, me impactó. Es complicado, cuando has trabajado con alguien
muy intensamente, que luego lo veas actuar y te sorprenda, pues Steven lo hizo
ayer, no hubo una expresión, un gesto, una postura, una voz, una entonación, o sea, nada que me recordará
a él y eso solo lo hacen los que son muy grandes.
Y Nora brilló, pese a ir de negro y ser pequeñita, la veías
entre la gente, la notabas desprendía luz y brillo, como hacen las auténticas
estrellas de cine.
Acabó la crónica con otra cerrada de puertas en las narices,
de los guardianes del Cervantes, que tras una serie de excusas no ciertas:
"está todo lleno" viendo en las pantallas la sala medio vacía o
"ya ha empezado y no puedes entrar" y ves como deja entrar a cuatro personas.... Nos volvieron
a negar de malos modos, la entrada a la gala... cuando otros compañeros si lo
hicieron....
Pero acabé la noche con perritos, tartas y microteatro con
Nora, Marina, Steven, Hugo, Coco, Pablo y más personas que no conocía, pero hacía tiempo que no estaba tan a gusto, que no me reía tanto y no lo pasaba tan
bien.
Me ha gustado mucho esta entrada.
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