En veinte minutos, más o menos, va a estar aquí, en el Cine Albeniz, el actor Antonio Banderas, para dar una rueda de prensa. No es mi actor favorito, pero hay que reconocer su
gran carrera, 102 películas, por eso creo que será muy interesante lo que
nos cuente. Espero que no me echen por no estar acreditado como prensa. Además su papel en Átame ya lo hace
merecedor de todo.
Acaban de colarse mil niños, como me echen la lio bien
liada.
Bueno, tengo que mandarle a Nora las fotos de ayer pero, estoy pasando, porque voy a escribir esto, la pobre.
Necesito comer y dormir ¡ya! Si o sí.
Tengo resaca de anoche y de toda la semana de Festival de Cine, pero a la vez estoy, aun, en la nube de ayer.
Ayer todo fue bueno.
¡Qué sed!.
Ayer llegué a casa a las 2:00 h y cuando entré en la cama
dije:" oh", respiré hondo y di gracias a Dios por el día que había vivido.
El viernes 24 de marzo del 2017, por fin, volvió A saco con la psico. Y volvió por la
puerta grande, en La Cochera Cabaret.
Fue muy alucinante todo. Volví a hacer, de nuevo, teatro a lo
grande, compartir tablas con un tío muy grande, darlo todo, luchar con él y por
él. Pero ayer, ahora que lo pienso fríamente, estuve más cercano al
público que nunca, ellos estaban a mi favor, yo me apoyaba mucho en ellos. Mis miradas,
comentarios o reacciones eran para ellos. Estuve más con ellos que con mi compañero, no hubo cuarta pared en
ningún momento. Por eso creo que me apoyé menos en mi compañero Steven Lacen.
Tenía muchos miedos, era una demostración, un examen, una prueba delante de tanta gente conocida y gente del mundillo que venían a vernos... Por eso
estuve todo el día con ese nervio, ese nudo en el estómago y esa
responsabilidad. Qué como dijo mi Luisa: "Ten los nervios normales de un buen
actor pero nada más, no le des más importancia". Buen consejo, pero yo seguía igual de nervioso, pero mucho.
Hacía tiempo que no interpretaba a Pablo, que no improvisada con él y esto unido a que ha sufrido un pequeño cambio me creaba la duda y la inseguridad de no tener claro cómo lo afrontaría, sobre todo en la
primera parte de la pieza que es improvisación pura y dura.
Pero cuendo me vi, frente al espejo del camerino, con mi camisa blanca y mi chaleco negro, fui viendo a Pablo resurgir, pero, ya, cuando me puse sus gafas y sonreí, lo vi, repito en el espojo. Era yo el que observaba el espejo, pero era Pablo quien se reflejaba, en ese momento vino a mi de golpe, en un segundo entró todo lo que él es, mi cabeza se vació de todo y entró él, su nervio, su tensión y su emoción por conocer a Manuel Fragua.
Salí a la calle y entre el publico, entré al local y comenzó el espectáculo, era el protagonista de todo. Pero ya digo, Pablo me poseyó. Eso solo me ha pasado cuando hacía de Rafael Echevarría, podía improvisar y lo hacía sin prepararlo o pensarlo previamente, dejaba que el persoanaje fluyera y él solo iba sintiendo, pensando, hablando. Todo cuando él quería y eso me pasó ayer con Pablo.
Disfruté mucho el principio, aunque hubo muchas personas del publico, que no entraban en mi juego. Todo se mejoró, aun más, cuando salió Steven. A partir, de ese momento, me dediqué a pasarlo bien, divertirme y jugar con él.
El momento de subir al escenario era uno de los momentos menos esperado por mi, no sé creo que para Lolo, como actor, ese momento no me gusta. Se me hace más pesado, pero llegué tan contento y tenía tanta energía en el escenario que no era consciente que estaba en ese momento de la pieza, luego toda la pieza siguió a su ritmo normal y yo notaba como todo iba pasando y fluyendo sin parar.
Fue un momento, más de una hora, que es lo que dura la pieza, donde no fui consciente de nada, fue, como digo, de las pocas veces, en mi vida como actor, que dejaba que las cosas pasaran solas, sin necesidad de analizarlas previamente en mi cabeza o de tener consciencia de todo lo que pasaba, me dejaba llevar.
Quizá por eso, y ahora en la distancia, pensando friamente, hubo momentos donde hice movimientos, di gritos o miré cosas sin sentirlas realmente, las siento ahora que las hice porque estaban marcadas, pero ya digo, es que estaba sintiendo todo de verdad, improvisando texto, atento a lo que decía Steven y reaccionando a ello y quizá todo eso fue genial, pero el personaje, quizá, fluyó demasiado, un poco descontrolado.
Pero cuendo me vi, frente al espejo del camerino, con mi camisa blanca y mi chaleco negro, fui viendo a Pablo resurgir, pero, ya, cuando me puse sus gafas y sonreí, lo vi, repito en el espojo. Era yo el que observaba el espejo, pero era Pablo quien se reflejaba, en ese momento vino a mi de golpe, en un segundo entró todo lo que él es, mi cabeza se vació de todo y entró él, su nervio, su tensión y su emoción por conocer a Manuel Fragua.
Salí a la calle y entre el publico, entré al local y comenzó el espectáculo, era el protagonista de todo. Pero ya digo, Pablo me poseyó. Eso solo me ha pasado cuando hacía de Rafael Echevarría, podía improvisar y lo hacía sin prepararlo o pensarlo previamente, dejaba que el persoanaje fluyera y él solo iba sintiendo, pensando, hablando. Todo cuando él quería y eso me pasó ayer con Pablo.
Disfruté mucho el principio, aunque hubo muchas personas del publico, que no entraban en mi juego. Todo se mejoró, aun más, cuando salió Steven. A partir, de ese momento, me dediqué a pasarlo bien, divertirme y jugar con él.
El momento de subir al escenario era uno de los momentos menos esperado por mi, no sé creo que para Lolo, como actor, ese momento no me gusta. Se me hace más pesado, pero llegué tan contento y tenía tanta energía en el escenario que no era consciente que estaba en ese momento de la pieza, luego toda la pieza siguió a su ritmo normal y yo notaba como todo iba pasando y fluyendo sin parar.
Fue un momento, más de una hora, que es lo que dura la pieza, donde no fui consciente de nada, fue, como digo, de las pocas veces, en mi vida como actor, que dejaba que las cosas pasaran solas, sin necesidad de analizarlas previamente en mi cabeza o de tener consciencia de todo lo que pasaba, me dejaba llevar.
Quizá por eso, y ahora en la distancia, pensando friamente, hubo momentos donde hice movimientos, di gritos o miré cosas sin sentirlas realmente, las siento ahora que las hice porque estaban marcadas, pero ya digo, es que estaba sintiendo todo de verdad, improvisando texto, atento a lo que decía Steven y reaccionando a ello y quizá todo eso fue genial, pero el personaje, quizá, fluyó demasiado, un poco descontrolado.
" Robando las miradas del publico con tu simple presencia" Palabras con las que un profesional de Málaga define mi trabajo del viernes.
Antonio y Manolo dos grandes actores de esta bendita tierra.
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