Todas las noches cenamos, pero no todas son la cena con las emociones. Los próximos en cenar con emoción, serán los granainos, y lo harán el sábado 29 de septiembre del 2018 en el Hotel Urban Dream de Granada. Como es nuestra primera cena, fuera de las fronteras malagueñas, hemos decidido arremangarnos y comenzar a cocinar, a preparar con tiempo, con todo detalle y cariño dicha cena. Para ello en la mañana, del sábado 15 de septiembre del 2018, hemos comenzado.
Ha sido como una prueba de exteriores de Masterchef celebrity, porque eramos tres actores, dándolo todo, sudando nuestras camisetas, currando y todo a contrareloj.
El menú lo formaba: Un entrante (escena 2), el primer plato (escena 5) y el postre (escena 9).
Con el entrante nos hemos lucido, y a muerte, Elena nos ha valorado en un 85% de satisfacción y antes de irse la ha subido al 95%.... Ja, ja, ja, ja.
Esa escena, es la presentación de la relación entre los personajes de Raúl (José) y del mio, Victor.
Hemos comenzado haciendo un pase de texto para calentar, sin entonaciones y sin nada.
Luego, hicimos un pase real de la escena, pese a que repetimos lo que hacíamos en anteriores actuaciones, me sentí fatal.
Esta es una escena divertida, fácil y fresquita, además siempre ha habido buena conexión entre Raúl y yo, pero esta vez me sentí fatal, inseguro, sin conexión ninguna con Raúl y sin soltura, fue entonces cuando Elena, para arreglar el desastre, nos hizo sentar y decir el texto sentados. Yo busqué un juego de acercamiento y alejamiento de ambos, según lo que iba diciendo el texto, y desde ahí me sentí mejor y todo salió rodado.
Con ese juego la escena se fue llenando de ritmo, de matices, de vida y de naturalidad. La hemos repetido como unas doce veces.
Al acabar cada escena, Elena, nos iba haciendo indicaciones que ambos intentábamos seguir y poner en pie. Lo que más trabajo nos costó fue, que como, intentamos meter expresiones propias, para naturalizar el texto, al final teníamos muletillas que repetíamos mil veces, una de ella era :" oye". Hicimos un gran esfuerzo para corregir eso, aunque nos costaba horrores. Lo tomamos como una prueba que debíamos superar y al final la superamos.
Cuando terminamos de trabajar o emplatar el entrante, eran las 11:50 y llevábamos cocinándolo desde las 10:30 que fue cuando Elena y Raúl llegaron, puntuales a mi casa. Empezamos a currar, nada más llegar. Hubo un saludo, una pequeña charla y a cocinar.
Servido el entrante y con un grado de satisfacción de la chef de un 85 %, empezamos con el primer plato. Este nos costó más cocinarlo.
Esta escena la trabajamos igual: una primera toma de contacto soltando texto y después a hacerla interpretada, para luego matizar. Esta, según Elena, era más fácil porque siempre nos había salido bien, pues esta vez se nos atragantó.
Yo me lié en mi primera frase y entré en un bucle, en el que incluso Elena me miró con cara de:" ¡Qué torpe eres hijo!", y yo me partía de risa porque no sabía salir.
Pienso que a esa escena le faltaban matices importantes de mi compañero, creo que su mensaje llegaba, pero con un cambio llegaría más limpio, se lo dije y lo pusimos en práctica. Creo que por matizar, el pobre se lió con el texto, puesto que lo trabajamos sin el libreto, ese lío, lo llevó a la inseguridad y esta hizo que yo le hablara con mucho miedo y cuidado, para no darle un pie equivocado y liar al pobre aún más.
Por todo eso, la escena perdía ritmo y vida. Elena no entendía por qué, puesto que siempre la llevábamos muy bien, le explicamos que era por el texto, se quedó más tranquila, nos dio el visto bueno y emplatamos, pero el primero, debo reconocer, que estaba un poco crudo y soso, le faltan más hora de cocinado.
Y como ya era tarde, llegó el momento de hacer el postre (escena 9),que es una discusión entre Elena y yo. La hicimos para recordar texto, algo de ritmo y entonación. Por falta de tiempo no hicimos nada más.
El postre estaba rico así, por tanto el día que lo cocinemos de verdad, lo haremos pronto y tendrá muy buen sabor.
Cuando acabamos el menú, eran las 13:14 aproximadamente y nos pusimos a limpiar la cocina. Ahí ya se nos fue el Santo al cielo, porque somos tres charlatanes y encima se nos unió mi vecino, colega, fisio y amigo, Jorge y ya aquello se alargó, lo más grande, pero como estamos locos los cuatro, no podíamos dejar de hablar, reír y pasarlo bien.
Con el entrante nos hemos lucido, y a muerte, Elena nos ha valorado en un 85% de satisfacción y antes de irse la ha subido al 95%.... Ja, ja, ja, ja.
Esa escena, es la presentación de la relación entre los personajes de Raúl (José) y del mio, Victor.
Hemos comenzado haciendo un pase de texto para calentar, sin entonaciones y sin nada.
Luego, hicimos un pase real de la escena, pese a que repetimos lo que hacíamos en anteriores actuaciones, me sentí fatal.
Esta es una escena divertida, fácil y fresquita, además siempre ha habido buena conexión entre Raúl y yo, pero esta vez me sentí fatal, inseguro, sin conexión ninguna con Raúl y sin soltura, fue entonces cuando Elena, para arreglar el desastre, nos hizo sentar y decir el texto sentados. Yo busqué un juego de acercamiento y alejamiento de ambos, según lo que iba diciendo el texto, y desde ahí me sentí mejor y todo salió rodado.
Con ese juego la escena se fue llenando de ritmo, de matices, de vida y de naturalidad. La hemos repetido como unas doce veces.
Al acabar cada escena, Elena, nos iba haciendo indicaciones que ambos intentábamos seguir y poner en pie. Lo que más trabajo nos costó fue, que como, intentamos meter expresiones propias, para naturalizar el texto, al final teníamos muletillas que repetíamos mil veces, una de ella era :" oye". Hicimos un gran esfuerzo para corregir eso, aunque nos costaba horrores. Lo tomamos como una prueba que debíamos superar y al final la superamos.
Cuando terminamos de trabajar o emplatar el entrante, eran las 11:50 y llevábamos cocinándolo desde las 10:30 que fue cuando Elena y Raúl llegaron, puntuales a mi casa. Empezamos a currar, nada más llegar. Hubo un saludo, una pequeña charla y a cocinar.
Servido el entrante y con un grado de satisfacción de la chef de un 85 %, empezamos con el primer plato. Este nos costó más cocinarlo.
Esta escena la trabajamos igual: una primera toma de contacto soltando texto y después a hacerla interpretada, para luego matizar. Esta, según Elena, era más fácil porque siempre nos había salido bien, pues esta vez se nos atragantó.
Yo me lié en mi primera frase y entré en un bucle, en el que incluso Elena me miró con cara de:" ¡Qué torpe eres hijo!", y yo me partía de risa porque no sabía salir.
Pienso que a esa escena le faltaban matices importantes de mi compañero, creo que su mensaje llegaba, pero con un cambio llegaría más limpio, se lo dije y lo pusimos en práctica. Creo que por matizar, el pobre se lió con el texto, puesto que lo trabajamos sin el libreto, ese lío, lo llevó a la inseguridad y esta hizo que yo le hablara con mucho miedo y cuidado, para no darle un pie equivocado y liar al pobre aún más.
Por todo eso, la escena perdía ritmo y vida. Elena no entendía por qué, puesto que siempre la llevábamos muy bien, le explicamos que era por el texto, se quedó más tranquila, nos dio el visto bueno y emplatamos, pero el primero, debo reconocer, que estaba un poco crudo y soso, le faltan más hora de cocinado.
Y como ya era tarde, llegó el momento de hacer el postre (escena 9),que es una discusión entre Elena y yo. La hicimos para recordar texto, algo de ritmo y entonación. Por falta de tiempo no hicimos nada más.
El postre estaba rico así, por tanto el día que lo cocinemos de verdad, lo haremos pronto y tendrá muy buen sabor.
Cuando acabamos el menú, eran las 13:14 aproximadamente y nos pusimos a limpiar la cocina. Ahí ya se nos fue el Santo al cielo, porque somos tres charlatanes y encima se nos unió mi vecino, colega, fisio y amigo, Jorge y ya aquello se alargó, lo más grande, pero como estamos locos los cuatro, no podíamos dejar de hablar, reír y pasarlo bien.
Por cierto, repetimos el entrante para hacer estas fotos. La pasamos sin tensión, ni presión y quedó chulísima y ahí fue donde el nivel de satisfacción de Elena subió al 95 %.
Me ha encantado el ensayo/ cocinado de hoy. Firmo, ya, por muchos más así. Buen rollo, filim con el compañero y lo mejor; tratar los textos, las frases, las entonaciones y los bloques de sentidos, con mimo, casi como si le hiciéramos una autopsia, o sea, analizando cada detalle. Con un menú así comería hasta llegar al atracón.
Y abajo el almuerzo enfriandose.
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