domingo, 27 de septiembre de 2020

COMO EL QUE LAVA A LA "MÁLAGA DULCE".


Como el que lava. Esa expresión es de mi profesora, la gran profesora, que me enseñó verso en la ESAD de Málaga, María del Mar Peláez, creo que ya he hablado antes de ella y de su expresión. El significado de esta es el siguiente: “Actuar sin ninguna entonación,  sin ninguna naturalidad, sin meterte en el personaje y sin nada, o sea, como un autómata, sin sentir, ni actuar. Lo que haces es  soltar el texto, diciéndolo y haciéndolo como se supone que hay que hacerlo, pero sin ningún significado, ni sentido”. 

Esa expresión nos la dijo durante un ensayo de la pieza El desdén con el desdén en la ESAD y como no sabíamos su significado nos lo explicó. 

Y una semana más esa fue mi actitud durante el ensayo de la pieza Málaga dulce en el cementerio de San Miguel. 

El domingo 16 de agosto del 2020, fui al ensayo, hicimos un pase completo y a tiempo de real de la pieza, con lo cual representé cuatro veces mi monólogo, pero en mi caso lo hice, “como el que lava”. 

¿Por qué? Pues porque quedaban 2 días para ir a recoger el vestuario, 5 para el ensayo general y 6 para la actuación y yo seguía sin conseguir el beneplácito para poder hacer mi personaje. 

Esa persona, totalmente externa a la pieza, que debía darme su permiso y su autorización para que mi personaje, natural de Granada, hablara en acento granadino, fuera un hombre campechano, bonachón y simpático, seguía sin pronunciarse y yo seguía esperando y sin poder trabajar. Por tanto, como sin previa autorización no me iba a poner a hacer nada, fue otro ensayo donde estuve en presencia pero no en esencia, pues no tenía nada que ensayar, que afianzar, que hacer o que decir. 

En el primer pase de ese ensayo, me sentí como doña  Concha Piquer antes de estrenar un espectáculo, donde el censor estaba pendiente de cada palabra, cada prenda y cada cosa que ocurría en el escenario, para dar el visto bueno y que pasara su filtro. 

Pues a lo que voy, antes de hacer el primer pase, se me acercó el director y me dijo, que con mi permiso, iba a grabar un audio con el inicio de mi monólogo. Este sería la prueba necesaria para conseguir o no la autorización. 

Vamos de película y yo como doña Concha fui muy cuco, puesto que suavicé el acento granadino al máximo, para así conseguir pasar la censura y ya en la función Dios diría. 

¡¡¡Ay quien hace la ley hace la trampa!!!. 

Y los minutos fueron pasando, las anfitrionas también y yo fui haciendo el monólogo, como me apetecía o Dios me daba a entender, unas veces más bonachón, otras menos, unas veces con el texto completo, otras no, algunas veces más rápido, otras más lento, no sé. 

Solo lo hice un poco más serio cuando me vio mi amigo Javi Zumaquero y mi Luisa, y cuando Caro y mi Rebelde. Estos son los más críticos conmigo. Javi que dijo que al suavizar más el acento granadino y hacerlo menos de pueblo el personaje era menos divertido pero más natural. Le dije que quería hacerlo así pero como no pude trabajarlo en estas semanas… 

En resumen, el ensayo fue ese lapsus de tiempo que hubo entre las tres partes verdaderamente importantes de la tarde/noche que fueron: El antes, el después y el después del después. 

El antes y el después fueron mis desplazamientos al cementerio, a pie y de la mano (no literal, por el tema del Covid y porque no da lugar) de esa divertida, artista y cargada de arte que es Caro. Qué bien me lo pasé en ambos trayectos. Uno hablando de cosas nuestras y teatro y el otro de cofradías. Por cierto llegamos 6 minutos antes a la cita, fuimos los primeros. 

Y el después del después, fue que tras el ensayo, el espacio de Telecinco Hormigas Blancas, estaba dedicado a Lola Flores, fue un programa lleno de mentiras, pero si Lola está en la tele hay que verla. 

Y Lola fue la pronta, también, de nuestro ensayo, con deciros que la mascarilla de Caro esa tarde fue, en su honor. roja con lunares blancos. Y que esta y yo nos dedicamos toda la tarde a meter bulla y a obligar a todos a no perder el tiempo porque había que irse pronto a ver a nuestra Faraona o que cuando acabé mi parte me fui con ella a seguir el recorrido y fue justo acabar y casi sin despedirnos, la chica del baile, María José mi rebelde, mi Luisa, Caro y yo salimos en estampida cada uno a su casa para ver a la Lola.

Y a tiempo llegué, me desinfecté, me duché y acabé el día de la mejor forma posible, cenando, comentando y viendo a Lola Flores con la mejor compañía, mi madre. No se puede pedir más. 






1 comentario:

  1. Suena a representación tediosa y aburrida de fin de curso..quita, quitaaaa.

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