Y ahora, después de haberme enrollado con otros temas, os cuento cómo fue el ensayo en sí, y qué sentí el domingo 21 de junio del 2020 al volver a interpretar, bueno más que interpretar soltar texto o como se llame lo que quiera que hice en el ensayo.
Ese primer encuentro lo había visualizado en mi cabeza, un poco más relajado, pero luego, con mi apresión, la búsqueda de seguridad de esta nueva situación de "normalidad" que me provoca tanta inseguridad y la forma en la que acontecieron los hechos, hizo que me viera interpretando casi sin calentar, pensar, repasar u organizar y que todo pasara en un abrir y cerrar los ojos.
En mi cabeza lo había imaginado así : Llegaría al cementerio, me dirían cual era mi lugar de actuación y me iría solo hacia a allí.
El tiempo hasta que llegara Edu a verme, lo aprovecharía para decir el texto en voz alta, para asegurarlo, para entonarlo, para marcar movimientos, intenciones.
El tiempo hasta que llegara Edu a verme, lo aprovecharía para decir el texto en voz alta, para asegurarlo, para entonarlo, para marcar movimientos, intenciones.
Cuando llegara Edu, llevaría unos 4 o 5 pases de calentamiento y tendría todo ya preparado para lucirlo, pero nada más lejos de la realidad, pues en cuanto llegué, como dije en la otra entrada, estaban mis compis esperando, Edu dijo de empezar y con dos anfitrionas me llevaron a mi lugar de actuación.
De camino le pregunté a Edu cual era mi personaje, me dijo que el autor de la obra, un caballero.
Llegamos al lugar de actuación, le dijo a una de las anfitrionas que me presentara. Esta leyó el final de mi presentación, o sea, una sola frase y empecé a actuar, pero así directamente, sin calentar, ni nada de nada.
Además antes de empezar quería preparerme interiormente y psicológicamente pues sería la primera vez que me quitaría mi mascarilla delante de gente y tenía que organizar mis movimientos y posiciones, en el lugar de actuación, para poder marcar las distancias necesarias con el público y estar seguro, pero al final lo que viví en mis carnes fue toda una terapia de choque.
Llegamos al lugar de actuación, le dijo a una de las anfitrionas que me presentara. Esta leyó el final de mi presentación, o sea, una sola frase y empecé a actuar, pero así directamente, sin calentar, ni nada de nada.
Además antes de empezar quería preparerme interiormente y psicológicamente pues sería la primera vez que me quitaría mi mascarilla delante de gente y tenía que organizar mis movimientos y posiciones, en el lugar de actuación, para poder marcar las distancias necesarias con el público y estar seguro, pero al final lo que viví en mis carnes fue toda una terapia de choque.
Estaba muy contento porque el texto no era nada fácil y me lo sabía prácticamente entero y sobre todo había comprendido el sentido, por ello cuando Edu me dijo de empezar, estaba desando decirlo y muy orgulloso por demostrar que me lo sabía.
Intenté darle entonación, que se entendiera el sentido, y mirar a la cara a los compañeros que hacían de público, pero poco más, pues no tenía ni una gestualidad, ni unos movimientos, ni nada definido.
Estaba muy contento por poder volver a actuar, pero mientras actuaba, lo que realmente sentía era mucho vértigo, pero no por miedo de volver después de tanto tiempo, sino por la inseguridad de verme sin mascarilla, rodeado de tres personas, intentando mantener la distancia y no acercarme. Era como si de pronto me quedara desnudo e indefenso delante de mil personas. Fue una sensación muy rara y ya digo no hablo de interpretación, sino por el tema de la pandemia.
Durante mi actuación, Edu aportó la idea de que interactuara con las anfitrionas. Desde aquí gracias a mi compañera Melisa, pues ella le hizo ver a Edu que yo era muy respetuoso con la distancia y no quería actuar con nadie y que por ello pedí hacer monólogos. Gracias Melisa por tu apoyo y tener en cuenta mi opinión. Al final Edu dejó su idea de interactuación y yo acepté, pero lo montaré para mantener la distancia.
Cuando acabé el primer pase, Ana, la otra anfitriona, inventó una forma original para mi aparición, a Edu le gustó y dijo de probar. Lo probamos. Yo solo dije una frase o dos, pero Edu me pidió que lo hiciera entero otra vez y así lo hice. En ese tiempo llegaron María, Caro y Julio. Ahora me veían 6 personas, podía lucirme más pero esta vez, estaba como más desganado, liado y me salió más entrecortado.
Lo bueno del ensayo, es que, entre Edu, Melisa y yo, inventamos, gestualidades, movimientos, juegos con atrezo y etc. Así llenamos de contenido mi actuación.
Hice dos pases de mi parte que es, como dije en entradas anteriores, un monólogo dividido en 10 estrofas y tres folios.
Todo dura unos 4 minutos, pero como solo me sabía 8 de las 10 estrofas, mi actuación duraba unos 3 minutos y medio, previamente lo había contabilizado en casa. Como repetí mi monologo dos veces, actué unos 7 minutos y si a esto le sumamos 3 o 4 de descanso, charla, llegada y despededida. Mi ensayo en sí duró unos 15 minutos y Edu me dijo que podía irme a casa.
Pensé quedarme un rato más para organizar, perfilar y mejorar el texto, pero luego pensé que para qué me iba a quedar allí si era un monologo, podría hacerlo en mi casa tranquilo y delante del espejo. Decidí no irme y quedarme viendo a mis compañeros y así empezó la segunda parte del ensayo que ya os he contado anteriormente.
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