Ayer, miércoles 26 de septiembre del 2018, cuando acabamos el último ensayo de Lluvia fina, previo a la actuación de hoy, estaba eufórico. Estábamos en la puerta de La Caja Blanca, el cielo muy nublado, eran las 19:45, habíamos tenido una última charla logística y veíamos, en la puerta del local, a nuestro posible público objetivo. Habíamos hecho un ensayo tan bueno, que estaba deseando que llegara hoy y hacer la actuación y meterme, de nuevo , en la piel de Simón, pero de pronto fui consciente de que hoy me vería en ese escenario alto y se me puso un nudo en el estomago, me entraron los nervios y me duran desde ayer.
Sabéis que mi relación con el escenario de La Caja Blanca es muy irregular. Este es muy alto, y a veces me acoge como un hogar y otras veces me odia. Es una tontería lo sé, pero eso me pone nerviosillo, bueno os miento muy nervioso.
Estábamos citados a las 17:15, para llegar a la Caja a las 17:30, pero al final me recogieron a las 17:29, por tanto, hasta las 18:00 no empezamos el primer pase de la pieza.
No pudimos ensayar en el escenario de La Caja Blanca pero si en una sala que tienen en la planta superior llamada; "La sala del arte escénico" o algo parecido, cuando entré, me quise morir, toda una sala de ensayo en condiciones, con suelo de madera, dos de las cuatro paredes estaban cubiertas por espejo, con una barra de ballet, grandes ventanales, muchas sillas, un equipo de música y eso sí tablones y patas de madera.
Fue como volver a la ESAD, como sentirse un actor de verdad, ya estaba un poco cansado de ensayar en casas de compañeros o en mi propia casa. Es mucho mejor en una sala así, con espacio y en condiciones. Yo creo que eso nos animó a todos porque estábamos con mucha más energía que otros días, sobre todo porque había mucho más espacio. Yo acabé agotado, sudado y oliendo a tigre, pero feliz porque, nunca mejor dicho, había sudado mi camiseta.
Además del atrezo, me llevé los pantalones y las zapatillas del personaje, algo que me sirvió para pillar la movilidad y el buen rollo de Simón.
Lo primero que hice fue, después de cambiarme de ropa y cargar el móvil, ensayar mis mini acrobacias, una de ellas me salió a la primera y la otra me costó un poco más, de tres veces que la hice me salieron dos. Luego en los ensayos la primera me salió las dos veces y la segunda solo una...pero muy contento.
Hicimos un pase de la pieza, dándolo todo, me noté que hacía cada cosa, cuando y como debía, eso sí los momentos de espera entre escena y escena, sentado en la silla en medio del escenario empezó a agobiarme, porque ya no se puede hablar con el compi, nos piden quedarnos quietos y a mi eso me agobia y más sudando como un pollo como estaba ayer. De hecho tras la primera escena, Carmen y yo corrimos a abrir las ventanas.
A las 18:46 habíamos acabado un pase completo de la pieza. Yo pensé que ya nos iríamos, pero Fernando pidió hacer otro, Pepa y Carmen lo apoyaron, así que hicimos otro, yo estaba muerto, entre otras cosas lo hicimos porque hubo problemas con las transiciones de escenas y por el tiempo.
Se nos pidió hacerlo más marcado y menos interpretado. Yo lo hice más rápido, menos personaje y la verdad que me salió mucho más natural y me gustó mucho más. Hoy sin correr, voy a intentar hacerlo más así, más parecido a un tio guay que a un muñeco de una pieza infantil.
El gran protagonista del ensayo fue el cubo de bubik puesto que antes de empezar el ensayo, se cayó de las manos de Carmen y se estrozó, había piezas de colores por todas partes. Menos mal que el apañado de Fernando lo arregló.
Y dicho esto, comentar que disfruté mucho el ensayo, viendo a mis compañeros trabajar y actuar tan bien y sobre todo el lugar, que daba una profesionalidad que me volvió loco.
PD: Se me olvidó decir que hay una escena donde tiro parte del atrezo y esta vez cayó encima de Pepa. ¡¡ La pobre!!
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