Si juego con el título de la pieza, se puede decir que el
sábado, 7 de marzo del 2020, y el ensayo de Laberinto estuvo lleno de luces y
el ensayo del domingo, 8 de marzo del 2020, de sombras.
Como bien sabéis estoy escribiendo todo esto 3 meses después
de ocurrir y no recuerdo mi día a día a la perfección, por tanto, no sé qué
pudo pasar en unas 18 horas, pero pasé de vivir, el sábado, “casi normal “de
estar en una discoteca hasta las 3 de la mañana repleta de gente a ir al ensayo
de Luces y sombras, cargado de miedos, prevenciones y precauciones. ¿Qué pasó?
Pues no lo sé.
Salí de casa con mucho tiempo, puestos que ese día era el
ensayo general de la pieza y había que hacerla sin maquillaje, pero con
vestuario y me quise ir con tiempo suficiente para hacerlo todo despacito, con
ganas y disfrutar el momento. Esa pieza y ese personaje los controlo y las
compañeras me encanta, así que, quería pasarlo bien.
Me llamó Anita Vigo, para decirme que estaba aparcando en mi
barrio, que si quería nos íbamos juntos y caminando al ensayo. Le dije que sin
problema y mientras nos veíamos me compré un dulce, fui a San Pablo a visitar a
mis titulares y la esperé.
Como dije antes, en pocas horas había cambiado todo, pues
desde que nos encontramos mi conversación con Ana no giró en torno a la pieza,
ni sobre la representación, ni sobre nuestras vidas personales, todo fue virus,
virus, virus, miedo e inseguridad.
Cuando llegamos al lugar del ensayo general, el oratorio de
Las Penas, tuve dos sensaciones que me acompañaron durante toda la tarde y que
solo mi Luisa me las quitó al final de la misma y estas fueron, sombras u
oscuridad y que me había colado en una fiesta donde no fui invitado.
Nada más entrar, las habitaciones anejas al Oratorio estaban
plagadas de bandejas, estantes de plásticos con copas y vasos, había ollas, máquinas
para calentar comida, camareros y cofrades vestidos de gala.
Estábamos en plena cuaresma y concretamente la cofradía de
Las Penas, había terminado esa misma mañana los cultos a su Cristo y tras la
función principal habían ofrecido un ágape a sus hermanos.
Cuando llegamos este
estaba tocando a su fin y el trasiego de camareros recogiendo y de cofrades
charlando o marchándose era total y yo en medio de todo eso me sentía como que
me había metido donde no me habían llamado.
Los pobres estaban acabando su fiesta y nosotros en medio. Es más, el oratorio lucía bellísimo y aun olía a incienso. Ese lugar tan bello que por la mañana había sido muy solemne ahora estaba lleno de teatreros, disfrazados preparando su pieza y todo me sonaba raro.
Los pobres estaban acabando su fiesta y nosotros en medio. Es más, el oratorio lucía bellísimo y aun olía a incienso. Ese lugar tan bello que por la mañana había sido muy solemne ahora estaba lleno de teatreros, disfrazados preparando su pieza y todo me sonaba raro.
Y ahora os hablo de las sombras.
Nos cambiamos en el salón de tronos de la cofradía, aquello
estaba totalmente organizado y con muchos elementos que indicaban que en la
hermandad estaban trabajando para la próxima salida procesional. Un lugar así
para mí es como el paraíso. En condiciones normales no hubiese parado de mirar
cada cosa con detalles y hacer miles de fotos, pero esta vez, pasé lo más
desapercibido posible, intentando no tocar nada, no acércame a nada, pensando
como cambiarme de ropa sin estar cerca de ningún compañero, sin
dejar mis cosas sobre nada sospechoso y sobre todo, en esa pieza trabajamos
casi 27 personas, con todas me llevo fenomenal, pues esta vez intenté cambiarme
lo más distanciado de mis compañeros, con el mínimo contacto etc. En ese momento
fui consciente de que algo estaba cambiando.
Una vez vestido de Lucifer, me fui cuanto antes, al oratorio
porque era un lugar mucho más amplio y ahí esperé para ensayar.
No recuerdo ya cuantos pases hicimos, pero creo que solo uno
con el elenco completo, puesto que Javi, el chico que hace del ángel llegó
tarde y tuvimos que empezar sin él y Luismi, el protagonista, se tenía que ir
antes porque tenía actuación, por tanto, cuando el ángel llegó fue casi cuando
Luismi se marchó así que no hicimos muchos pases tal cual. Lo positivo de todo
esto fue que los pases no fueron muy formales y me ayudó a evitar que me
acercara a mis compañeros que era algo que yo deseaba.
El ensayo general fue muy bien, aunque personalmente fue
horrible.
Llevo muchos años haciendo este papel, me encanta,
lo disfruto y lo paso genial con él y mis compis, pero ese domingo no estaba
fino, se me iba el texto, hubo momentos donde me tocaba hablar y no lo hice
etc.
Del último ensayo me fui antes de tiempo y por lo visto hubo
algunos cambios en la posiciones que yo
no lo sabía, y si a eso le sumamos que
muchos dieron su opinión, no muy positiva, aobre mi vestuario y depués el tema del virus,
que no solo en mí, sino que estuvo latente en el resto de compi, hicieron que yo
estuviera en todo menos en el personaje y que el ensayo fuera un poco cutre
para mí, pero no me preocupaba nada, pues sabía que el día de la función,
sacaría al Lucifer que conozco, lo pasaría en grande y saldría bien.
Pero la sombra del virus poco a poco se estaba apoderando de
nuestras mentes y sin ser conscientes, las relaciones entre nosotros estaban cambiando.
El ensayo empezó a parecer una prueba de supervivencia, donde cada uno
intentaba defenderse del otro, buscando separaciones, evitando contactos físicos,
mirando al prójimo casi como un “enemigo. Mi inocencia poco a poco se estaba
acabando pues ya estaba viendo que el virus nos estaba empezando a controlar, pues el buen rollo que inunda siempre los ensayos de Eventos con historia , ahora estaba lleno de sombra, oscuridad, separación, independencia, de verdad se notaba un ambiente raro.
Solo al final de la tarde, ya acabada de ensayar nuestra
parte me senté en el mismo banco de mi Luisa, pero no pegado a ella y con su
humor no pude parar de reír, tampoco sabía que iba a ser la ultima vez que me
reiría con tantas ganas.
Tras el ensayo me desvestí lo más pronto posible y
casi sin despedirme de nadie, salí rápido del ensayo. Era temprano, hacía sol, el
tiempo primaveral, que tanto me gusta lo invadía todo, pero en vez de darme un
paseo, me fui lo más rápido que pude a casa y por el camino más corto, todo estaba cambiando...
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